Como ciudadano acostumbrado a votar por candidatos que no ganan, me toca lidiar mucho -directa o indirectamente- con la gastadísima frase "es que no tiene nada que perder".
Frase que hemos visto reflotar con ocasión del debate de antenoche, sobre el cual comparto varios de los análisis que están dando vueltas en torno al evento:
Piñera parecía muy nervioso y empaquetado (la camisa y chaqueta que terminaron torcidas, los tics nerviosos y verbales como decir 4 o 5 veces "le vamos a poner un candado a la puerta giratoria"...); y frente a la multa que pagó para no irse a jucio por el uso de información privilegiada, reaccionó como un patrón muy enojado. Eso no lo favorece para captar esos votos que para Lavín eran tan fáciles.
Frei fue bastante chato y su maniobra de sacarle el temita a Piñera tuvo el efecto esperado: invisibilizar a ME-O y dejar en claro que esta elección es "entre dos".
ME-O fue el que menos se salió del formato y más intentó debatir emplazando a sus contendores. Con la paradoja de que es al que menos le acomodaba el formato de hablar corto.
Sin embargo, parecía un personaje distinto al que estamos habituados. Si bien aporta nuevas ideas, se pareció a ratos mucho a los viejos políticos, alejándose de esa imagen "juvenil-díscola-rebelde" que capitaliza tanto hastío.
Arrate fue el que salió mejor parado. Expuso tranquilo, seguro y hasta con sentido del humor. Aprovechó muy bien la oportunidad frente a la escasa posibilidad que tiene de dar a conocer sus ideas en los medios (para los que sólo hay 3 candidatos).
Hasta aquí todo bien. Estoy de acuerdo. Pero los geniales "analistas" no pueden evitar decirlo:
Decir claramente cuáles son los valores que defiende.
Decir claramente cuál es la utopía de país que imagina y asumirse honestamente como un hombre de izquierda, socialista y allendista.
La frase no me deja de dar vueltas. Disculpen que sea tan insistente.
Pero ¿Qué significa no tener nada que perder?
¿Significa que porque no corre el riesgo de pasar a segunda vuelta, puede ser honesto?
¿Significa por descarte que, en política, los candidatos con opciones reales de disputar un cargo ocultan sus verdaderas ideas, valores y proyectos?
¿Significa que la segunda vuelta se disputa entre mentirosos, enmascarados y arteros?
En el estado actual de las cosas, tristemente, estas preguntas ya tienen respuesta evidente.
Creo que se ha instalado de manera demasiado cómoda y silenciosa el que la política no tiene nada que ver con ideales, sino que exclusivamente con pragmatismo. Las ideas son reemplazadas con slogans, los debates son sordos, las discusiones son peleas chicas y absurdas.
Pero seguimos repitiendo con mucha soltura "es que no tiene nada que perder", sin ser capaces de vernos como cómplices de la mediocridad y la falsedad cada vez que enunciamos esa frase.
O tal vez hay que darle la otra vuelta.
Pensar que tras el "nada que perder" hay una envidia. Un deseo hipócrita de poder decir las cosas por su nombre sin preocuparse por el control de daños.
Algo semejante sucede cada vez que Chávez se refiere a EE.UU. "claro, puede darse el lujo porque está sentado en petróleo".
Tal vez eso es lo que hay atrás: si estuviéramos sentados en petróleo, no nos arrodillaríamos ante EE.UU. y no ocultaríamos -con serviles tratados de libre comercio- el deseo de decirles que siempre hemos sabido que son matones entrometidos.
Frase que hemos visto reflotar con ocasión del debate de antenoche, sobre el cual comparto varios de los análisis que están dando vueltas en torno al evento:
Piñera parecía muy nervioso y empaquetado (la camisa y chaqueta que terminaron torcidas, los tics nerviosos y verbales como decir 4 o 5 veces "le vamos a poner un candado a la puerta giratoria"...); y frente a la multa que pagó para no irse a jucio por el uso de información privilegiada, reaccionó como un patrón muy enojado. Eso no lo favorece para captar esos votos que para Lavín eran tan fáciles.
Frei fue bastante chato y su maniobra de sacarle el temita a Piñera tuvo el efecto esperado: invisibilizar a ME-O y dejar en claro que esta elección es "entre dos".
ME-O fue el que menos se salió del formato y más intentó debatir emplazando a sus contendores. Con la paradoja de que es al que menos le acomodaba el formato de hablar corto.
Sin embargo, parecía un personaje distinto al que estamos habituados. Si bien aporta nuevas ideas, se pareció a ratos mucho a los viejos políticos, alejándose de esa imagen "juvenil-díscola-rebelde" que capitaliza tanto hastío.
Arrate fue el que salió mejor parado. Expuso tranquilo, seguro y hasta con sentido del humor. Aprovechó muy bien la oportunidad frente a la escasa posibilidad que tiene de dar a conocer sus ideas en los medios (para los que sólo hay 3 candidatos).
Hasta aquí todo bien. Estoy de acuerdo. Pero los geniales "analistas" no pueden evitar decirlo:
"Claro que Arrate (con su escaso apoyo en las encuestas) no tiene nada que perder"Y se supone que por eso, porque no tiene nada que perder, es que puede decir de forma directa lo que piensa.
Decir claramente cuáles son los valores que defiende.
Decir claramente cuál es la utopía de país que imagina y asumirse honestamente como un hombre de izquierda, socialista y allendista.
La frase no me deja de dar vueltas. Disculpen que sea tan insistente.
Pero ¿Qué significa no tener nada que perder?
¿Significa que porque no corre el riesgo de pasar a segunda vuelta, puede ser honesto?
¿Significa por descarte que, en política, los candidatos con opciones reales de disputar un cargo ocultan sus verdaderas ideas, valores y proyectos?
¿Significa que la segunda vuelta se disputa entre mentirosos, enmascarados y arteros?
En el estado actual de las cosas, tristemente, estas preguntas ya tienen respuesta evidente.
Creo que se ha instalado de manera demasiado cómoda y silenciosa el que la política no tiene nada que ver con ideales, sino que exclusivamente con pragmatismo. Las ideas son reemplazadas con slogans, los debates son sordos, las discusiones son peleas chicas y absurdas.
Pero seguimos repitiendo con mucha soltura "es que no tiene nada que perder", sin ser capaces de vernos como cómplices de la mediocridad y la falsedad cada vez que enunciamos esa frase.
O tal vez hay que darle la otra vuelta.
Pensar que tras el "nada que perder" hay una envidia. Un deseo hipócrita de poder decir las cosas por su nombre sin preocuparse por el control de daños.
Algo semejante sucede cada vez que Chávez se refiere a EE.UU. "claro, puede darse el lujo porque está sentado en petróleo".
Tal vez eso es lo que hay atrás: si estuviéramos sentados en petróleo, no nos arrodillaríamos ante EE.UU. y no ocultaríamos -con serviles tratados de libre comercio- el deseo de decirles que siempre hemos sabido que son matones entrometidos.
Tal vez si la posibilidad del poder estuviera más lejos de los candidatos, los veríamos más transparentes.
Pero eso es un lujo reservado sólo a las minorías electorales.
A los que están lejos de la necesidad, que tiene cara de hipócrita.
En cualquier caso, como dicen los taxistas, está mala la cosa.
Por Favor, reAcciones