Si usted estimado/a lector/a aún desea ir a ver "Hard Candy" sin ningún tipo de prenoción o prejuicio (tabula rasa) sáltese el próximo párrafo de esta columna y tampoco lea la reseña que ponen en "El Mercurio" de la película.
Para mi gusto "Hard Candy" no es una buena película. No es mala tampoco, de hecho vale la pena verla, pero tiene carencias importantes que a uno lo dejan con "gusto a poco". De partida llega un punto en que la narración parece no tener clímax. Se "estanca" en un momento después del cual ya no hay más vaivenes. En un momento tenso, por cierto.
De seguida, falta una apuesta más riesgosa en la manera de enfrentar el tema de la pedofilia. Vale decir, lo único que tenemos es la perspectiva de esta maquiavélica niña que sabe exactamente como tenderle la trampa a un fotógrafo de treintaitantos que gusta de adolescentes. En este sentido, es su lectura del pedófilo. La película no toma jamás el riesgo de "meterse en la cabeza" del fotógrafo. Cómo vé las cosas, por qué tiene las inclinaciones que tiene, cómo se las justifica, ¿está enfermo o es "malo"?, ¿Qué necesita para que se le gatillen esos impulsos?
Para mi gusto "Hard Candy" no es una buena película. No es mala tampoco, de hecho vale la pena verla, pero tiene carencias importantes que a uno lo dejan con "gusto a poco". De partida llega un punto en que la narración parece no tener clímax. Se "estanca" en un momento después del cual ya no hay más vaivenes. En un momento tenso, por cierto.
De seguida, falta una apuesta más riesgosa en la manera de enfrentar el tema de la pedofilia. Vale decir, lo único que tenemos es la perspectiva de esta maquiavélica niña que sabe exactamente como tenderle la trampa a un fotógrafo de treintaitantos que gusta de adolescentes. En este sentido, es su lectura del pedófilo. La película no toma jamás el riesgo de "meterse en la cabeza" del fotógrafo. Cómo vé las cosas, por qué tiene las inclinaciones que tiene, cómo se las justifica, ¿está enfermo o es "malo"?, ¿Qué necesita para que se le gatillen esos impulsos?
La evidencia psiquiátrica apunta a considerar la pedofilia como una enfermedad. Es decir, un pedófilo nunca "se cura". Esto, absorbido por el sentido común, ha llevado a muchos y muchas a pensar que nuestro fugado pedófilo en Brasil debe ser esterilizado, castrado, e incluso ejecutado (reponer la pena de muerte) despertando ese Tánatos que está en todos cuando vemos que hay un Eros equivocado.
Muchos psicólogos y psiquiatras están de acuerdo en considerar que esta parafilia en muchos casos puede estar "latente", sin manifestarse y que esta saldría a flote frente a estímulos o "gatilladores".
De hecho, hasta hace poco era posible ver en el programa "Rojito" conducido por la adoloscente María José Quintanilla (en la foto) niños y niñas de 10 años e incluso menos bailando reggetón (¿así se escribe?).
No sé ustedes, pero a mi ya me tienen cansado los dobles discursos: por un lado condenamos y linchamos públicamente a los pedófilos "públicos" (Spiniak, Lavandero, Zacarach, y durante un tiempo Jovino Novoa), por otro lado niños -ni siquiera adolescentes- se menean pélvicamente al ritmo del "perreo" (sugerente palabra ¿no?) con letras que hablan de "mamis" y "papis" para referirse a las parejas sexuales.
No creo ser el único al cual esto le parece disonante.
La verdad es que antes de linchar -y no digo que no haya que hacerlo- tenemos que hacernos cargo, especialmente los medios de comunicación, de la responsabilidad de despertar a los pedófilos latentes con sincopados movimientos eróticos en niños que ni siquiera saben lo que hacen cantando "no me importa que usted sea mayor que yo..."
Se podría decir que esto no tiene nada que ver y que no vamos a andar prohibiendo lo que "la gente" quiere ver por culpa de unos pocos enfermos. Y con justa razón -de hecho no llamo a prohibir nada, sino a hacernos cargo de los dobles discursos-. Pero si quienes defienden esta postura realmente piensan que la televisión no afecta ni gatilla conductas que no estaban ya premeditadas, entonces ¿para qué sirve la publicidad en la tele? ¿No hay ahí el supuesto de que los mensajes en televisión pueden incentivar ciertas conductas que hay que "despertar"?
No se les puede culpar mucho tampoco, después de todo, nadie quiere estar dentro de la cabeza de un pedófilo.
Tema que está lejos de agotarse. Por Favor reAcciones.
Muchos psicólogos y psiquiatras están de acuerdo en considerar que esta parafilia en muchos casos puede estar "latente", sin manifestarse y que esta saldría a flote frente a estímulos o "gatilladores".
De hecho, hasta hace poco era posible ver en el programa "Rojito" conducido por la adoloscente María José Quintanilla (en la foto) niños y niñas de 10 años e incluso menos bailando reggetón (¿así se escribe?).
No sé ustedes, pero a mi ya me tienen cansado los dobles discursos: por un lado condenamos y linchamos públicamente a los pedófilos "públicos" (Spiniak, Lavandero, Zacarach, y durante un tiempo Jovino Novoa), por otro lado niños -ni siquiera adolescentes- se menean pélvicamente al ritmo del "perreo" (sugerente palabra ¿no?) con letras que hablan de "mamis" y "papis" para referirse a las parejas sexuales.
No creo ser el único al cual esto le parece disonante.
La verdad es que antes de linchar -y no digo que no haya que hacerlo- tenemos que hacernos cargo, especialmente los medios de comunicación, de la responsabilidad de despertar a los pedófilos latentes con sincopados movimientos eróticos en niños que ni siquiera saben lo que hacen cantando "no me importa que usted sea mayor que yo..."
Se podría decir que esto no tiene nada que ver y que no vamos a andar prohibiendo lo que "la gente" quiere ver por culpa de unos pocos enfermos. Y con justa razón -de hecho no llamo a prohibir nada, sino a hacernos cargo de los dobles discursos-. Pero si quienes defienden esta postura realmente piensan que la televisión no afecta ni gatilla conductas que no estaban ya premeditadas, entonces ¿para qué sirve la publicidad en la tele? ¿No hay ahí el supuesto de que los mensajes en televisión pueden incentivar ciertas conductas que hay que "despertar"?
No se les puede culpar mucho tampoco, después de todo, nadie quiere estar dentro de la cabeza de un pedófilo.
Tema que está lejos de agotarse. Por Favor reAcciones.