lunes, julio 28, 2008

El gesto de la semana: No se escucha la música, súbanle el volumen por favor


Mucho podría decir sobre el asunto de María Música, y de la sorda ministra que no quiere oír (pese a que se llene la boca con los eufemismos propagandísticos del diálogo).

No deja de ser simbólico que "la Música" esté desesperada por hacerse escuchar...

En estos días, entre alcaldes metiches y apoderados reaccionarios, el consejo de profesores deberá decidir si este acto (hecho en vacaciones, no mientras estaba en clases ni con el uniforme escolar), amerita la expulsión de la pequeña terrorista.

Tengo mis opiniones sobre la ministra. Básicamente no tengo idea por qué la presidenta "socialista" del "gobierno ciudadano" pone una persona así en un cargo de esta importancia.

O sea, decir que el paro de profesores era "una jornada de reflexión para estudiar los resultados del Simce" y que "ellos están trabajando JUNTO a nosotros para mejorar la calidad de la educación", me parece propio de un Goebbels...pero con severo retraso mental. Además, al referirse a la expulsión de Música, miente descaradamente.

La única explicación que se me ocurre es que puede ser que esto de "socialista" y "ciudadano" no es tan así.

Pero no creo.

La presidenta es tan sencilla y cercana que se me hace difícil pensar que sea parte de una mentira. A parte, fue torturada, así que dudo que avale la represión violenta y exagerada.

En Ministros de Educación tengo la sensación de que vamos de mal en peor...

Los dejo con Dauno Tótoro, que tiene un elocuente testimonio de la inclinación al diálogo y fortaleza valórica de nuestra ministra de propaganda-educación. Esto me llegó en una de esas escasísimas cadenas de correo electrónico que traen algo interesante. Agradezco a Paula por eso.

Estimados,

Luego de ver a la niña de ayer empapando a la Ministra de Educación, recordé mi propia experiencia con esa señora. Quiero compartirla. Si les tinca, difundir.

Saludos,
Dauno Tótoro Taulis

H2O

María Música, estudiante chilena de 14 años de edad, lanzó agua al rostro a la Ministra de Educación Mónica Jiménez cuando la Secretaria de Estado había dado unilateralmente por finalizado un "encuentro participativo en educación". La niña intentó, antes del hecho, buscar explicaciones (de boca de la Ministra) al por qué cuando ella y sus pares y profesores salen a las calles de las ciudades de Chile para demandar una ley de educación que signifique que en el futuro cercano y lejano nuestros compatriotas sean seres humanos y no alienígenas descerebrados, el Estado responda no con argumentos sino con bombas lacrimógenas, aguas urticantes, golpes de palo en las cabezas y patadas de energúmenos contra niños, niñas y maestros de escuela. La Ministra que presidía el eufemístico "encuentro participativo" no contestó. Sus guardaespaldas suspendieron la cita. Lo de la niña, abrumada por el silencio y la indiferencia a modo de única y bastarda respuesta, es un argumento. Simbólico, pero tremendo argumento. "Era como hablarle a la pared", dijo María Música horas más tarde al explicar su acción. La Presidenta de Chile destacó el hecho como un "acto antidemocrático". El vocero del Gobierno y otras autoridades describieron el suceso como "magnífica demostración de la incapacidad de diálogo de los estudiantes de Chile". Otras personalidades públicas sugirieron de inmediato la expulsión de la alumna de su escuela, el traslado del caso a tribunales de justicia. La quieren castigar. Uno que otro estará pensando en colgarla del palo mayor o en lanzarla cerro abajo, para escarmiento y ejemplo. Antes abusaron de ella (ha estado cuatro veces detenida y ha quedado registro de sus hematomas en brazos y piernas) como han abusado de sus adolescentes pares con el guanaco, el zorrillo, la luma, el bototo, el silencio, la indiferencia, la sorna… pero, por encima de todo, con la tonta y vana convicción de que por ser chicos son nada y que están solos. Somos todos chicos y estamos todos solos. Tengo una hija de la misma edad que la estudiante del jarro de agua, y un hijo de quince años. Hay otra de dos años que aún no ha sido bautizada por el lanza aguas. Sería el colmo. El de 15 ha llegado a casa mojado y asustado luego de cada manifestación pingüina. Y al día siguiente parte otra vez. Claro, cada vez que va, en casa quedamos con los dientes apretados. Debe ser porque algunos padres de mi generación tenemos experiencia respecto de lo que se arriesga. De eso quiero hablar: conocí a la Ministra Jiménez. Sé de lo que estoy hablando. Mucho antes de que la niña del jarro de agua naciera, en aquel ahora lejano 1986, fui expulsado de la Universidad Católica de Chile por participar activamente en el movimiento estudiantil que se agitaba en busca de democratizar la Universidad y el país. A sólo un semestre de terminar mi carrera, el Consejo de Rectores, por recomendación del por entonces mandamás de la PUC, Juan de Dios Vial Correa, decretó mi alejamiento de las aulas universitarias… las de la PUC y las de cualquier otra universidad del país… para siempre. Se armó tremendo escándalo pues este "peligro para la convivencia académica" era dirigente de la FEUC, Consejero Estudiantil en el Consejo Superior de la Universidad y Presidente del Centro de Alumnos de su carrera. Fue entonces que entró al baile la señora Mónica Jiménez, en aquella época Presidenta de la Asociación de Académicos de la PUC y miembro del Consejo Superior de esa casa de estudios, sitio en el que coincidía regularmente conmigo, para su desgracia y la de las demás autoridades pontificias. Haciendo demostración de su "espíritu democrático y profundas convicciones católicas", propuso al rector solucionar el entuerto mediante el diálogo. Fui citado a la oficina de Vial Correa, donde Mónica Jiménez, nuestra actual Ministra de Educación, me brindó una clase magistral de conceptos democráticos y del significado profundo del arrepentimiento cristiano. Dijo la señora Jiménez que le recordaba enormemente a su padre cuando este tenía mi edad, "igual de vehemente, de apasionado, de arriesgado en la defensa de sus erróneos principios políticos –su padre, me explicó ella, era militante de la ultraderecha de sus días". Luego se extendió en una larga arenga en torno a un único concepto: a la Universidad se va a estudiar, no a hacer política. Para rematar, me hizo la propuesta que había convenido con el rector: que firmara un documento que habían preparado para tales efectos, mediante el cuál me comprometía a renunciar a mis convicciones políticas de izquierda; a renunciar a mis responsabilidades como dirigente estudiantil; a declarar públicamente ante la comunidad universitaria que me había equivocado al suponer que los recintos universitarios eran un campo de batalla más en la lucha contra la dictadura. "Firma este documento", me sugirió, "y de inmediato la sentencia de expulsión quedará sin efecto". Soborno, incitación a la traición, cohecho, amedrentamiento. Esos son los principios profundamente democráticos que barajaba la señora Jiménez, la misma que hoy se reúne con los estudiantes secundarios y los profesores en jornadas de ""encuentros participativos en educación". Aquella tarde de 1986 no encontré en esa oficina ningún jarro de agua a la mano. Sólo pude mirarla con lástima y desprecio, lanzarle una carcajada al rostro y salir de ahí con un portazo, cerrando para siempre cualquier posibilidad de convertirme en un profesional universitario, pero más convencido que nunca de todos aquellos principios de los que la señora Jiménez me intentó hacer abjurar. María Música, por mí y por todos mis compañeros.


Quiero agregar una pequeña reflexión: pienso en un absurdo que da el mismo Zalaquett. Él cree que la cobertura que ha tenido María Música transformándose en "una nueva figura política", amerita su expulsión. Creo que no hace más que darnos una "profecía autocumplida". O sea, si quiere una figura política, una "mártir" de los "pingüinos", échenla.
Ahí si que se va a poner mediática la cosa...

Y entretenida.


Por Favor, reAcciones

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me sorprende que tanto senadores como ministros y gente del mundo político hablen descaradamente sobre el actuar de Maria Música, siendo ellos muchas veces protagonistas de vergonzosos escándalos en los que se golpean, insultan y crucifican a otros, convirtiéndose el senado en un coliseo romano.
Obviamente el actuar de Maria música no se justifica, de lo contrario podríamos andar de golpes por la vida cada vez que algo nos moleste.
Tenemos que pensar que Maria tiene 14 años una edad bastante mas impulsiva que hombres y mujeres que tienen en sus manos la capacidad de decidir por nosotros y que se comportan y deciden peor que Maria.
Si hacemos una encuesta a cuantos les habría gustado tirarle un jarro de agua a la Ministra a muchos no hubiera encantado.

Keko dijo...

es como dice paula

se enfocan en problemas chicos, superficiales pero concretos.

como somos de la cultura de la imagen, necesitamos esa tangibilidad para descargarnos o celebrar

pero no de la cultura de la abstraccion y dejamos pasar por pereza intelectual o no entendimiento problemas profundos y complejos

algo asi escribo en lo ultimo que subí

cabe un comentario más

lo de maria musica ha sido manipulado como una cortina de humo y ha sido habilmente puesto en los medios con una tremenda desviación de la atención

salud.

Anónimo dijo...

Esto sí que es para "estar harto". Tremenda la experiencia de Dauno Tótoro, tanto como la de María Música. Creo que no queda mucho que agregar, los hechos hablan por sí solos, así como el doble discurso de la Ministra y del gobierno en general... una verdadera lástima.