Las productoras de eventos en Chile son otro de esos ejemplos de "males necesarios". Es evidente que quieren hacerse millonarios con cada concierto que deciden traer, y hace rato que pagamos las entradas más caras de Latinoamérica (y creo que en el caso de la última gira de U2 eran más caras que en la mayoría de los países de Europa. Incluyendo Inglaterra). Han sido varios los casos donde incluso es más barato viajar a Buenos Aires y ver el show allá, y el caso del Pepsi Fest donde por un par de días pusieron entradas a "2x1" evidencia que la codicia los sobrepasa. Más todavía en un año de crisis.
Y la verdad es que la semana pasada estuvo difícil. Muchos shows de calidad en poco tiempo, y ninguno muy barato. Sé que no soy el único que tuvo que escoger y que feliz habría ido a alguno que hubo que dejar de lado por la falta de plata característica en el tercer mes del año. Nadie discute que lo mejor habría sido no tenerlos todos juntos, pero así fue como se planificó y he aquí mi experiencia tratando de lidiar con la semana musicalmente más intensa de mi vida.
Al igual que en algunos calendarios, mi semana comenzó un domingo. El 22 de Marzo. Junto a más de 56.000 personas (algo inédito para un grupo de Heavy Metal) en el Club Hípico vi el segundo concierto de la gira "Somewhere back in time", donde Iron Maiden pasa revista a sus clásicos de los años '80. El sueño de cualquier fanático. En un ambiente asombrosamente plural en cuanto a género, edades y clases sociales (no así en la vestimenta: 90% de poleras negras de la banda), ofrecieron un show bastante espectacular y pirotécnico. Nada que decir. Aunque en contraste con el que dieron el 2008, me pareció que salimos para atrás con los cambios en la lista de canciones. Quitar "Heaven can wait" y "Can I play with madness" fue un desacierto.
El Martes 24 fue el turno del maestro cuya foto encabeza esta columna. Cumpliendo uno de mis deseos musicales para este año pude ver finalmente a Peter Gabriel en lo que ha sido la entrada más cara que he pagado por un concierto. Y vaya que lo valió.
Es definitivamente uno de los mejores 3 conciertos que he ido en mi vida, si no el mejor (una afirmación que me cuesta decir). Hace mucho tiempo que no salía echando de menos alguna canción de un recital, y el hecho de que tocara canciones de todos sus discos, con un sonido impecable, una banda -encabezada por el genial Tony Levin- precisa, un show íntimo y emotivo -sin la gran parafernalia de su "Secret world" o "Growing up"-, donde rescato el gesto de leer en castellano la presentación de las canciones, dieron 2 horas y media inolvidables.
Nota al margen: las entradas eran tan caras -y la "cancha" estaba llena de sillas que costaban entre 90 y 190 mil- que creo que nunca había visto el Arena tan colapsado en sus estacionamientos ni con tanto taco para entrar y salir. Probablemente uno de los conciertos más "exclusivos" (en todo el sentido de la palabra) que han habido.
La noche siguiente era el turno de dos vocalistas cuyas bandas eran consagradas hace ya más de 10 años: Mike Patton y Chris Cornell. Acá es necesario detenerse en un aspecto clave: la predisposición condicionaba el grado de disfrute que se podía tener. En mi caso, algo estaba al tanto de lo que andaba haciendo Patton, y por lo mismo (y porque nunca lo hace) no esperaba que tocara nada de ninguna de sus anteriores bandas (Faith no more, Fantômas, Tomahawk o Mr. Bungle)...Y no lo hizo. Esto significó para muchos una desilusión, pues lo que vino a hacer con Zu quartet no es muy digerible. Una persona muy cercana a mí frente a la pregunta "¿Te gustó?" tras el show de una hora de Patton, me contestó con gran asertividad: "Sentí como si estuviera en un museo". Y la verdad es que tenía mucho de eso. Cuando uno va a un museo sabe que hay obras y artistas que "hay" que conocer. Muchas veces nos sucede que no entendemos mucho esa obra o que ni siquiera nos gusta, pero está en el museo. Y el peso simbólico de eso es grande.
Patton estaba en el escenario y despliega un dominio absoluto. Imperturbable. Sólo con su cara y gestos es capaz de llenar la escena y hacer un gran show.
Demás está decir que tiene una capacidad y versatilidad vocal excepcional, y que no por nada ha sido invitado a participar en tantos proyectos tan distintos. Sin duda es una exageración compararlo con Zappa, pero en estos tiempos constituye -en mi opinión- una de las figuras más talentosas en la escena vanguardista, y que ha logrado estirar, traspasar, combinar y deconstruir los distintos géneros musicales de la música "popular".
Chris Cornell puede ser, incluso, todo lo opuesto: al contrario de Mike Patton, Cornell impone su sello (y talento en la composición) en canciones de Soundgarden, Audioslave, y sus discos de solista. Es por eso que Cornell suena más o menos parecido en todos esos proyectos. El no se amolda tanto a la banda, la banda se amolda a él. Su voz está casi impecable, y en este caso la predisposición también era clave. Luego del increíble concierto de más de 3 horas a fines de 2007, donde tocó de todo, dejando a todos contentos y hablando maravillas del público chileno - que en este caso parece más creíble dado que no quería bajarse del escenario-, Cornell venía ahora con un disco bajo el brazo que -en mi opinión- es un bodrio. Producido por Timbaland y teniendo como invitados inclusive al piérdeteuna de Justin Timberlake, los arreglos poperos, electrónicos y reggetoneros dejaron a prácticamente todos sus fanáticos bastante enojados y desconcertados.
El panorama no se veía muy auspicioso, y si uno estaba preparado para lo peor, pues la sorpresa fue agradable. Cornell se portó muy bien. Tocó más de 2 horas y media, salió dos veces a tocar (la última cuando ya habían prendido las luces y mucha gente ya se iba), sólo cantó 4 canciones de su disco nuevo, y el resto fue repasar su carrera con un gran (y agradecido) énfasis en Soundgarden.
Al contrario de Patton, Cornell tiene una interacción con el público mucho más "standard", y agradece en demasía, se emociona, y jura que está frente al mejor público.
Con todo, fue un concierto que sorprendió, gustó y emocionó a dos voces.
...y hasta aquí llegó mi presupuesto. Es decir Marzo+Crisis= mala mezcla. Y eso que tuve "mecenas" para ir a este último concierto.
¿Estuvo ud. en alguno de los mencionados?
¿Estuvo ud. en Radiohead, Sonic Youth, u algún otro de los no mencionados?
Bienvenido sea su comentario
Por Favor, reAcciones
Y la verdad es que la semana pasada estuvo difícil. Muchos shows de calidad en poco tiempo, y ninguno muy barato. Sé que no soy el único que tuvo que escoger y que feliz habría ido a alguno que hubo que dejar de lado por la falta de plata característica en el tercer mes del año. Nadie discute que lo mejor habría sido no tenerlos todos juntos, pero así fue como se planificó y he aquí mi experiencia tratando de lidiar con la semana musicalmente más intensa de mi vida.
Al igual que en algunos calendarios, mi semana comenzó un domingo. El 22 de Marzo. Junto a más de 56.000 personas (algo inédito para un grupo de Heavy Metal) en el Club Hípico vi el segundo concierto de la gira "Somewhere back in time", donde Iron Maiden pasa revista a sus clásicos de los años '80. El sueño de cualquier fanático. En un ambiente asombrosamente plural en cuanto a género, edades y clases sociales (no así en la vestimenta: 90% de poleras negras de la banda), ofrecieron un show bastante espectacular y pirotécnico. Nada que decir. Aunque en contraste con el que dieron el 2008, me pareció que salimos para atrás con los cambios en la lista de canciones. Quitar "Heaven can wait" y "Can I play with madness" fue un desacierto.
El Martes 24 fue el turno del maestro cuya foto encabeza esta columna. Cumpliendo uno de mis deseos musicales para este año pude ver finalmente a Peter Gabriel en lo que ha sido la entrada más cara que he pagado por un concierto. Y vaya que lo valió.
Es definitivamente uno de los mejores 3 conciertos que he ido en mi vida, si no el mejor (una afirmación que me cuesta decir). Hace mucho tiempo que no salía echando de menos alguna canción de un recital, y el hecho de que tocara canciones de todos sus discos, con un sonido impecable, una banda -encabezada por el genial Tony Levin- precisa, un show íntimo y emotivo -sin la gran parafernalia de su "Secret world" o "Growing up"-, donde rescato el gesto de leer en castellano la presentación de las canciones, dieron 2 horas y media inolvidables.
Nota al margen: las entradas eran tan caras -y la "cancha" estaba llena de sillas que costaban entre 90 y 190 mil- que creo que nunca había visto el Arena tan colapsado en sus estacionamientos ni con tanto taco para entrar y salir. Probablemente uno de los conciertos más "exclusivos" (en todo el sentido de la palabra) que han habido.
La noche siguiente era el turno de dos vocalistas cuyas bandas eran consagradas hace ya más de 10 años: Mike Patton y Chris Cornell. Acá es necesario detenerse en un aspecto clave: la predisposición condicionaba el grado de disfrute que se podía tener. En mi caso, algo estaba al tanto de lo que andaba haciendo Patton, y por lo mismo (y porque nunca lo hace) no esperaba que tocara nada de ninguna de sus anteriores bandas (Faith no more, Fantômas, Tomahawk o Mr. Bungle)...Y no lo hizo. Esto significó para muchos una desilusión, pues lo que vino a hacer con Zu quartet no es muy digerible. Una persona muy cercana a mí frente a la pregunta "¿Te gustó?" tras el show de una hora de Patton, me contestó con gran asertividad: "Sentí como si estuviera en un museo". Y la verdad es que tenía mucho de eso. Cuando uno va a un museo sabe que hay obras y artistas que "hay" que conocer. Muchas veces nos sucede que no entendemos mucho esa obra o que ni siquiera nos gusta, pero está en el museo. Y el peso simbólico de eso es grande.
Patton estaba en el escenario y despliega un dominio absoluto. Imperturbable. Sólo con su cara y gestos es capaz de llenar la escena y hacer un gran show.
Demás está decir que tiene una capacidad y versatilidad vocal excepcional, y que no por nada ha sido invitado a participar en tantos proyectos tan distintos. Sin duda es una exageración compararlo con Zappa, pero en estos tiempos constituye -en mi opinión- una de las figuras más talentosas en la escena vanguardista, y que ha logrado estirar, traspasar, combinar y deconstruir los distintos géneros musicales de la música "popular".
Chris Cornell puede ser, incluso, todo lo opuesto: al contrario de Mike Patton, Cornell impone su sello (y talento en la composición) en canciones de Soundgarden, Audioslave, y sus discos de solista. Es por eso que Cornell suena más o menos parecido en todos esos proyectos. El no se amolda tanto a la banda, la banda se amolda a él. Su voz está casi impecable, y en este caso la predisposición también era clave. Luego del increíble concierto de más de 3 horas a fines de 2007, donde tocó de todo, dejando a todos contentos y hablando maravillas del público chileno - que en este caso parece más creíble dado que no quería bajarse del escenario-, Cornell venía ahora con un disco bajo el brazo que -en mi opinión- es un bodrio. Producido por Timbaland y teniendo como invitados inclusive al piérdeteuna de Justin Timberlake, los arreglos poperos, electrónicos y reggetoneros dejaron a prácticamente todos sus fanáticos bastante enojados y desconcertados.
El panorama no se veía muy auspicioso, y si uno estaba preparado para lo peor, pues la sorpresa fue agradable. Cornell se portó muy bien. Tocó más de 2 horas y media, salió dos veces a tocar (la última cuando ya habían prendido las luces y mucha gente ya se iba), sólo cantó 4 canciones de su disco nuevo, y el resto fue repasar su carrera con un gran (y agradecido) énfasis en Soundgarden.
Al contrario de Patton, Cornell tiene una interacción con el público mucho más "standard", y agradece en demasía, se emociona, y jura que está frente al mejor público.
Con todo, fue un concierto que sorprendió, gustó y emocionó a dos voces.
...y hasta aquí llegó mi presupuesto. Es decir Marzo+Crisis= mala mezcla. Y eso que tuve "mecenas" para ir a este último concierto.
¿Estuvo ud. en alguno de los mencionados?
¿Estuvo ud. en Radiohead, Sonic Youth, u algún otro de los no mencionados?
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