sábado, mayo 27, 2006

Acerca de la mentira, la política, y el viaje hacia Kurtz


Aprovecharé de dejar en claro algunos aspectos de formatos que ya he ido resolviendo. Trataré de publicar algo en este Blog por lo menos una vez a la semana, y es muy posible que las películas me sirvan de vías de acceso a lo que realmente me interesa tematizar (sin pretender jamás que ésto sea un Blog de crítica de cine).
El viaje del capitán Willard hacia el Coronel Kurtz representa uno de los esfuerzos más acabados del cine para dar cuenta de como la mentira envuelve la realidad de la administración del poder y la extensión de la mediocridad dentro de la misma.
Y es que esta fuerza cancerosa de la cual Coppola da cuenta (recomiendo por sobre todo la version "Redux" de Apocalypse Now), sólo se hace evidente en un proceso que implica en cierta medida un viaje y una ruptura. Ruptura con la realidad y toda su coherencia ( lo cual tiende a desencadenar episodios de algún grado de "locura", o de escapes de la "lucidez" o "sobriedad")
Es una violencia hacia la realidad que se vuelca hacia uno mismo. Nos cuesta perdonarnos la ingenuidad característica de la época anterior al descubrimiento, al desencanto, a la evidencia de la mentira.
Algunos vuelcan exteriormente esa violencia de forma artística, otros de forma hedonista, otros de forma directamente violenta. Violencia que no debe jamás reducirse a una agresión física o verbal, sino asumirse como una fuerza activa de choque. Una demanda de desacuerdo y de veracidad sobre la realidad.
Dejo pendiente (y me hago un poco el loco) la equivocidad del concepto "realidad", y le pido prestada una muleta a Nietzsche para recordar a la verdad como metáfora, como construcción, como voluntad -y en todo caso- humana, demasiado humana.
Con desagrado veo cómo la falsificación de la realidad por parte de la política se evidencia en la famosa "agenda valórica" que por estos días tiene apuntada entre sus páginas la Eutanasia y, en menor medida, el aborto.
Se exige desde la oposición disciplina a los parlamentarios concertacionistas que pretenden legislar sobre temas que no son parte de la agenda de gobierno. Encubren aquí un derecho legítimo garantizado constitucionalmente (aunque sea sólo eso), de presentar proyectos de ley desde el mismo parlamento. La división e independencia republicana de los poderes, que tanta gárgaras hacen en los supuestos liberales, va quedando atrás en el viaje sinuoso que trepa por el río hacia Kurtz.
La idea es que el parlamento sea un instrumento de la presidenta o de la oposición para los muñequeos políticos, pero no el supuesto lugar de expresión de la discusión ciudadana que construye su realidad. Esto que tanto le gustaba fantasear al ex-presidente-patrón-papá de Chile Lagos en sus discursos autoritarios, que referían a una fábula de una democracia que consistía, real y finalmente, en el mero consentimiento.
Se opta por la censura del tema para no resquebrajar una alianza que administra el poder y pretende seguir haciéndolo (como todos en política), dejando de lado una discusión que no es menor: ¿Quién es el dueño de la vida? ¿Dios o el sujeto? ¿La iglesia o la ciudadanía? ¿El progresismo o el conservadurismo? ¿El medioevo o la (pos)modernidad? ¿La DC y alianza por chile, o PPD y PS?
Quedará pendiente esta discusión ciudadana que por ahora no tendrá arena en su supuesto espacio por excelencia (parlamento), hasta que los intereses de poder lo estimen convenientes.
Seguiremos envueltos en mentiras y fábulas, y sintiéndonos avergonzados por nuestra ingenuidad, y por qué no, violentados y violentos. El Horror.
Aplaudo de pasada el posicinamiento y legitimidad de los secundarios, me generan una sana envidia.
Agradezco aportes y disonancias (en algun lugar se tienen que dar)

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