Ayer fui a la marcha.
Lamentablemente la deformación profesional hace rato que me ha llevado a observar el "fénomeno" de las marchas, más que participar en ellas.
Inevitablemente comienzo a fijarme en la gente, su sexo, edad, las consignas, lo que se escribe en las pancartas y lienzos. Trato de estimar el estrato socioeconómico, o de fijarme en aquellas personas que coinciden en este lugar, siendo que sería altamente improbable que se encontraran en su cotidianeidad.
En todo caso, para estimar la cantidad de gente soy pésimo. Las grandes aglomeraciones se me escapan de los números, y nunca he intentado un método algo efectivo para hacerlo, así que en estos casos me pueden decir 10.000, 12.000, o 15.000 y no podría defender o rebatir ninguna de las cifras.
Eso sí, hace tiempo que no veía tanta gente en una marcha. Y cualquiera de las cifras mencionadas (que es poco considerando el "Universo") me parece alta dada la tendencia endémica que tenemos a dejar que nos metan goles, alegar desde el taxi, y no salir a la calle a exigir -algo que no tengo ningún pudor en decir que envidio de la sociedad civil trasandina.
Dos "aterrizajes cosmopolitas" me sucedieron: me encontré con un amigo del colegio que había estado un año en Australia, su polola australiana no lo acompañó a la marcha. Simplemente no podía entender que en este país fuera necesario protestar por algo tan superado en países como el de ella.
El otro me pasó después de la marcha. Me junté con mi gran amigo César que lleva varios años viviendo en Buenos Aires y anda de paso. Me decía con la lejanía de un compatriota que vuelve después de un tiempo a su tierra: "No lo puedo creer. Este país va para atrás...".
Es cierto. Esta marcha no debió haber existido.
Pero no por las razones que la minoría conservadora esgrime, sino porque simplemente no debió haber tenido nunca razón de ser.
Y esto ya se ha hablado en muchos lugares: el TC no debiera existir, Bertelsen debió inhabilitarse, que se debiera dejar para todos estos temas (sobre todo si el comienzo de la vida es discutido por los conservadores) la libertad de conciencia, etc.
Personalmente me de una vergüenza ajena gigantesca los continuos retrocesos desinformados, prejuiciosos, y prohibitivos que la minoría conservadora impone desde el Conace hasta el TC. Y digo "ajena", porque en estos momentos este país se me hace tremendamente ajeno, y ando con el "país de mierda" a flor de piel.
Pero en fin, es donde me tocó y donde vivo...por ahora.
Vuelvo a la marcha.
Más allá de temas menores (y de siempre) como la cantidad de gente que estuvo efectivamente, o que el mercurio intente igualar gráficamente las protestas a favor con las en contra de la píldora, me quedo con algunos aspectos de ayer que me llamaron la atención muchísimo:
- Se hace evidente -a pesar de la reducción y simplificación de los periodistas- que el tema trasciende a la píldora o al fallo en sí mismos. Ahora, esto cualquiera con dos dedos de frente puede saberlo. Pero no pasa solamente porque se invoquen valores como la libertad de conciencia, de elegir, del cuerpo, la inequidad, autodeterminación, etc. en carteles, lienzos, y cánticos. La misma composición de los manifestantes daban cuenta de esto: ¿Qué hacían señoras ya menopáusicas cantándole a la UDI que por su culpa tenían "el agua cortada" ahora? ¿O grupos de minorías sexuales? Me respondo yo mismo: esto va más allá del uso mismo de la píldora. De hecho, la píldora no se vende ni se entrega mucho. Pero el simbolismo de su prohibición es capaz de sacar a la calle a gente que no la necesita.
- La marcha hizo convivir a gente que difícilmente compartiría un espacio común en su día a día. Se hace muy difícil hacer una lectura "de clase", y que si bien había harto ABC1 no fue tan hegemónico como en las marchas en contra de la píldora. En palabras simples había una mezcla bien extraña donde empleados fiscales y colegio de profesores marchaban junto a abogados recién salidos de la pega (vestidos de terno), anarkistas, Bastián Bodenhöfer, travestis, y la juventud DC (!), el PS, PPD, PC, PC(AP). Entretenida la convergencia.
- Me extraña, y mucho, no haber visto ninguna organización pro-aborto. Pareciera que esta castración moral pega de tal forma que todavía no nos atrevemos a defenderlo. Si el aborto fuera legal, el fallo del TC ni siquiera existiría. Y estoy seguro que muchos de los que estábamos ayer estamos a favor de él. Nos falta harto como país si ni siquiera nos atrevemos a manifestar lo que realmente creemos con todas sus letras.
Yo estoy a favor del aborto.
Por la libertad de la mujer de decidir si va a ser una incubadora o no.
Por que no nazcan hijos no deseados.
Por la maldita sobrepoblación.
Por Favor, reAcciones
P.S.: Esta columna está dedicada con mucho amor a (todos) mi(s) amigo(s) Opus Dei que insiste(n) -tal como operan en "La Obra"- en anónimamente comentar y amedrentar a los que piensan distinto (pidiéndoles incluso que desaparezcan), en la sección que les tengo dedicada a su fundador.
Como lo hace(n) de forma anónima, no sé si es uno o varios. He ahí tanto paréntesis.