Esto de la reconstrucción, a quién le cabe duda, requiere medidas de urgencia.
"Un profundo sentido de urgencia", diría el Piñera, haciendo patente de que no ha podido dejar de hablar como si todavía estuviera en campaña. Todo un castigo a la hora de las cadenas nacionales, entrevistas y declaraciones diarias en los medios.
Y, como siempre, pagamos justos por pecadores. Porque debiera ser la Concertación la amarrada en un cine con separadores de pestañas, con horas interminables del presidente usando tres sinónimos, metáforas burdas y figuras poéticas de mal gusto. Así como Alex en "La Naranja Mecánica".
Bien, la cosa es que el Ministerio de Salud ha decidido ponerse a tono con la emergencia del país y priorizar aquello absolutamente necesario para estos tiempos.
¿Hospitales de campaña? ¿Reconstrucción de consultorios? ¿Derivación de pacientes críticos?
No. Nada de eso.
Resulta que justo hace una semana decidió ponerle SUMA URGENCIA a un proyecto de ley que había sido aprobado por la cámara de diputados el 2008 y que ahora "dormía" en el Senado, como le gusta decir a los periodistas.
El urgente proyecto, aunque usted no lo crea, pretende crear la carrera de "optometrista".
Esto permitiría que uno pudiera ir a recetarse lentes sin tener que pasar por el oculista. De hecho, cada óptica tendría uno de estos nuevos profesionales dentro de sus tiendas. Así, si usted está viendo mal, va directo a la óptica, lo ve el optometrista y al rato le tendrán sus lentes listos.
El origen sería, según la fundamentación de este proyecto, la escasez de oftalmólogos en nuestro país.
En efecto, son poco más de 700, lo que deja sólo un especialista por cada 22.000 habitantes.
Los oculistas defienden su oligopolio. La "llave de paso" de quienes acceden anualmente a estudiar la especialidad es de las más estrechas, si no la más estrecha. Transformando esta especialidad en una de las más codiciadas por quienes terminaron medicina, pero también en una de las más caras para los pacientes.
Es la simple ley de la oferta y la demanda.
El tema -y esta es una pregunta que algunos senadores, como Mariano Ruiz-Esquide se han hecho- es si acaso debemos enfocar las políticas de salud como si fueran problemas de mercado.
La solución de mercado, en este caso, pasa por masificar el acceso a la posibilidad de tener una receta de lentes, aumentando la oferta de quienes pueden recetarlos.
A priori, cualquiera que utilice lentes puede encontrar buena esta solución: te saltas una cara consulta cada vez que necesites más (o menos) aumento.
El problema es que -hasta el momento- no hay en el proyecto una indicación que implique un reembolso en el sistema previsional por la consulta con este nuevo profesional.
La propuesta tanto de Ruiz-Esquide como de los oculistas es aumentar la cantidad de profesionales del área y los recursos de la Salud Pública para tenerlos en hospitales y consultorios.
Ahora, independiente de que los oculistas (u oftalmólogos) estén defendiendo su exclusividad y privilegios, también es cierto que un optometrista puede terminar recetando lentes para lo que es una enfermedad óptica. Enfermedades para las cuales no tendrá el conocimiento médico.
La última línea del proyecto indica que:
Cabe consignar que Chile tiene hoy por hoy, la mejor salud óptica de América Latina.
Este puesto era ocupado antes por Colombia.
Hasta que Colombia decidió meter los optometristas...
¿Quiénes ganan con esta ley?
Primero que todos, las ópticas. Aumentará la rapidez y cantidad de lentes que venderán, teniendo al profesional que los recetará dentros de sus instalaciones.
Luego, las universidades (sobre todo las privadas que esperan oportunidades como estas) que abrirán esta nueva "carrera".
Por último, clínicas y centros de salud que podrán abaratar costos reemplazando oculistas por optometristas.
Hay que ser justos y asignar las responsabilidades correspondientes: este proyecto tuvo su origen (hace dos años) en una moción por un grupo de diputados: Cristi y Lobos de la UDI; Rubilar, Sepúlveda y Valcarce de RN; Mulet y Olivares del PRI; Nuñez del PPD; y el ahora Senador Rossi, del PS. Otro que ha tenido votaciones extrañas en proyectos más propios de la derecha.
Estoy consciente también de que he simplificado la discusión. A grandes rasgos, soy tan contrario a los oligopolios como a dar soluciones de mercado mediocres a problemas de la salud, y no me queda claro si esto beneficiará (a largo plazo) a las personas que padezcan de mala visión.
La experiencia en Colombia indica que no. Y de equivocarse un optometrista, será muy cierto el dicho "lo barato cuesta caro".
El único beneficio inmediato que es indiscutible, es el de privados que harán negocios con esto.
Por eso me pregunto ¿Cuál es la suma urgencia de un proyecto así en tiempos donde las prioridades se supone que son otras?
Tal vez con todo el polvo que se levanta tras las demoliciones, el Ministerio de Salud consideró vital que fuera expedito el comprar lentes para ver bien...
Por Favor, reAcciones
P.S.1: Para ver en detalle el trámite del proyecto, pulsar aquí. Si no les funciona, utilicen el buscador de proyectos del Senado o de la Cámara de Diputados y ponen el número de boletín: 5684‑11
P.S.2: A lo mejor ya lo notaron, pero con esta columna acaba de debutar una nueva sección en este blog: "Doctrina del Shock". No necesitan decírmelo, es poco creativo y un concepto bastante utilizado -con justa razón- últimamente. La cosa es que se dedicará a temas como estos: los goles que nos intentarán pasar en medio de la "catástrofe". Bienvenidos son siempre sus aportes.
"Un profundo sentido de urgencia", diría el Piñera, haciendo patente de que no ha podido dejar de hablar como si todavía estuviera en campaña. Todo un castigo a la hora de las cadenas nacionales, entrevistas y declaraciones diarias en los medios.
Y, como siempre, pagamos justos por pecadores. Porque debiera ser la Concertación la amarrada en un cine con separadores de pestañas, con horas interminables del presidente usando tres sinónimos, metáforas burdas y figuras poéticas de mal gusto. Así como Alex en "La Naranja Mecánica".
Bien, la cosa es que el Ministerio de Salud ha decidido ponerse a tono con la emergencia del país y priorizar aquello absolutamente necesario para estos tiempos.
¿Hospitales de campaña? ¿Reconstrucción de consultorios? ¿Derivación de pacientes críticos?
No. Nada de eso.
Resulta que justo hace una semana decidió ponerle SUMA URGENCIA a un proyecto de ley que había sido aprobado por la cámara de diputados el 2008 y que ahora "dormía" en el Senado, como le gusta decir a los periodistas.
El urgente proyecto, aunque usted no lo crea, pretende crear la carrera de "optometrista".
Esto permitiría que uno pudiera ir a recetarse lentes sin tener que pasar por el oculista. De hecho, cada óptica tendría uno de estos nuevos profesionales dentro de sus tiendas. Así, si usted está viendo mal, va directo a la óptica, lo ve el optometrista y al rato le tendrán sus lentes listos.
El origen sería, según la fundamentación de este proyecto, la escasez de oftalmólogos en nuestro país.
En efecto, son poco más de 700, lo que deja sólo un especialista por cada 22.000 habitantes.
Los oculistas defienden su oligopolio. La "llave de paso" de quienes acceden anualmente a estudiar la especialidad es de las más estrechas, si no la más estrecha. Transformando esta especialidad en una de las más codiciadas por quienes terminaron medicina, pero también en una de las más caras para los pacientes.
Es la simple ley de la oferta y la demanda.
El tema -y esta es una pregunta que algunos senadores, como Mariano Ruiz-Esquide se han hecho- es si acaso debemos enfocar las políticas de salud como si fueran problemas de mercado.
La solución de mercado, en este caso, pasa por masificar el acceso a la posibilidad de tener una receta de lentes, aumentando la oferta de quienes pueden recetarlos.
A priori, cualquiera que utilice lentes puede encontrar buena esta solución: te saltas una cara consulta cada vez que necesites más (o menos) aumento.
El problema es que -hasta el momento- no hay en el proyecto una indicación que implique un reembolso en el sistema previsional por la consulta con este nuevo profesional.
La propuesta tanto de Ruiz-Esquide como de los oculistas es aumentar la cantidad de profesionales del área y los recursos de la Salud Pública para tenerlos en hospitales y consultorios.
Ahora, independiente de que los oculistas (u oftalmólogos) estén defendiendo su exclusividad y privilegios, también es cierto que un optometrista puede terminar recetando lentes para lo que es una enfermedad óptica. Enfermedades para las cuales no tendrá el conocimiento médico.
La última línea del proyecto indica que:
Se deberá indicar al paciente que fue determinada sólo su condición refractiva y por lo tanto deberá ser evaluado por un especialista que permita prevenir riesgos para la salud ocular.
Cabe consignar que Chile tiene hoy por hoy, la mejor salud óptica de América Latina.
Este puesto era ocupado antes por Colombia.
Hasta que Colombia decidió meter los optometristas...
¿Quiénes ganan con esta ley?
Primero que todos, las ópticas. Aumentará la rapidez y cantidad de lentes que venderán, teniendo al profesional que los recetará dentros de sus instalaciones.
Luego, las universidades (sobre todo las privadas que esperan oportunidades como estas) que abrirán esta nueva "carrera".
Por último, clínicas y centros de salud que podrán abaratar costos reemplazando oculistas por optometristas.
Hay que ser justos y asignar las responsabilidades correspondientes: este proyecto tuvo su origen (hace dos años) en una moción por un grupo de diputados: Cristi y Lobos de la UDI; Rubilar, Sepúlveda y Valcarce de RN; Mulet y Olivares del PRI; Nuñez del PPD; y el ahora Senador Rossi, del PS. Otro que ha tenido votaciones extrañas en proyectos más propios de la derecha.
Estoy consciente también de que he simplificado la discusión. A grandes rasgos, soy tan contrario a los oligopolios como a dar soluciones de mercado mediocres a problemas de la salud, y no me queda claro si esto beneficiará (a largo plazo) a las personas que padezcan de mala visión.
La experiencia en Colombia indica que no. Y de equivocarse un optometrista, será muy cierto el dicho "lo barato cuesta caro".
El único beneficio inmediato que es indiscutible, es el de privados que harán negocios con esto.
Por eso me pregunto ¿Cuál es la suma urgencia de un proyecto así en tiempos donde las prioridades se supone que son otras?
Tal vez con todo el polvo que se levanta tras las demoliciones, el Ministerio de Salud consideró vital que fuera expedito el comprar lentes para ver bien...
Por Favor, reAcciones
P.S.1: Para ver en detalle el trámite del proyecto, pulsar aquí. Si no les funciona, utilicen el buscador de proyectos del Senado o de la Cámara de Diputados y ponen el número de boletín: 5684‑11
P.S.2: A lo mejor ya lo notaron, pero con esta columna acaba de debutar una nueva sección en este blog: "Doctrina del Shock". No necesitan decírmelo, es poco creativo y un concepto bastante utilizado -con justa razón- últimamente. La cosa es que se dedicará a temas como estos: los goles que nos intentarán pasar en medio de la "catástrofe". Bienvenidos son siempre sus aportes.