"Un techo para Chile", llamado "El techo" por casi la totalidad de sus miembros, nace alrededor del año 1997. En ese entonces, un grupo de jóvenes -principalmente de la Pontificia Universidad Católica- bastante "tocados" con lo visto en los trabajos de invierno y de verano deciden trabajar de manera más constante en la erradicación de la extrema pobreza de nuestro país.
El asunto va tomando cuerpo y sumando voluntarios hasta formalizarse como tal el año 2000.
La meta: llegar al bicentenario (18 de Septiembre del 2010) sin campamentos.
No sólo eso, vale la pena hacer ver que la iniciativa se ha internacionalizado en "Un techo para mi país" (con el auspicio de Lan, entre otras empresas), llegando a gran parte de Latinoamérica.
Pese a que el trabajo de "Un techo..." es bastante más complejo (incluyendo un centro de estudios y asesorías internacionales) y contempla el apoyo para lograr una vivienda definitiva, en su objetivo primario lo que deben hacer es reemplazar los campamentos por mediaguas de 18 metros cuadrados. Y es por lo que son conocidos y -no pocas veces- criticados.
Digamos lo obvio: esto no soluciona la extrema pobreza en el país. No se atacan sus causas, sino que meramente se maquillan y "dignifican" sus condiciones de vida, es decir, los efectos.
Digamos lo obvio nuevamente: peor es nada. Que jóvenes privilegiados, sensibles y bienintencionados sacrifiquen vacaciones para trabajar en campamentos no le hace mal a nadie. Todos ganan: el joven se siente bien tras su "obra", la familia pobre tiene ahora una casa de un material más sólido, y si la memoria no falla, cuando ese joven sea un exitoso profesional puede que tenga en mente esta experiencia tanto en su trato con gente menos privilegiada como en su carrera profesional misma.
Quizás esta experiencia lo marque tanto que quiera transformar de verdad el país, porque con mediaguas no basta.
Quizás esas ganas de transformar al país lleven al joven bienintencionado a considerar la política. Es decir, partimos de la base de que es bienintencionado. Tanto, que cree que en la política se pueden hacer los cambios.
Quizás, más allá de considerar la política, se meta en ella. Pero como es bienintencionado y no ciego, sabe que la política "está mal" y que hay que "cambiarla por dentro". Él cree que puede hacer eso, mal que mal comenzó proponiéndose erradicar la extrema pobreza.
Y aquí es donde el idealismo se encuentra con la pragmática e interesada "Realpolitik". El candidato añejo, de siempre, que lleva años metido en lo mismo necesita un aire de renovación...
¿Qué mejor que su opuesto, un joven bienintencionado?
Digamos lo obvio: ni Frei ni Piñera revisten alguna novedad o cambio real en la política. Frei comenzó con esto porque desde principios de los '90, cuando se hacían los primeros estudios para sondear su imagen, siempre encontró gran resistencia en la juventud. Es un hecho: Frei da lata.
Tanto es así, que en ese momento sus "creativos" lanzaron una campaña con la frase "jóvenes con Frei", que venía con dibujos coloridos y frases "progres" del tipo "Mata un pájaro de mal agüero. Jóvenes con Frei".
Los tecnócratas-políticos de la campaña de Piñera, con la ilusión propia de creer que están jugando "Ataque", vieron que había que "contrarrestar" el nombramiento de un sub 30 como coordinador general de la campaña del concertacionista. Para eso no se les ocurrió nada mejor que presentar a Francisco Irarrázaval (en algunos medios he visto su apellido escrito con B), de 33 años como encargado de las áreas social y electoral de la campaña. Algo me dice que sólo se dedicará a esto último. De hecho, él mismo al describir su labor decía que "si votan los mismos, van a seguir gobernando los mismos".
Lo patético y burdo del asunto, es que lo presentaron como el "ideólogo" de "El techo". Y no sólo eso: Irarrázaval ya llevaba más de un año trabajando en la campaña de Piñera en el denominado grupo Tantauco.
Digamos lo obvio otra vez: podrán llenar la campaña de jóvenes, niños, curas, osos de peluches o perros abandonados, pero los candidatos siguen siendo Frei y Piñera con su fomedad y falta de empatía intrínseca respectivamente.
El asunto va tomando cuerpo y sumando voluntarios hasta formalizarse como tal el año 2000.
La meta: llegar al bicentenario (18 de Septiembre del 2010) sin campamentos.
No sólo eso, vale la pena hacer ver que la iniciativa se ha internacionalizado en "Un techo para mi país" (con el auspicio de Lan, entre otras empresas), llegando a gran parte de Latinoamérica.
Pese a que el trabajo de "Un techo..." es bastante más complejo (incluyendo un centro de estudios y asesorías internacionales) y contempla el apoyo para lograr una vivienda definitiva, en su objetivo primario lo que deben hacer es reemplazar los campamentos por mediaguas de 18 metros cuadrados. Y es por lo que son conocidos y -no pocas veces- criticados.
Digamos lo obvio: esto no soluciona la extrema pobreza en el país. No se atacan sus causas, sino que meramente se maquillan y "dignifican" sus condiciones de vida, es decir, los efectos.
Digamos lo obvio nuevamente: peor es nada. Que jóvenes privilegiados, sensibles y bienintencionados sacrifiquen vacaciones para trabajar en campamentos no le hace mal a nadie. Todos ganan: el joven se siente bien tras su "obra", la familia pobre tiene ahora una casa de un material más sólido, y si la memoria no falla, cuando ese joven sea un exitoso profesional puede que tenga en mente esta experiencia tanto en su trato con gente menos privilegiada como en su carrera profesional misma.
Quizás esta experiencia lo marque tanto que quiera transformar de verdad el país, porque con mediaguas no basta.
Quizás esas ganas de transformar al país lleven al joven bienintencionado a considerar la política. Es decir, partimos de la base de que es bienintencionado. Tanto, que cree que en la política se pueden hacer los cambios.
Quizás, más allá de considerar la política, se meta en ella. Pero como es bienintencionado y no ciego, sabe que la política "está mal" y que hay que "cambiarla por dentro". Él cree que puede hacer eso, mal que mal comenzó proponiéndose erradicar la extrema pobreza.
Y aquí es donde el idealismo se encuentra con la pragmática e interesada "Realpolitik". El candidato añejo, de siempre, que lleva años metido en lo mismo necesita un aire de renovación...
¿Qué mejor que su opuesto, un joven bienintencionado?
Digamos lo obvio: ni Frei ni Piñera revisten alguna novedad o cambio real en la política. Frei comenzó con esto porque desde principios de los '90, cuando se hacían los primeros estudios para sondear su imagen, siempre encontró gran resistencia en la juventud. Es un hecho: Frei da lata.
Tanto es así, que en ese momento sus "creativos" lanzaron una campaña con la frase "jóvenes con Frei", que venía con dibujos coloridos y frases "progres" del tipo "Mata un pájaro de mal agüero. Jóvenes con Frei".
Los tecnócratas-políticos de la campaña de Piñera, con la ilusión propia de creer que están jugando "Ataque", vieron que había que "contrarrestar" el nombramiento de un sub 30 como coordinador general de la campaña del concertacionista. Para eso no se les ocurrió nada mejor que presentar a Francisco Irarrázaval (en algunos medios he visto su apellido escrito con B), de 33 años como encargado de las áreas social y electoral de la campaña. Algo me dice que sólo se dedicará a esto último. De hecho, él mismo al describir su labor decía que "si votan los mismos, van a seguir gobernando los mismos".
Lo patético y burdo del asunto, es que lo presentaron como el "ideólogo" de "El techo". Y no sólo eso: Irarrázaval ya llevaba más de un año trabajando en la campaña de Piñera en el denominado grupo Tantauco.
Digamos lo obvio otra vez: podrán llenar la campaña de jóvenes, niños, curas, osos de peluches o perros abandonados, pero los candidatos siguen siendo Frei y Piñera con su fomedad y falta de empatía intrínseca respectivamente.
Digamos lo obvio una vez más: ni Bowen ni Irarrázaval son ministros ni nada por el estilo. Sólo están en la campaña, y las campañas son para ganar. Lo que pase después es otra cosa.
O mejor dicho, la misma cosa de siempre.
Tal como "Un Techo para Chile" no solucionará el problema de raíz de la extrema pobreza, poner "jóvenes sensibles" en la campaña no solucionará el gran desencanto que muchos jóvenes sentimos hacia la política actual, los políticos actuales y sobre todo a los "bloques binominales".
Aunque la mona se vista de seda, mona se queda
Por Favor, reAcciones
P.S.1: Casi me domina la mentalidad binominal. En el comando del candidato del Juntos Podemos, Jorge Arrate -otro dinosaurio de la política criolla- también hay un "joven" de coordinador general. Su nombre es Salvador Muñoz y es un estudiante de Sociología (gracias a Jorge A. Gómez Arismendi por la rectificación) de sólo 23 años. Al igual que Bowen cree que no está solo para dar la cara y que de verdad está para "cambiar las cosas".
P.S.2: Agradezco a Valentina y a Javiera Asecio por la información aportada que ayudó a construir esta columna. En cualquier caso, las opiniones vertidas aquí son sólo de mi responsabilidad.