martes, agosto 12, 2008

Irse de la ciudad y el suicidio de Schopenhauer

Recientemente pude ver "Grizzly Man" (2005), de Werner Herzog.
Creo que es uno de los documentales que más me han gustado y dejado pensando.
El cineasta alemán recoge uno de sus temas "fetiche": la relación conflictiva entre el ser humano y la naturaleza.
A decir verdad, más que la relación misma, es la interpretación que el ser humano hace de la naturaleza lo que lo obsesiona. Esto no sólo se puede ver en su "Fitzcarraldo" o en "Aguirre, la ira de Dios", sino que lo esboza muy bien en el documental "Mein liebster Fiend", donde dedica un pasaje a criticar la inconsecuente visión de la selva que tenía Klaus Kinski (frente a como mañoseaba el actor en las filmaciones de las dos películas antes mencionadas).
Herzog difiere con una visión "bondadosa" de la naturaleza. Para él no tiene sentido moralizarla, y mucho menos desprenderla de la violencia y obscenidad que le son intrínsecas.

Es por eso que Timothy Treadwell le aparece como un personaje tan atractivo.
Nacido originalmente bajo el nombre de Timothy Dexter, este ecologista y defensor de los osos Grizzlies originario de Nueva York, pasó 13 veranos viviendo entre ellos y grabando más de 100 horas de video. Acercándose demasiado a estas enormes bestias, llegaba un momento en que su cruzada por defenderlos implicó salirse de las normas del parque Katmai en Alaska, y arriesgar su vida -y eventualmente la de su novia- hasta que finalmente ambos la pierden, cuando ya era una especie de Steve Irwin de los osos en Estados Unidos.
El personaje que había consolidado este actor frustrado, y alcohólico-drogadicto rehabilitado, lo había llevado a cambiarse el apellido por otro que "sonara más atractivo", y usar un acento indefinible.
El 2003, acampando en un lugar peligroso, fuera de las normas, y demasiado tarde en el otoño (cuando sus osos "amigos" ya se habían ido a hibernar) él y su novia son devorados por un oso. Aparentemente un macho viejo que no pudo comer los salmones necesarios para hibernar, y que necesitaba acumular reservas para pasar el invierno.
"Murió en la suya", diríamos. Al igual que Irwin.

Sin embargo el trabajo que hace Herzog, en base al material grabado que él había dejado y con las entrevistas, se transforma en una excelente manera de narrarnos una tragedia en la cuál parece vislumbrarse la batalla que Treadwell estaba librando.
Batalla que era consigo mismo finalmente. Renegando de su vida pasada, demasiado citadina y "occidental", que encuentra "redención" -y como todo adicto, una nueva adicción- en la vida natural con los osos.
Un mundo al cual por más que se esfuerce en formar parte, le es finalmente ajeno.
Un mundo que por más que se esforzaba en idealizar y embellecer, seguía siendo mirado desde un punto de vista humano, demasiado humano.

Pese a que mi primo Javier -lector ocasional de estas columnas- me ha dicho que a veces son "muy elitistas", arriesgaré la posible incomprensión (aunque tiendo a ser optimista) por la necesidad de un nivel de abstracción:

En "El mundo como voluntad y representación" Arthur Schopenhauer, uno de los filósofos que me genera más atracción, plantea lo que a primera vista pudiera ser una paradoja:
"El suicidio, lejos de negar la voluntad de vivir, la afirma enérgicamente."
¿Cómo puede ser posible este aparente contrasentido?
Pues porque para Schopenhauer la "voluntad de vivir" está lejos de ser una actitud positiva ante la vida, tipo "Aló Eli" o de los testimonios redentores como "Elegí vivir".
La voluntad de vivir es una carga. Y esta noción se le impregnó en los numerosos viajes que hizo a la China, India, y otros países orientales.
Es una carga porque finalmente somos mortales, y ese deseo de aferrarnos a una vida que sí o sí se nos acabará, nos genera angustia y sufrimiento.

Nada de descabellado dada la manera conflictiva que tenemos de asumir la muerte en nuestra cultura.
Pues bien, para Schopenhauer el suicida no niega la voluntad de vivir, niega la vida.

"El suicida ama la vida; lo único que pasa es que no acepta las condiciones en que se le ofrece."
En otras palabras, desearía tener una vida sin sufrimientos, una vida plena. Se quita la vida por que no "asume" el sufrimiento que hay en ella. Es decir, imagina una vida gozosa y libre de penurias.

Algo de eso podemos encontrar en la vida de Treadwell. Lejos de negar su origen y vida "occidental neoyorquina", la afirmaba cada día al buscar en la naturaleza, al imponer a la naturaleza aquellos valores y afectos que no tenían lugar en la ciudad y sus vicios. Y además, en sus grabaciones el tema de morir era recurrente, dejando en claro que "moriría feliz" entre los osos. Muchos de sus detractores dejan en claro que él prácticamente "se lo buscó", casi como un suicidio.

Hace unas semanas conversaba con keko sobre aquel sueño burgués cliché de "mandar todo a la cresta e irse a vivir lejos de santiago en un terreno autosustentable". Como buen pequeño burgués cliché que tiendo a ser, debo admitir que la idea me seduce de cuando en cuando.
Pero también me gusta lo macabro.
Y nos poníamos a pensar que sucedería si "la ciudad te pillara" en tu refugio rural. Total, si quieren poner represas en la Patagonia...

Yo afirmaba que frente a esa situación la única opción es el suicidio. Tal vez un suicidio "altruista" dinamitándose en una represa o forestal, pero suicidio al fin.

Si ya te fuiste de la ciudad porque no aceptas las condiciones de vida que te ofrece, que la ciudad te alcance se transforma en una fatalidad. Quiere decir que no puedes vivir como quieres vivir.

Si lo pensamos como una analogía, renunciar a la vida citadina se aparece como un suicidio. No aceptamos que la vida tenga tacos, bocinas, smog, gente mal genio, gente que duerme en las calles, stress, lanzas, atochamientos en el metro, comercio ambulante, cámaras de seguridad, Megavisión, ruidos de construcción, taxistas, prepotentes, malls, Mc Donald's, etc.

Creemos que la vida puede estar libre de todo eso.
Creemos que la vida puede ser una vacación constante.
Creemos que negando la vida urbana podemos contactarnos con lo "natural", cuando no hacemos más que afirmar la ciudad como nuestro punto de referencia y oposición cada día.

Y si esa ilusión se nos cae, si ese suicido fracasa, ¿Cuál podría ser la salida sino un mismo suicidio?

Usted estimada lectora, estimado lector, ¿Es un suicida en potencia?
¿Mandaría todo esto a la cresta por el olor a bosque, campo, o playa?
¿Y si llegaran las bocinas, grúas, y torres de alta tensión?

Por Favor, reAcciones


P.S. o "Bonus track": Me percato del tono "Kurt Cobain" con que esto se podría leer.
No es mi intención.
En cualquier caso, dejo otra provocación ya enunciada antes: los drogadictos y alcohólicos son los primeros en admitir que ellos nunca se "curan", aunque pueden rehabilitarse en la medida que no consuman nunca más aquello de lo que dependieron.

Yo creo que el tema no pasa por la substancia, pasa por ser predispuesto a ser adicto.
Nada más claro que ver un adicto rehabilitado: se transforman en adictos a otra cosa.
Tatuajes, dios (rehabilitación evangélica), gimnasio, deportes, o incluso su misma rehabilitación, transformándose en redimidos miembros del personal de la clínica o centro donde "vieron la luz".

En el caso de Timothy Treadwell, fueron los osos grizzlies la adicción "de reemplazo".
Adicción de la que paradójicamente murió por "sobredosis".

7 comentarios:

Vicente Vadich dijo...

Esa actitud de proteger a nuestra madre naturaleza es la resaca del pensamiento racionalista, pensando que somos nosotros los que le damos sentido al mundo. Si algo bueno tienen los empiricistas sería eso: admitir que el curso de la tierra seguirá millones de años después de la muerte del Hombre Omega, que el mundo seguirá girando aún si no nos involucramos. La sociedad concientizada nos hace creer que el mundo se va a acabar si seguimos arrasando con todo. La verdad es que, si pisas una flor, unas cincuenta más crecerán en su lugar.

Es curioso... películas en el cuerpo no me faltan, pero apenas las he tocado en mi propio blog. Algo tendré que hacerle.

Y sigue en pie mi propuesta de un feedback palístico. Mi mail es faiterus@yahoo.com

Ideasingracia dijo...

Mirándolo de esa forma creo que existen demasiadas formas de suicidios, claramente que aquellos más "valientes" emigran de su vida gris para encontrar una que le entregue plenitud, pero también hay quienes se suicidan en la misma amargura y se conforman con lo mismo ,pasan a consumir y producir, y mueren en la vida citadina, aquí cabe de lleno la pregunta ¿es cobardía el suicidio?
Saludos.

Anónimo dijo...

Parecido al caso de Treadwell es el de Cristopher McCandless, inmortalizado en la pelicula de Sean Penn "Hacia rutas salvajes"...no sé si has escuchado hablar de la película. McCandless estaba obsesionado con una vida estilo asceta, lejos de lo mundano y lo material. Inspirado por Henry David Thoreau, Jack London y Tolstoi, dejó todo atrás para encontrar su muerte en el frio Alaska.Hasta el día de hoy hay debates sobre si McCandless quería escapar de sus problemas familiares y se dejó morir de hambre en Alaska (iba a conciencia muy mal preparado y si hubiese caminado un poco más lejos de donde se encontraba hubiese encontrado un puente para cruzar el río aumentado por los deshielos) o si de verdad sólo quería una aventura que lo ayudara a "encontrarse a si mismo". Quizás a McCandless le pasaba lo que a Schonpenhaur, de pensar que el "suicida ama la vida, lo único es que no acepta las condiciones en que se le ofrece".

La película de Sean Penn es bastante sentimental, pero no por eso menos buena. Me regalaron el libro en el cual se basó la película, y a pesar de en ciertos pasajes no hace más que dejar a McCandless como un heróe trágico, también da luces sobre las verdaderas motivaciones que tenía para realizar tal viaje. Aparte de la película hay un documental, no he podido verlo porque es más viejo, pero hablan con las personas que McCandless encontró en su camino.

Creo que como McCandless y Treadwell hay muchos, que tienen la misma fascinación/obsesión por la naturaleza, pero que sin embargo no son tan conocidos...y creo que seguirá habiendo personas que creen que tanto amor por la naturaleza puede ayudarlos a resolver conflictos internos y otras cosas...el problema es que muchas veces la naturaleza que tanto aman termina matándolos.

Keko dijo...

daniela, muchas veces la naturaleza que tanto amas te termina matando?

no será que todas las veces?

por que de esa manera nos ha programado la naturaleza, que dicho sea de paso nos incluye, nosotros somos naturaleza. me apestan esos carteles que dicen "cuida la naturaleza, es de todos" por que la verdad de la milanesa es otra, la naturaleza no es nuestra, segun yo es todo lo que hay aunque algunas veces se encuentra muy modificada. esos carteles deberian decir "cuida a la naturaleza, eso tb te incluye" o alguna volá cursi de ese tipo.

volviendo al tema, el que la naturaleza te mate no es ningún problema. la muerte es un cese de funciones que le da sentido a la vida.

pelando el cable sobre este tema, llegue a la conclusion de que el problema que tiene el dios de los católicos es que el no puede morir, puede hacer todo lo que quiera en el tiempo infinito y eso me suena a pasajes muy aburridos y por eso que "el plan de dios" incluye tantas injusticias de teleserie, para hacerse su vida mas entretenida jaja

en fin .. el suicidio como irse de la ciudad aparece como una entelequia (vale compare ja), como las vacaciones: te suicidas una vez al año por un mes mas menos, y te recargas para seguir soñando en ese sueño burgues que probablemente nunca realizarás...

ahora, justamente me gusta ver la vida al revés, la verdadera vida empieza en las vacaciones y todo el resto del año te metes en una crisálida somnífera y atontada para acumular los recursos para .. irse de vacaciones. nótese que esto tb le da sentido a las vacaciones.

sueno muy tajante, pero es para ilustrar con menos detalles la dirección de lo que digo.

un abrazo compare
aguante el suicidio altruista, el que vale la pena

k

Juan Emar dijo...

Que bella discusión que se ha armado. Debo admitir que tuve momentos de flaqueza y pensé que se quedaría en el silencio, pero agradezco mucho vuestros aportes.

Vicente Vadich: agradezco que traiga un tema de la "metafísica de nuestro tiempo" diría Heidegger, que si bien nunca estuvo explícito resonaba en ese eco que asertivamente expone.
Efectivamente, moriremos -y nos lo merecemos- y la tierra seguirá girando con cucarachas y escorpiones.
Estaré expectante a sus comentarios de cine, y sobre el feedback, lamento haberme visto sobrepasado por el plazo. Sin embargo asumo la oferta como constante y la tomaré cuando sea posible.
Saludos

Ideasingracia: gran pregunta. Para mi gusto un suicidio requiere de una determinación y valentía que divide entre los muchos que lo han pensado y los pocos que lo han hecho.
Me gusta mucho la propuesta de inversión de la lógica. Desde el punto de vista que sugieres, pues claro, pareciera que hay muchos que en vez de suicidarse de una vez, prefieren matarse lentamente.
Saludos

Daniela: esa película me tiene curioso hace casi dos meses, cuando oí de ella por primera vez. Voy a tomar cartas en el asunto...
Sobre la naturaleza como vehículo para resolver conflictos internos me parece que estamos en el mismo registro. No es muy distinto a lo que dice Vicente, finalmente hay una visión moderna en la cual el mundo adquiere un sentido otorgado por nosotros, y la paradoja está en que estos personajes buscan que la naturaleza les dé el sentido que perdieron en sus vidas.
¿Círculo vicioso?
Queda abierto...
Saludos

Keko: interesante propuesta. Es poner de cabeza la noción de "homo faber", o la importancia del trabajo como relación social y realización según Marx...
Ahora, ¿Qué significa entonces que nuestra "verdadera vida" equivalga a menos del 10% de nuestra vida?
Me asusta un poco la proporción, aunque puede que -tristemente- tengas mucha razón.
¿Dónde nos deja eso?
Un abrazo

Anónimo dijo...

Creo que la opción de irse de la ciudad, no es para escapar de ella, de su ruido y complicaciones, sino para poder usar tu tiempo como mejor te parezca.
Vivir en la ciudad implica tener un empleo para subsistir, acá en Chile generalmente el trabajo ocupa todo el tiempo de una persona, vives para trabajar.

Anónimo dijo...

volver a la naturaleza...el viejo pascuero se enojo y le disparo a lo que se cruzo, ese es el suicida urbano.