Hace tiempo que no nos hacen el conteo de los "femicidios" ni se entierran cruces en plaza italia. Ignoro si es porque no han ocurrido casos, o si es porque estuvieron tapados por las cenizas de Chaitén. En cualquier caso, el asunto es que Laura Albornoz, la elocuente ministra colorina del Sernam, lleva harto tiempo sin cámara.
Y este blog, que es un eterno agradecido de los particulares argumentos que ella utiliza, le rellenará el ansia de femicidas -que al parecer están medios flojos- con uno de los pesos pesados: David Berkowitz, el hijo de Sam.
Nació el 1º de junio de 1953 en Brooklyn, Nueva York. Se llamaba Richard David Falco, pero aparentemente tampoco era un embarazo deseado y fue dado en adopción a la semana de nacer.
La pareja judía de Nathan y Pearl Berkowitz lo adoptaron, le dieron su apellido, y le cambiaron el orden de sus nombres: ahora era David Richard Berkowitz.
De niño, hiperactivo, con poco interés por los estudios, y una inteligencia superior al promedio, entusiasta del béisbol, ladrón ocasional, y pirómano.
En 1967 muere su madre adoptiva de un cáncer de mama hasta ese momento desconocido para David. Su padre se volvería a casar pronto, y se fue a vivir a Florida con su nueva esposa cuando David cumplió 18. Se las tendría que arreglar solo ahora.
En 1971 entra al ejército, donde destacó por su buena puntería. "Sirvió a su país" en Corea, y finalmente se salió en 1974. Ese mismo año encuentra a su madre biológica, Betty Falco. En las varias visitas que le hizo a ella y a su hermanastra, su madre le contó la ruda realidad de su concepción: fue una "canita al aire" de su madre con Joseph Kleinman, un hombre casado. Tony Falco -padre de la hermanstra de David- abandonó a Betty tiempo antes, pero nunca se separó legalmente. He ahí que pese a que Kleinman le sugirió abortar al futuro asesino en serie, Betty tuvo su hijo, y le dió el apellido y la paternidad legal de su ex-marido.
Dicen que era alrededor de la 1 de la madrugada del 26 de julio de 1976, cuando Jody Valenti (19) y Donna Lauria (18) conversaban en el auto de ésta frente a su casa. Un hombre se acercó al auto y les disparó con un revólver calibre .44 . Donna fue herida en un brazo y el cuello, y llegó muerta al hospital. Jody sobrevivió a un balazo que alcanzó su pierna.
El 23 de octubre del mismo año, Carl Denaro (19) y Rosemary Keenan (18) estaban dentro de su auto en una calle solitaria. Berkowitz pensó por el pelo largo de Carl que era una mujer -lo que mantiene su carácter de "femicida" intencional-, pero en cualquier caso la bala que impactó detrás de su cabeza no le quitó la vida. A Rosemary no le pasó nada.
Casi un mes más tarde, el 26 de noviembre, Donna DeMassi (16) y Joanne Lomino (18) conversaban afuera del departamento de DeMassi. Un hombre se les acercó para preguntarles "¿cómo llego a...?" Un balazo a cada una. Joanne quedó parapléjica. Donna sobrevivió sin mayores inconvenientes. Lo curioso es que la descripción del asesino indicaba "pelo rubio".
Era la madrugada del 30 de enero de 1977, y John Diel (30) estaba en el auto con Christine Freund (26), cuando estalla la ventana. Christine había sido herida en la cabeza. Horas más tarde moría en el hospital.
8 de marzo, mismo año, Virginia Voskerichian (19) caminaba camino a su casa cuando se cruzó con Berkowitz. Simplemente sacó su arma y le disparó en su cabeza. Murió en el instante.
El 10 de marzo la policía hace pública la conjetura de que se trata de la misma arma la que ha sido disparada en todos los ataques. Y probablemente sea el mismo asesino. Se constituye una "Task Force" llamada "operación omega", y oficialmente empieza en Nueva York el temor público al "asesino del calibre .44". Sin ir más lejos, el monopólico magnate neoconservador Rupert Murdoch, que acababa de comprar el New York Post salvó de la bancarrota a tener buenas ganacias gracias al sensacionalismo con que trataba las especulaciones sobre los actos de Berkowitz.
17 de abril del '77 y Alezander Essau (20) y Valentina Suriani (18) estaban sentados en su auto a las 3 de la mañana. Dos balazos a cada uno. Suriani murió en el lugar. Esau falleció al rato en el hospital.
Esta vez apareció una carta dirigida al Capitán Borelli de la policía de Nueva York.
La carta, firmada por "el hijo de Sam", aclaraba que él no odiaba a las mujeres, pero que Sam le ordenaba matar y que estaba sediento de sangre.
Continúa aquí.
P.S.: Esta columna está dedicada a Mariana, una confesa admiradora de esta sección.
Y este blog, que es un eterno agradecido de los particulares argumentos que ella utiliza, le rellenará el ansia de femicidas -que al parecer están medios flojos- con uno de los pesos pesados: David Berkowitz, el hijo de Sam.
Nació el 1º de junio de 1953 en Brooklyn, Nueva York. Se llamaba Richard David Falco, pero aparentemente tampoco era un embarazo deseado y fue dado en adopción a la semana de nacer.
La pareja judía de Nathan y Pearl Berkowitz lo adoptaron, le dieron su apellido, y le cambiaron el orden de sus nombres: ahora era David Richard Berkowitz.
De niño, hiperactivo, con poco interés por los estudios, y una inteligencia superior al promedio, entusiasta del béisbol, ladrón ocasional, y pirómano.
En 1967 muere su madre adoptiva de un cáncer de mama hasta ese momento desconocido para David. Su padre se volvería a casar pronto, y se fue a vivir a Florida con su nueva esposa cuando David cumplió 18. Se las tendría que arreglar solo ahora.
En 1971 entra al ejército, donde destacó por su buena puntería. "Sirvió a su país" en Corea, y finalmente se salió en 1974. Ese mismo año encuentra a su madre biológica, Betty Falco. En las varias visitas que le hizo a ella y a su hermanastra, su madre le contó la ruda realidad de su concepción: fue una "canita al aire" de su madre con Joseph Kleinman, un hombre casado. Tony Falco -padre de la hermanstra de David- abandonó a Betty tiempo antes, pero nunca se separó legalmente. He ahí que pese a que Kleinman le sugirió abortar al futuro asesino en serie, Betty tuvo su hijo, y le dió el apellido y la paternidad legal de su ex-marido.
Dicen que era alrededor de la 1 de la madrugada del 26 de julio de 1976, cuando Jody Valenti (19) y Donna Lauria (18) conversaban en el auto de ésta frente a su casa. Un hombre se acercó al auto y les disparó con un revólver calibre .44 . Donna fue herida en un brazo y el cuello, y llegó muerta al hospital. Jody sobrevivió a un balazo que alcanzó su pierna.
El 23 de octubre del mismo año, Carl Denaro (19) y Rosemary Keenan (18) estaban dentro de su auto en una calle solitaria. Berkowitz pensó por el pelo largo de Carl que era una mujer -lo que mantiene su carácter de "femicida" intencional-, pero en cualquier caso la bala que impactó detrás de su cabeza no le quitó la vida. A Rosemary no le pasó nada.
Casi un mes más tarde, el 26 de noviembre, Donna DeMassi (16) y Joanne Lomino (18) conversaban afuera del departamento de DeMassi. Un hombre se les acercó para preguntarles "¿cómo llego a...?" Un balazo a cada una. Joanne quedó parapléjica. Donna sobrevivió sin mayores inconvenientes. Lo curioso es que la descripción del asesino indicaba "pelo rubio".
Era la madrugada del 30 de enero de 1977, y John Diel (30) estaba en el auto con Christine Freund (26), cuando estalla la ventana. Christine había sido herida en la cabeza. Horas más tarde moría en el hospital.
8 de marzo, mismo año, Virginia Voskerichian (19) caminaba camino a su casa cuando se cruzó con Berkowitz. Simplemente sacó su arma y le disparó en su cabeza. Murió en el instante.
El 10 de marzo la policía hace pública la conjetura de que se trata de la misma arma la que ha sido disparada en todos los ataques. Y probablemente sea el mismo asesino. Se constituye una "Task Force" llamada "operación omega", y oficialmente empieza en Nueva York el temor público al "asesino del calibre .44". Sin ir más lejos, el monopólico magnate neoconservador Rupert Murdoch, que acababa de comprar el New York Post salvó de la bancarrota a tener buenas ganacias gracias al sensacionalismo con que trataba las especulaciones sobre los actos de Berkowitz.
17 de abril del '77 y Alezander Essau (20) y Valentina Suriani (18) estaban sentados en su auto a las 3 de la mañana. Dos balazos a cada uno. Suriani murió en el lugar. Esau falleció al rato en el hospital.
Esta vez apareció una carta dirigida al Capitán Borelli de la policía de Nueva York.
La carta, firmada por "el hijo de Sam", aclaraba que él no odiaba a las mujeres, pero que Sam le ordenaba matar y que estaba sediento de sangre.
Continúa aquí.
P.S.: Esta columna está dedicada a Mariana, una confesa admiradora de esta sección.