Para variar, he hecho algo que podríamos considerar un vicio de periodistas (y sobre todo editores) de la prensa escrita: poner un título que promete mucho más de lo que efectivamente voy a escribir. Mea culpa.
Es cierto, en rigor trabajo para el gobierno. Pero es un servicio bastante chico que depende de un ministerio. Hace algunos años, cuando estaba metido en la gestión cultural y trataba de que el Estado me financiara proyectos, ganamos una plata de esta misma entidad donde trabajo ahora. En aquellos tiempos me llevé la impresión de que esto era bastante chanta y que faltaba seriedad.
Lo que era cierto.
Renunciaron directores, se echó gente, y afortunadamente ha tenido un aumento sostenido en su credibilidad y seriedad.
Aunque pueden pensar con justa razón que la recomendación viene muy de cerca...
Bueno, la cosa es que tenía mis prejuicios sobre este servicio y sobre lo que implicaba trabajar para un servicio público en general, y si bien es casi seguro que esto no es una "muestra representativa", bien vale la pena contarles un poco.
De partida, llegué a través de concurso público. No conocía nadie que trabajara aquí y no tenía ningún pituto. Fue un proceso de selección que tuvo tres etapas, incluido un ejercicio de trabajar y preparar un informe con una base de datos que no conocía. Casi 6 meses después de mi última entrevista (esa en la que te dicen que estás listo, pero que tienen algunos problemas administrativos que resolver) me llamaron para decirme que podía empezar a trabajar. Yo había dado la pega por muerta y me habían contratado recientemente en la consultora donde boletié por más de un año.
Pues bien, me motivaba mucho más trabajar aquí por ser una pega más interesante y ligada a las políticas públicas. Pero también debo decir que dentro de este servicio, el departamento de estudios donde trabajo es, en sí mismo, una muestra poco representativa.
La cosa es que trabajar para el Estado ya tiene algo extraño. De partida, como trabajador no estás regido por el código laboral. En otras palabras, el Estado puede tenerte a honorarios por años y no es ilegal. Por dar un ejemplo.
También está el tema de las "contratas", una especie de contrato a plazo fijo que dura un año, pero en el que pueden echarte cuando quieran. Por supuesto, no hay ningún tipo de indemnización. Más encima, aunque estés a honorarios, debes cumplir horarios y tu sueldo está publicado en Internet gracias a la ley de transparencia.
Y sin mediar ningún punto intermedio, están los funcionarios de planta. Estos están de por vida y a no ser de que se manden un condoro gigante, en el cuál les abren un sumario que puede encontrarlos culpables, no los pueden echar.
En el departamento en que trabajo sólo hay un funcionario de planta, un profesional bastante agradable y que hace un muy buen trabajo. Él es militante.
La jefa y la subjefa entraron ambas por la Alta Dirección Pública, lo que quiere decir que están por 3 años, prorrogables a otros 3, no importando quién sea presidente ni menos quién dirija el servicio.
Los demás somos un grupo de 4 profesionales que estamos a honorarios. Uno de ellos también es militante.
Y con todo esto de que pueda ganar Piñera es el más asustado.
Sucede que ronda un clima de incertidumbre, aunque sé por buena fuente que la cosa acá está harto más tranquila que en otros lugares más grandes y relevantes. Sé de gente en Mideplan (ministerio que Piñera ha amenazado con desarticular) que se ha ido, está buscando pega desde ya o amenazando con renunciar. Tengo un colega y amigo en el Ministerio del Interior que está tan seguro de que la derecha traerá sus propios técnicos para hacer su pega, que votó por Frei en primera vuelta.
Acá la cosa no es para tanto. De alguna manera nos segurizamos (aunque boletiemos) en que hacemos bien la pega, que nuestra jefa no es política, que estamos en un departamento técnico, que entramos por concurso y que no somos militantes. Excepto, claro, el compañero que les contaba. Cuando apareció una contrata, todos sabíamos que él tenía la prioridad. Aunque la contrata significara que iba a ganar un poco menos. Pero el miedo que ronda es que militar en la Concertación ameritará "desalojo" en un gobierno de la derecha.
Ahora, independiente de que yo no ande asustado, más de una vez me han preguntado si acaso trabajaría para un gobierno encabezado por Piñera. La verdad es que me gustaría saber cómo se pondría la cosa y decidirlo ahí. Los compromisos de pega se mantienen relativamente igual, no importando quién esté, aunque algunas cosas de mediano y corto plazo podría cambiar.
Como les digo, dependerá de como sea la cosa (si es que efectivamente gana Piñera) y si es que no nos sacan a todos. Total, tampoco tengo fidelidad con la Concertación.
Mucho he oído del uso de recursos públicos y de hacer propaganda al candidato oficialista. Jamás ha venido alguien a entregar panfletos o banderas, jamás se nos ha insinuado ir a una concentración o a hacer campaña; y los que sí militan, se juntan después de la pega para ir a cumplir con sus obligaciones políticas.
Tenemos, eso sí, al menos una conversa de política a la semana. Es raro que llegue a durar más de 15 minutos y no está programada ni mucho menos. Nace de las inquietudes y ganas de hablar de nostros mismos, auspiciadas por el conocimiento político que tiene nuestro militante de planta. Un conocimiento que nos hace ver ciertas señales que se nos pasan desapercibidas. Es bien entretenido en todo caso.
Acá la mayoría cree que Piñera será el próximo presidente, tal como las encuestas de hace meses confirman que es más la gente que cree que Piñera va a ganar que la que va a votar por él. Que yo sepa, aquí nadie vota por él. Y no es de extrañarse.
Cuesta encontrar gente de derecha que en vez de usar sus redes en el sector privado, quieran dedicarle tiempo a generar insumos de conocimiento para políticas públicas ganando menos plata.
La jefa está convencida que Piñera va a ganar y cree que esto se veía venir. Lo único que espera es que quien sea la persona que llegue a dirigir el servicio no tenga un espíritu censurador y/o pacato, y que deje trabajar.
En el tema que trabajamos acá, lamentablemente hay muchos prejuicios y la derecha jamás ha demostrado tener interés en cubrirlo o proponer políticas en torno a éste.
¿El ritmo de trabajo?
Más intenso que nunca. Fin de año implica cerrar una serie de temas. Ya hay gente que no continuará y la idea es dejar todo resuelto. A eso súmele que el director se va -pase lo que pase- en marzo. Esto significó en los últimos meses el realizar un trabajo gigantesco para algo que originalmente se entregaría a mediados del año próximo. Pero claro, el director quería mostrar algo antes de irse.
¿Influye la política en lo que hacemos?
En rigor, no. Nadie se mete mucho en lo que investigamos. Sin embargo el criterio político es el que decide qué hallazgos se le cuentan a la prensa y cuáles no.
También es cierto que opera una pequeña auto-censura y que hay temas que no tendrán el visto bueno para ser investigados si es que atentan de manera muy fuerte contra el status quo.
Mal que mal, esto es trabajar para el gobierno... pero no creo que exista un lugar (donde uno no sea el jefe) en que se pueda investigar y decir todo lo que uno quiera.
Honestamente, preferiría que la derecha no llegara al poder y que la pega se me ponga fome o que la pierda. Pero votar por Frei para cuidar la pega es algo que me avergonzaría.
Ya les dije que esto no es una muestra representativa.
Por Favor, reAcciones
P.S.: Esto no es una broma por el día de los inocentes