miércoles, enero 14, 2009

"El Gran Hermano"

Una -de las tantas- lecturas obligatorias que agradezco del colegio es la de "1984" de George Orwell, seudónimo de Eric Blair. Publicada en 1949, narra desde la pesimista visión de un escritor que siempre fue socialista democrático, los alcances que podría tener una sociedad totalitaria. Siendo un hombre de "izquierda liberal" Orwell se opuso al estalinismo, y fue luchando por la causa republicana en la guerra civil española donde tuvo contacto con las prácticas propagandísticas y represoras tanto del estalinismo como del franquismo.
La trayectoria política de Orwell está cargada de historias, y si bien siempre se desempeñó en medios de izquierda, hace 6 años se publicó una carta donde Orwell denunciaba en una lista a siete artistas (incluido Charles Chaplin) que tendrían inclinaciones comunistas, lo que en esos años era sinónimo de "estalinistas". Bueno, confío en que si les interesa saber sobre su vida política y personal, buscarán en Internet al menos.

En el mismo año que da título al libro, se estrena la película homónima, dirigida por Michael Radford y con el gran John Hurt en el papel de Winston Smith (cosa curiosa, o no tanto tal vez, que sea él mismo el que poco más de 20 años después interpretara al Canciller Sutler en "V de Venganza", un verdadero "Gran Hermano" de un "1984" contemporáneo).
Para muchos -entre los que me incluyo- esta versión de 1984 es muy fiel al libro.

Winston trabaja en el Ministerio de la Verdad, que como su nombre lo indica, no es más que un ministerio de propaganda que se dedica a mentir cifras y reescribir la historia. Al igual como el Ministerio del Amor era el que castigaba y torturaba, el Ministerio de la Paz el que mantenía la guerra permanente (un guiño -para mi gusto- al concepto de Ministerio de "Defensa"), o el Ministerio de la Abundancia se ocupa de la economía y de mantener a la población en una situación de escasez y dependencia constante.

Fuera de las manipulaciones ya descritas que se resumían en la expresión "Quien controla el pasado, controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado", había una que con mucha lucidez narraba Orwell: la "neolengua". Todo quien aspire a un control total, debe idear una manera de controlar los pensamientos, las mentes. La mejor manera de hacerlo es quitarle las herramientas al pensamiento, y ahí es donde entraba la "neolengua" o "newspeak", que consistía en un Inglés simplificado al extremo y donde las palabras que podían llevar a un "crimen de pensamiento" o "crimental" simplemente eran eliminadas. De esa forma una de las tareas constantes era el reducir cada año el número de palabras del diccionario, lo que se hacía con mucho orgullo.
Orwell tiene un apéndice en su libro sobre la "neolengua", pero más allá de eso, impresiona la asertividad para dar cuenta de como el lenguaje puede efectivamente generar realidades, y algo tan cotidiano como puede ser la carencia de vocabulario es también una incapacidad de dar cuenta y un límite a lo que podemos pensar...
En fin, ya le daremos vuelta a eso en otra ocasión. Como ya leyeron en el título, el objeto de la columna es detenerse en esta figura clave del libro (y obviamente de la película) que es "El Gran Hermano". Tanto en el libro como en la película, "El Gran Hermano" es una figura omnipresente y omnividente, a la cual se le trata como si fuera un dios. Tal vez lo más interesante es que Orwell insinúa que el Gran Hermano sea sólo una imagen y que ni siquiera exista realmente, acercándolo mucho a la conocida noción de Panóptico expuesta por Bentham y analizada por Foucault.

Parece claro que cada vez es más fácil encontrar metáforas del "Gran Hermano" en la sociedad actual. Facebook, Gmail (fijarse como nos pone publicidad ad-hoc al contenido del mail que estamos leyendo), las cámaras de vigilancia que repletan Providencia, o incluso servicios como los ofrecidos por Entel PCS, en los que el usuario de un celular puede vigilar a través de una cámara remota. Lo peor de esto último es que evidencia que la lógica de la vigilancia la tenemos internalizada y somos capaces de aplaudirla...

Pero sin que esto signifique no vayamos a tratar todos estos temas que se nos abren en otra oportunidad, el "Gran Hermano" de la columna de hoy es....

El Metro.

Sí, Metro S.A..
Si bien afortunadamente el 90% de los desplazamientos que hago en esta ciudad están a menos de una hora en bicicleta, algunas pocas veces al año me toca subirme al Metro. Y es tal vez el estar acostumbrado a moverme en bicicleta a todos lados lo que hace que el contraste sea mas fuerte al usar el tren subterráneo.

El Metro se empezó a preparar para el Transantiago antes de que se implementara, sabía que la tarea iba a ser ardua: se iba a multiplicar su uso (por gente que iba a estar obligada a usarlo y que antes no lo hacía) y porque se extendía a 2 de las comunas más numerosas: La Florida y Puente Alto (y ojo que se viene Maipú). Esto implicó un aparataje comunicacional bastante grande y campañas de "educación" para aquellos que nunca lo habían usado.
El tema más complejo era lidiar con los atochamientos, y evitar el malestar y conflictos que pudieran derivarse de ellos.

¿Qué hacer?

Pues anticiparse y hablar. El Metro hace que lo escuchen para que pongan la atención en lo que quiere decir y no en otras cosas. Y es así como el Metro ya no nos deja de hablar. Y de vigilar, por cierto.

En un principio eran confusas campañas para "concientizar" que había que compartir "TU" metro cuadrado (en la columna recién citada, se daba cuenta de cómo ese "TU" metro cuadrado en verdad era 1/6 o 1/7 de metro cuadrado, dada la cantidad de gente con que lo tenías que compartir).

También lo hicieron con mimos. En los carteles y en "carne y hueso".
Apuesta arriesgada, ya que los mimos son capaces de despertar irracionales antipatías en no pocas personas. Sin embargo se podría interpretar que desde el "silencio", en los momentos más críticos del Transantiago, cuando las explosiones eran inminentes, se recurre al personaje que por no hablar envuelve al "público" en la ilusión de que no se le puede hablar. Ni gritar, ni garabatear, etc. En otras palabras, el mimo "invita" a quedarse callado.

Otra campaña que recuerdo, era más que nada gráfica. Mostraba distintos "personajes" con alguna leyenda que fuera en apariencia contraria al arquetipo que representaban. Creo que había un Punkie diciendo que era buena onda y que dejaba bajar antes de subir, un tipo con perfil hippie-progre decía que iba siempre "por la derecha" en las escaleras, y una mujer "cartucha" decía "dar la pasada". Esta estructural manera de mandar los mensajes en claves de opuestos, puede tener otra lectura también: en el Metro ya no eres tu mismo. Eres lo que el Metro te dice que hagas. Por muy Punkie que seas.

Recientemente una canción pegote de Javiera Parra dice que el Metro lo llevamos en la piel, que ha sido tanto tiempo (¿40 años?), que es de todos los chilenos (Santiago es Chile), que el Metro eres tú.

Más allá de las campañas, hay en el Metro una política extendida tipo "Gran Hermano" en la cual desde que entras a la estación hasta que sales a la calle no te deja de decir algo. Claro, está la información básica del tipo horarios de atención y nombre de la estación, pero luego te va diciendo, siempre de manera muy amable, por dónde moverte y cómo comportarte.

Que bajes la escalera por acá y subas por allá, que si no estás tan apurado, dejes el lado izquierdo para los que sí lo están. Que no seas mala onda y que tengas paciencia, que circules por tal parte en ese sentido, que no sobrepases la línea amarilla, que dejes bajar antes de subir, que no apoyes las manos en la puerta, que no rayes, que cedas el asiento, que no te sientes en el piso, que no acciones el freno de emergencia, que no te metas con bolsos grandes, que botes tal basura ahí y tal otra allá, que...

...y cuando pareciera que ya no tiene nada que decirte en cartelitos, empleados, o altoparlantes, pues está la tele. MetroTV (gran nombre: Metro TE VE). Entre noticias del mismo Metro, videoclips malos, y videos de chascarros la mente logra no materializar el malestar.

Paradójicamente, aunque el Metro sea un lugar en extemo caluroso (y eso que te mojan a la fuerza), la gente en él es extremadamente fría. Los recurrentes suicidios (de los cuales no se habla por el efecto multiplicador que tiene su "publicidad"), se transforman en una burocrática pérdida de tiempo que se aguanta con estoicismo y paciencia. Casi como si hubiera que aguantar la respiración hasta volver a la superficie.

Hay que reconocerlo, el Gran Hermano es eficiente y eficaz: El Metro sigue limpio y la gente se comporta como un obediente rebaño.

Cada vez me convenzo más de la libertad que otorga la bicicleta...

¿Dejé aspectos fuera del Gran Hermano? Probablemente, ya les dije que lo uso muy poco. Bienvenidas seas sus experiencias estimadas lectoras y estimados lectores.

Por Favor, reAcciones

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen artículo. Es precisamente lo que siento cada vez que lo utilizo, siento que dejo de ser persona para ser sólo "material transportable".
Y qué decir como Metro - a través de sus directivos, por supuesto - despersonaliza a su personal y , emulando a Aldous Huxley, los parlantes truenan "Alfa 1" cuando quieren llamar a un jefe, o "Beta 2", " Gamma 2" si al que necesitan es un subalterno. Y las personas que hacen el aseo son, por supuesto, "Epsilon".
Sí. Metro es nuestro Gran Hermano de este Mundo Feliz.
Alicia

Unknown dijo...

Don Emar, encontre un poco exagerada su comparacion del Metro con el Gran Hermano, aunque la interpretacion del avisaje del punk es acertada. He tenido la suerte de conocer metros de otras ciudades europeas y norteamericanas, y con todo respeto, los pasajeros chilenos dejan harto que desear con algunas conductas civilizadas, como por ejemplo, pararse en lado derecho de la escalera mecanica, si no vas a avanzar. Quizas el Metro es el mejor ejemplo de que cuando conviven muchos en espacios pequenios, hay que atenerse a eso de que la libertad de uno se acaba donde empiezan los derechos del otro.
Me gusto la analogia del Metro y la bicicleta, como paradigma de la sumision y la libertad respectivamente. Puedo extender la idea, comparando la seguridad de andar en Metro (los accidentes son casos) y de andar en bicicleta (debo dar ejemplos?). Ciertamnete pagamos la seguridad que nos de el Metro con la perdida de libertad, y viceversa si andamos en bicleta. Juan Emar, quedan pocos como tu que eligen la bicicleta.
Saludos cordiales

Depende dijo...

Hola, que tal todo?

Muy buen artículo, comentario, o como prefiera llamarlo.
Concuerdo con Cimero; tal vez exagera al comparar al metro de stgo con el Gran Hermano, por ahora (los cambios del metro han sido muchos, quizá luego sea analogo al G.H.)
Me encantaría poder desplazarme por chago city en bicicleta, pero las distancias y tiempos me complican (todo está lejos de Pte Alto...) así que soy un usuario frecuente del tren subterraneo. Y en realidad al entrar al "metro" sucede lo que vimos en clases: uno entra a otra esfera de socialización, con sus propias normas (inquebrantables, claro) y costumbres. Incluso la ética cambia en tal subsuelo. En lo que respecta a mi persona intento dentro de lo humanamente posible seguir las normas del subsuelo; en parte porque prefiero el orden y el concenso en ciertas cosas.

Muy bueno aquello de las distracciones mediante las cuales se impide materializar el malestar... Que mejor que meter al Dios T.V. dentro del carro para mantener el orden?? Y no sólo indica lo que es mediante su nombre (metro te ve, como dice ud), sino que además todo el conglomerado de información mostrado por tal pantalla esta organizado por "subtv"...; imagine, si la TV ya es mediocre de por si, que sera de una subTV??
Pero siendo funcionalistas nos percatamos de que cumplen con su cometido al embobar a los ilusos usuarios mediante su genial programación...

Y, finalmente, lo logran casi sin excepción: la gente si bien está molesta, no lo manifiesta.


Se oye interesante aquello de proximamente hablar de el lenguaje y la génesis de realidades fundamentadas en él.

PS: si! es cierto lo que dice Alicia; de cuando en cuando suena un "H-6 ... H-6" tiempo atrás había reconocido uno que era para las barras futboleras que entraban en los aposentos sagrados del metro; pero lo olvide!

Adios!, Éxito!

Juan

Anónimo dijo...

A diferencia de Cimero y Juan, no creo que sea una exageración ver cómo el Metro es una forma de " Gran Hermano" más bien, me parece que refleja hasta qué nivel nos hemos acostumbrado a ser constantemente observados / as y acatamos lo que nos dice la publidad y demases herramientas para utilizadas para estos fines.

En plena época de desaprobación del Transantiago y de largos viajes, me tocó ver en una o dos estaciones que " curiosamente" el reloj que suele aparecer en una pantalla digital. ( no sé si todavía existe, pues yo tampoco uso mucho el metro ahora) La pantalla estaba, pero la hora simplemente no aparecía. Menos lenguaje, menos información.

Saludos,
Antonia.

Claudio F. Moreira dijo...

Me parece que en cierto modo el Metro sí es uno de nuestros Grandes Hermanos, pero creo que si no fuese de este modo adentro de las estaciones y de los vagones se formaría un desorden desmedido y peligroso.
Con todas sus ideas y medidas considero que el Metro es eficaz a la hora de mantener el orden y la seguridad de nosotros, los usuarios.

A pesar de todos los problemas que surgieron con el Transantiago el Metro fué uno de los pocos que pudo mantenerse a flote y seguir dando un buen servicio.

Lo único que sigo sin entender por qué no mejoran es la ventilación.

PD: Quizá sin darme cuenta me he convertido en uno más del obediente rebaño que viaja apretado, pero con una sonrisa.
Jaja.

jpdf1956 dijo...

Es el típico comentario del chileno provinciano que cree haber descubierto la pólvora. Es cuestión de darse una vuelta por el Metro (Subte) de Buenos Aires o el Subway de Nueva York en Gringolandia para darse cuenta que en todas partes el Metro, los atochamientos, la gente y too lo demás es igual.
En rsumen...¡Chanta el comentario del tal Juan Emar!!!!!

Anónimo dijo...

La verdad no me siento vigilada cuando uso el metro, generalmente es para ir a la Universidad, y devuelta a mi casa y hay ocasiones en que las aglomeraciones no son tan atroces, creo que depende de la hora. La verdad, me basta con que me lleve a mi destino en 20 minutos.

Tengo la suerte de conocer el metro de Londres y el de Paris. En el de Londres me tocó el "rush hour" a eso de las 7.30am, y efectivamente había mucha gente...pero creo que por efectos de espacio y la cantidad de líneas que este tiene, y por ende, de combinaciones posbiles, nunca estuvo tan lleno de gente como para pensar "uff que terrible!"..aparte era muy expedito.

El de Paris era sucio, quizás por el sector que anduve era medio penca, pero hacía ver al de Santiago como el más limpio restaurant, casi para comer en el piso. A ese nivel. En este si había más gente atochada y era más caótico...de hecho yo creo que iba más apretada, si es posible, que en la hora peak de Santiago. Quizás es debido a ciertas raíces compartidas con los italianos que llegaron hace ya varios años a Francia, pero era todo más "al lote", parecido a tratar de manejar en Roma, guardando las proporciones.

Bueno, la verdad no tengo mucho que alegar contra el metro, cumple su función de trasladar a la gente a su lugar de destino en un tiempo relativamente bajo. Lo malo es la ventilación, deberían trabajar mucho en eso...y...si Santiago fuese una ciudad más amigable para los ciclistas, me iría a la Uni en bici...pero por ahora prefiero que no, y pasaar tranquilamente por el sector donde vivo...tengo que circular por las veredas y todo eso, pero mejor que ir a meterse al centro.

Juan Emar dijo...

Alicia: buena acotación. No estaba al tanto. Hace poco me contaron que cada situación tenía código, incluida -por supuesto- la del suicidio mencionado. Así se transmite el mensaje de modo que todos lo oigan, pero nadie lo entienda.
Saludos

Don Cimero: si bien es muy probable que el recurso metafórico me haga caer en exageraciones me encantaría que pudiera profundizar por qué usted cree que exagero. Entiendo que varios todavía dejan que desear en su comportamiento al compararlo con el de otros países, pero me parece que la comparación apropiada es con nosotros mismos. Y me parece que pese a todos los ingredientes el Metro mantiene un orden y disciplinas sorprendentes para Chile.
Agradezco que haya hecho notar como se transa seguridad por libertad, me parece muy atingente su acotación. En todo caso, y creo no estar equivocado, me parece que el uso de las bicicletas aumenta en mayor proporción que el tamaño de la población...
Mis saludos cordiales para usted.

Juan/Depende: ¿Sabes? conozco a varios que se mueven de Puente Alto hasta el centro de Santiago en Bicicleta. Te sorprenderías...
Agradezco tu testimonio, y si bien claro que puede parecer una exageración,recojo el guiño que me haces a que esté "en camino a ser el GH". Convengamos en que si ya lo fuera, no tendría mucha gracia el escribirlo. Pero esa disciplina y voluntad de sometimiento son la clave...
Mucho Saludos y éxito para tí también.

Antonia: a mi también me parece que el acostumbramiento es la clave. El problema es que -con justa razón- no nos gusta sentirnos "rebaño", e intentamos imprimirle voluntad y justificación donde realmente no la hay, y a posteriori.
Agradezco el elocuente testimonio.
A buen entendedor, pocas palabras...
Saludos

Claudio: creo que vas al punto, y tal como lo mencionó el mismo Cimero, es la seguridad la moneda de cambio. La clave -para seguir con la analogía totalitaria- de todo quien busque controlar es ofrecer seguridad a cambio de obediencia. A veces esto implica generar la ilusión de la inseguridad. En el caso de 1984 era la guerra permanente, donde de un día a otro cambiaban los enemigos y aliados como si nada. Bush tenía sus alertas de colores.
En todo caso su P.D. me parece un valiente ejercicio de autoanálisis. Como decía más arriba, no nos gusta sentirnos o admitirnos como rebaño.
Saludos

Jorge: últimamente me he dado cuenta que para ciertos "comentaristas" soy un "típico". Me tiene sin cuidado, no ando tras una diferenciación que a la larga se transforma en la uniforme y paradójica búsqueda de la diferenciación y la identidad...
Ahora, nunca he entendido muy bien por qué el "provincialismo" es peyorativo para alguna gente como usted. No lo tomo como ofensa, pero sí su intención. En el tiempo que viví en Buenos Aires jamás tomé el Subte. No necesité hacerlo por que me llevé la bicicleta para allá, y las menos veces andaba en las micros (creo que les dicen colectivos, pero no estoy seguro) o taxis. Sólo conozco el metro de Barcelona (y no "habla" tanto como el de acá) y no he tenido la suerte que usted ostenta de visitar (ni menos conocer el metro de) Nueva York.
Ahora si usted cree que esta columna se trataba de los atochamientos y la gente, pues es el típico comentario del chileno que aún creyéndose cosmopolita sigue sin comprender lo que lee (como el 80% de la población).

Daniela: junto con agradecer tu testimonio te pregunto ¿En Londres y París el Metro les habla tanto a los usuarios?
Espero, en todo caso, no haber dado la impresión de que critico el funcionamiento del Metro o su eficiencia. Todo lo contrario, es el punto de partida.
Saludos

Anónimo dijo...

Muy interesante la introducción al tema específico de la columna, sobre todo las reflexiones sobre el lenguaje y su capacidad de generar- o anular- realidades y la imposibilidad de desprenderse de él para pensar o interpretar esas mismas realidades. Interesante también y asertivo el análisis de los “personajes arquetípicos” de la publicidad del metro.

Con respecto al tema de la columna, aunque me costó admitirlo en este caso particular, debo decir que tienes razón con la frase “evidencia que la lógica de la vigilancia la tenemos internalizada y somos capaces de aplaudirla...”. Nunca me ha gustado el metro pero por esto del transantiago, lo tengo que usar para ir a la pega (particularmente en invierno) y era- o soy aún- una de esas personas que considera útil y necesario que estén todas esas indicaciones en el metro, para moverte con mayor fluidez y tener un desplazamiento más eficiente (más allá de si es seguro o no, cosa que no me atrevería a afirmar: por los frenazos, los choques, el estar encerrado en un subterráneo, los manoseos, días de partidos de la U o el colo-colo, etc.). Aunque no llego al extremo de aplaudirlo, sí lo valoraba. Pero sí, claramente es control y vigilancia, lo que en este caso puede ser útil, pero no inocuo, ya que perdemos parte de nuestra individualidad o libertad como sujetos (entre más cosas ) .

Sobre el mimo que “invita” a quedarse callado, no creo que haga o haya hecho falta. Solemos quedarnos callados y guardar la rabia o malestar. Casi nunca alegamos o reclamamos por nuestros derechos o cuando nos pasan a llevar. Y si lo hacemos, nunca es con la persona correcta (en vez del jefe o gerente, el guardia o la cajera, por ejemplo) y suele er un descargo.

Por último, si bien la bicicleta te otorga mayor libertad, como bien dice un “comentarista” pierdes en seguridad. Y además, las personas- tanto peatones como automovilistas- te tratan como un estorbo, que molesta si está en la calle o en la vereda. Y en ciertos lugares, no te permiten entrar con la bici ni tampoco tienen un lugar seguro donde dejarla, lo que a veces obstaculiza un poco tus planes. De todas formas, por lo menos en verano, otoño y primavera, me quedo con la bici.

Saludos,

Valentina.

Pd: ¿por qué será que los mimos suelen despertar antipatías en las personas?

Pd: detesto la TV del metro, sobre todo la que va dentro de los carros de la línea 4. El volumen es muy fuerte y la programación es una mierda.

Anónimo dijo...

No, creo que el metro no le hablaba a la gente...de hecho, si mal no recuerdo (fue en febrero de 2003)tampoco había televisión estilo infomercial, como la de aquí. Creo que tampoco anunciaban las estaciones. Y parece que tampoco estaba todo tan señalizado como aquí, tipo "parese aquí, camine por acá, no se siente en el suelo, deje bajar antes de subir..."

Ahora que lo pienso creo que el metro si te controla un poco...es como mensaje subliminal.

Unknown dijo...

Juan Emar, cuando me referi a exageracion aludia a que no pienso que al Metro sea el gran hermano orweliano que controla hasta los mas minimos aspectos de tu vida, cosa que el Metro no hace, excepto pedirte que circules de tal o cual manera, etc., mientras estes en el metro. En lo que si concuerdo que es orweliano es la campania del metro destinada a que que la gente se comporte de cierta manera. No creo necesario profundizar ya que hiciste un analisis bastante bueno al respecto. Un abrazo

Juan Emar dijo...

Don Cimero: estamos claros.

Evidentemente no existe nada tan monstruosamente obsceno y centralizado como el Gran Hermano orwelliano, pero creo que mucho de lo que implica está repartido en distintas instancias de la sociedad.

Seguiremos en esto...

Otro abrazo para usted