jueves, septiembre 04, 2008

El femicida del mes: "El psicópata de alto hospicio"


Como estoy lejos de aspirar a la originalidad, a veces los someto -estimadas lectoras y estimados lectores- al reciclaje de columnas publicadas en otros lados, escribir varias columnas en torno a un tema (como el "femicidio" por ejemplo), o derechamente a tocar temas que ya "han pasado de moda". Todo esto, claro está, jamás a sus espaldas.
Algo de ética me queda...

Hoy reciclaré una "decisión editorial" que ya tomé el año pasado, cuando subí una columna sobre "El Chacal de Nahueltoro" como femicida del mes en el mes de la patria: tomar algún femicida famoso que cumpla con esto de ser compatriota.

Como ya vieron en el título y foto de la columna, septiembre honrará a Julio Pérez Silva, "El psicópata de Alto Hospicio".

Oriundo de Puchuncaví, se dice de él que era un tipo tranquilo, callado, e introvertido. Con 22 años se casó con una calerana, Mónica Cisternas, con quién tuvo 2 hijas. El matrimonio no duró mucho, y comenzó a convivir con Marianela Vergara quien también tenía dos hijas. Con ella regresó de La Calera a vivir a Puchuncaví, donde dicen que se comportaba como un buen marido.

A mediado de los noventa, Julio se aburre y decide ir a buscar trabajo a Iquique. Dedicado a cargar sacos de sal en un comienzo, conoce en una fiesta a Nancy Boero. Ella, 14 años mayor y con 6 hijos, decide convivir con él después de dos semanas de conocerlo, y luego se mudan a Alto Hospicio.
Allá dejó de cargar los sacos de sal, y se transformó en taxista pirata.

Y se transformó en algo más...

17 de septiembre de 1998, un día antes de fiestas patrias, recoge en la costanera de Iquique a Graciela Montserrat Saravia. Aparentemente la joven de 17 años le despertó el apetito y le ofreció dinero por sexo. Según su confesión, todo iba bien hasta que la chica intentó robarle.
Nuestro Julio perdió el control, la golpeó hasta la muerte, y la dejó en una playa.

En un modus operandi propio de sus ataques, Julio después de cada asesinato se baña, peina, y continúa siendo el vecino y padre de familia ejemplar que era.

El 24 de noviembre de 1999, le ofrece a Macarena Sánchez, de 13 años, un acercamiento al liceo. Aquí Julio cruza una línea simbólica: ya no hay ofrecimiento de dinero, ya no hay un robo que enfurece. Julio la amenaza con un cuchillo, la viola, le amarra las manos y la tira a un pique minero.

En febrero del 2000 da otro paso más: ataca a Sara Gómez y tres días después a Angélica Lay. El tiempo entre sus ataques se había reducido a menos de una semana.

El psicópata ya estaba desatado.

23 de marzo del mismo año, y viola y asesina a Laura Zola de 14 años.
El 5 de abril viola y asesina a Katherine Arce. Entierra su cadáver en un basural clandestino.
22 de mayo: rapta y asesina a Patricia Palma. 10 días más tarde viola y asesina a Macarena Montesinos.
El 2 de julio es el turno de Viviana Garay, a quien mata de un golpe en la cabeza.
Sin embargo, el papá de esta niña agrupó a todas las familias que estaban sufriendo lo mismo, y el tema pasó a ser noticia. Esto puso al "Segua" (como le decían en Puchuncaví), en un "letargo" de 9 meses.

Aguantó hasta el 17 de abril del 2001.
Esa madrugada, todavía sin luz, amenazó con un cuchillo a Maritza de 16 años, y la violó. Sin embargo no la asesinó, las luces de un auto -cuando le iba a arrojar una roca sobre la cabeza de la niña- lo hicieron huir. Maritza, que no pudo ver a Julio, fue llevada a un hospital, donde le extrajeron muestras de semen del "Segua".
El cerco comenzaba a cerrarse.

El 3 de octubre comete el ataque final: Bárbara N de 13 años logra sobrevivir al ataque y evitar su violación. Horas más tarde, Julio Pérez Silva es detenido.
Admitió sus asesinatos, indicó el lugar donde había puesto los cadáveres, y nunca alegó demencia.
Su voz fue reconocida por Maritza, y la muestra de ADN fue concluyente.

Finalmente, Julio confesó 14 homicidios calificados, 2 violaciones, y un intento de asesinato. La sentencia dada en febrero del 2004 lo condenó a 70 años que cumple en la cárcel de alta seguridad de Arica, aislado, con cámaras para evitar un segundo intento de suicidio, visitado semanalmente por Nancy, su pareja.

Hay que decir que para algunos, este caso aún tiene muchos cabos sueltos...

Lo peor del todo, para mi gusto, fue que inicialmente las familias recibieron como vergonzosa excusa de parte de las autoridades que sus hijas desaparecidas habían huido a buscar una mejor vida.


¿Y el porqué?



"No sé por qué lo hice" contestó Julio al juez.


Por Favor, reAcciones

P.S.: les dejo una fotito del "Segua" en formato familiar



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran historia. Justamente lo primero que a muchos se nos viene a la mente es la displicencia policial y judicial. Como de costumbre, los prejuicios, o bien el desprecio, marcaron la investigación.
La foto es realmente sobrecogedora.
saludos

Anónimo dijo...

Probablemente este juez sea el único en todo Chile con dos dedos de frente que " no sepa por qué lo hizo". Muy ejemplificador y da mucho para pensar.

Anónimo dijo...

Julio es como el extranjero. Seguramente mató de aburrido y de caliente, de alienado, de perdido en alto hospicio, el más grande campamento de chile que ahora es como la pincoya multiplicado por mil. Igual la muni de alto hospicio apaña.
El personaje de Camus con olor a empanada del mes.
saludos

Juan Emar dijo...

Luis: esos desprecios clasistas son de los lastres más vergonzosos que tenemos. Vaya contraste que salta a la luz cuando las niñitas del cumbres acaparan tamaña atención.

Anónimo: no entendí mucho la alusión al Juez, pero estamos de acuerdo, da mucho para pensar.

Toque femenino: interesante comparación, voy a releer ese libro.
Empanda del mes...jajaja, de pino supongo.