martes, marzo 23, 2010

La reconstrucción no deja ver


Esto de la reconstrucción, a quién le cabe duda, requiere medidas de urgencia.
"Un profundo sentido de urgencia", diría el Piñera, haciendo patente de que no ha podido dejar de hablar como si todavía estuviera en campaña. Todo un castigo a la hora de las cadenas nacionales, entrevistas y declaraciones diarias en los medios.
Y, como siempre, pagamos justos por pecadores. Porque debiera ser la Concertación la amarrada en un cine con separadores de pestañas, con horas interminables del presidente usando tres sinónimos, metáforas burdas y figuras poéticas de mal gusto. Así como Alex en "La Naranja Mecánica".

Bien, la cosa es que el Ministerio de Salud ha decidido ponerse a tono con la emergencia del país y priorizar aquello absolutamente necesario para estos tiempos.
¿Hospitales de campaña? ¿Reconstrucción de consultorios? ¿Derivación de pacientes críticos?

No. Nada de eso.
Resulta que justo hace una semana decidió ponerle SUMA URGENCIA a un proyecto de ley que había sido aprobado por la cámara de diputados el 2008 y que ahora "dormía" en el Senado, como le gusta decir a los periodistas.

El urgente proyecto, aunque usted no lo crea, pretende crear la carrera de "optometrista".
Esto permitiría que uno pudiera ir a recetarse lentes sin tener que pasar por el oculista. De hecho, cada óptica tendría uno de estos nuevos profesionales dentro de sus tiendas. Así, si usted está viendo mal, va directo a la óptica, lo ve el optometrista y al rato le tendrán sus lentes listos.

El origen sería, según la fundamentación de este proyecto, la escasez de oftalmólogos en nuestro país.
En efecto, son poco más de 700, lo que deja sólo un especialista por cada 22.000 habitantes.
Los oculistas defienden su oligopolio. La "llave de paso" de quienes acceden anualmente a estudiar la especialidad es de las más estrechas, si no la más estrecha. Transformando esta especialidad en una de las más codiciadas por quienes terminaron medicina, pero también en una de las más caras para los pacientes.
Es la simple ley de la oferta y la demanda.

El tema -y esta es una pregunta que algunos senadores, como Mariano Ruiz-Esquide se han hecho- es si acaso debemos enfocar las políticas de salud como si fueran problemas de mercado.
La solución de mercado, en este caso, pasa por masificar el acceso a la posibilidad de tener una receta de lentes, aumentando la oferta de quienes pueden recetarlos.
A priori, cualquiera que utilice lentes puede encontrar buena esta solución: te saltas una cara consulta cada vez que necesites más (o menos) aumento.
El problema es que -hasta el momento- no hay en el proyecto una indicación que implique un reembolso en el sistema previsional por la consulta con este nuevo profesional.

La propuesta tanto de Ruiz-Esquide como de los oculistas es aumentar la cantidad de profesionales del área y los recursos de la Salud Pública para tenerlos en hospitales y consultorios.
Ahora, independiente de que los oculistas (u oftalmólogos) estén defendiendo su exclusividad y privilegios, también es cierto que un optometrista puede terminar recetando lentes para lo que es una enfermedad óptica. Enfermedades para las cuales no tendrá el conocimiento médico.
La última línea del proyecto indica que:

Se deberá indicar al paciente que fue determinada sólo su condición refractiva y por lo tanto deberá ser evaluado por un especialista que permita prevenir riesgos para la salud ocular.

Me imagino cómo va a operar la fiscalización de esto...

Cabe consignar que Chile tiene hoy por hoy, la mejor salud óptica de América Latina.
Este puesto era ocupado antes por Colombia.
Hasta que Colombia decidió meter los optometristas...

¿Quiénes ganan con esta ley?
Primero que todos, las ópticas. Aumentará la rapidez y cantidad de lentes que venderán, teniendo al profesional que los recetará dentros de sus instalaciones.
Luego, las universidades (sobre todo las privadas que esperan oportunidades como estas) que abrirán esta nueva "carrera".
Por último, clínicas y centros de salud que podrán abaratar costos reemplazando oculistas por optometristas.

Hay que ser justos y asignar las responsabilidades correspondientes: este proyecto tuvo su origen (hace dos años) en una moción por un grupo de diputados: Cristi y Lobos de la UDI; Rubilar, Sepúlveda y Valcarce de RN; Mulet y Olivares del PRI; Nuñez del PPD; y el ahora Senador Rossi, del PS. Otro que ha tenido votaciones extrañas en proyectos más propios de la derecha.

Estoy consciente también de que he simplificado la discusión. A grandes rasgos, soy tan contrario a los oligopolios como a dar soluciones de mercado mediocres a problemas de la salud, y no me queda claro si esto beneficiará (a largo plazo) a las personas que padezcan de mala visión.
La experiencia en Colombia indica que no. Y de equivocarse un optometrista, será muy cierto el dicho "lo barato cuesta caro".
El único beneficio inmediato que es indiscutible, es el de privados que harán negocios con esto.

Por eso me pregunto ¿Cuál es la suma urgencia de un proyecto así en tiempos donde las prioridades se supone que son otras?
Tal vez con todo el polvo que se levanta tras las demoliciones, el Ministerio de Salud consideró vital que fuera expedito el comprar lentes para ver bien...

Por Favor, reAcciones

P.S.1: Para ver en detalle el trámite del proyecto, pulsar aquí. Si no les funciona, utilicen el buscador de proyectos del Senado o de la Cámara de Diputados y ponen el número de boletín: 5684‑11

P.S.2: A lo mejor ya lo notaron, pero con esta columna acaba de debutar una nueva sección en este blog: "Doctrina del Shock". No necesitan decírmelo, es poco creativo y un concepto bastante utilizado -con justa razón- últimamente. La cosa es que se dedicará a temas como estos: los goles que nos intentarán pasar en medio de la "catástrofe". Bienvenidos son siempre sus aportes.

miércoles, marzo 17, 2010

El Gesto de la Semana: Cambio de Gobierno I

Este, a diferencia de los anteriores, muestra los dientes

Ya llegaron.
Les prometí que los iba a tener al tanto, así que haré un esfuerzo por transmitir algo lo de que han dejado estos primeros días de primeras impresiones.

El replicoso cambio de mando fue el jueves y el viernes llegaron a presentarse. Nos juntaron a todos en uno de los salones y las autoridades salientes hicieron una pequeña ceremonia de traspaso a las entrantes. Los días anteriores, el 1 y el 2 saliente pasaron por las oficinas despidiéndose y tratando de contarnos cómo se veía el panorama. Ellos habían tenido varias reuniones con los nuevos y todos estábamos más o menos curiosos por saber cómo eran y qué pretendían.
La única referencia que teníamos era un video del grupo ad-hoc Tantauco en la página de Piñera y lo que los copuchentos de Facebook nos decían al resto. El video (donde hablaba el futuro 1), en todo caso, no decía nada muy distinto a lo que fue la presentación del viernes.

El 1 es bastante joven. No sabemos muy bien si tiene 25, 26 ó 27 años, pero de eso no pasa. Se licenció en Derecho en la Católica (universidad que -a vuelo de pájaro- debe concentrar el 90% del gabinete, intendentes y jefes de servicios). Es RN, hijo de un dirigente histórico del mismo partido (ser hijo de "alguien" es algo que comparten casi todos los que son jóvenes en este gobierno), pertenece a "Un Techo para Chile" y, me dicen algunas fuentes que lo conocen, es un tipo bastante movido. Hasta el momento sólo puedo decir que habla bastante rápido. Su experiencia profesional es haber trabajado 2 años en una firma de abogados, mientras coordinaba el grupo Tantauco que le correspondía.

La 2 se supone que también es joven, pero pareciera que ya pasó los 30. No lo sabemos con exactitud. Ella es psicóloga de la Católica (ya les dije, la PUC se tomó el Estado), especializada en psicología organizacional. Como el cargo de 2 se ocupa del funcionamiento interno del servicio, se supone que su especialidad es la idónea. Ella es de la UDI, trabajó en la Fundación Jaime Guzmán y parece que dictó un curso en la Universidad del Desarrollo. Por razones que saltan a la vista, temíamos más de ella que de él.

La despedida de los ex 1 y 2 fue bastante convencional, intentaron dejar en claro que bajo su gestión el servicio ganó en prestigio y creció en presupuesto (lo que es cierto), y que todo se debía a nosotros (los funcionarios). Creo que fue una forma de calmar la ansiedad frente al futuro laboral que se respira en algunos departamentos.

Luego vinieron los discursos y presentación de los nuevos.

Da la impresión que o en los grupos Tantauco o en los pendrives que Piñera repartió a su nuevo directorio, había alguna presentación en power point sobre "cómo aterrizar de manera suave en un servicio público". Los contenidos de ese power point, a su vez, probablemente eran adaptaciones de manuales de gestión de recursos humanos o de psicología organizacional.
La cosa es que dicen lo mismo. En todos lados.

El procedimiento es más o menos el siguiente: se reúne al personal, se los saluda de manera cordial y se les recalca que son fundamentales para el funcionamiento del servicio. Esto despeja los fantasmas de las purgas laborales. Por un tiempo...
Luego se recalcan algunas claves del funcionamiento de la nueva gestión, se dice que no se discriminará ni excluirá a nadie por su partido político o religión. Sin embargo, casi la totalidad de los jefes de división de los ministerios son despedidos. Esto es entendible: se supone que son gente de confianza de la administración anterior. Poco tiempo después viene un proceso de diagnóstico en el que la autoridad se reune con cada jefe de departamento. Ahí se busca saber qué es lo que se hace, cómo son los presupuestos, cuál es la gente que está trabajando y cómo llegó a ese lugar.
Hasta el momento, sólo los anteriores 1 y 2 se han ido de este servicio. Y un par de jefas regionales renunciaron, atendiendo su lealtad política con el gobierno anterior. Me cuesta entender que gente que está acá por razones políticas no haya tenido la dignidad para irse por sí sola. Al parecer, tarde o temprano los sacarán. Aunque claro, está el problema cada vez más evidente de que no tengan a quien nombrar.

Pero volvamos al discurso. Que, hasta el momento, es lo único que se puede observar:
Aparecen ciertas expresiones clave como "queremos potenciar este servicio", "hacer crecer", "trabajar duro". El nuevo 1 nos recuerda que estamos en el Estado (agradecemos la revelación) y que eso significa que la sociedad confió en nosotros para que nuestra tarea sea relevante y necesaria. Con una imagen dura y directa, alude al concepto típico del derechista para enfrentarse al Estado: los impuestos. "Los impuestos que pagan la gente en Concepción, Talcahuano y los pueblos siniestrados, son los que nos están financiando a nosotros."
La idea es que tenemos que hacer bien la pega porque estamos quitándole plata a las víctimas del terremoto.
La verdad es que el entusiasmo con el que llegan es algo conmovedor.
Sin embargo hay una cierta inseguridad que delata su lenguaje corporal. Constantemente busca apoyo para sus expresiones en el 1 saliente, cuya mirada esquiva la de su sucesor clavándose en un punto perdido del techo.
Finaliza su presentación (que prometía ser más corta) con un concepto que debe ser central en el power point, porque todos los que conozco que trabajan en servicios públicos me dicen que lo han escuchado: "Las puertas están abiertas". Se refieren a las de su oficina. Pero el doble sentido de la frase no deja de ser elocuente.

Es el turno de 2. La temida 2.
Su presentación es más breve y enfatiza la necesidad de que este sea un lugar agradable para trabajar. Fiel a sus estudios, dice que quiere conocer la "cultura organizacional" de aquí. De hecho, ambos son bastante insistentes en la idea de que quieren conocernos a todos (otra idea que debe estar destacada en el power point).
Ella introduce un elemento en su discurso que es muy propio de ciertas vertientes católicas que ustedes bien pueden intuir: El Sacrificio.
Para ella, trabajar en el Estado implica un sacrificio, al cual todos estamos dispuestos por el bien del país.
No me cabe duda que el "costo de oportunidad" de la gran mayoría de los nuevos administradores del Estado es alto, pero para la mayoría de los funcionarios -pese a que no hay indemizaciones en caso de despido-, las condiciones laborales son bastante mejores que en casi la totalidad del mundo privado. Por eso, esta penitencia que está pagando al aceptar este cargo, suena mucho a contar plata al frente de los pobres.

El discurso del sacrificio, me dicen, está bastante extendido en las nuevas autoridades. De alguna manera, instalan la idea de que hay que estar eternamente agradecidos de que hayan querido bajar de sus olimpos académicos y empresariales, para venir a gestionar los destinos de "la gallá".

Tratan de ocultar -algunos con más éxito que otros- esa papa en la boca, pero se les nota igual. Y muchas de las expresiones que usan parecieran sacadas del personaje cuico de la teleserie.

Son muy educados. Hay que reconocerlo. Y tienen gestos interesantes (que no sé si estan en todos los power points), como el Lunes cuando vino el ministro del cual depende este servicio a presentarse y nos saludó uno por uno a todos los presentes.
Pese a que son bastante ignorantes, incluso en aspectos en los que uno supondría que tenían conocimiento, no son nada de tontos. Están bastante ávidos de conocer lo más posible, lo más rápido posible, y comprenden perfectamente su rol estratégico.

Estamos algo tranquilos, pero alertas.
Ayer la jefa volvió de su reunión con 1 y 2 bastante contenta. Al parecer tienen muy buena imagen del departamento en el que estamos y se sorprenden de la producción con los recursos que se disponen. "Eficiencia y eficacia" son las palabras que usan.
Se entusiasmaron (mucho más que sus antecesores) con ciertas propuestas de estudios e índices que estamos tramando y se mostraron bastante dispuestos.
Nuestra jefa defendió celosamente ese aislamiento e independencia que nos ha permitido trabajar tranquilos y al parecer la entendieron y apoyaron.

Es lo que uno quiere creer.
Lo tomo como un descanso de optimismo tras tantos fantasmas pesimistas.

Mi posición, y en general es la misma que tiene el resto del equipo, no ha cambiado: si empiezan a hacernos insoportable el trabajo, no tendremos nada más que hacer aquí.
Si sentimos que lo que hacemos está pesándonos en la conciencia, no tiene sentido seguir en esto.

Por mientras, preferimos pensar que trabajamos para el país y no para Piñera.
Preferimos pensar que trabajamos para el Estado y no para el Gobierno.
Preferimos pensar que aportaremos a generar conocimiento para políticas públicas y no para la derecha.

Y por ahora, esas verdades a medias nos permiten trabajar tranquilos.
Por ahora.

Por Favor, reAcciones

martes, marzo 09, 2010

El gesto de la semana: "Chile ayuda a Chile"


Cuantas menos razones tiene un hombre
para sentirse orgulloso de sí mismo,
más suele enorgullecerse de pertenecer
a una nación
Arthur Schopenhauer



Estoy algo saturado de la que se supone -dice el absurdo mito patriotero- sería la bandera más linda del mundo.
Es prácticamente imposible no verla si uno prende la televisión. Si uno la mantiene apagada (ejercicio necesario desde el terremoto), aparece en la calle en casas, edificios (en algunos casos a media asta por el duelo nacional), autos, o camiones y buses que llevan ayuda al sur.

No se trata aquí de despreciar los símbolos patrios. Ya hemos hablado en otras ocasiones acerca del patriotismo-nacionalismo y en general mi punto de vista no ha cambiado mucho: me sigue haciendo sentido la idea (expresada magistralmente en la frase de Schopenhauer) que sentirse orgulloso solamente por el hecho azarozo de haber nacido en una determinada nación, es muy mediocre. Con esto no quiero decir que desprecie este país (todo lo contrario) ni a quienes lo aman, sólo que afirmar un país como si fuera un valor en sí mismo me parece vacío. Sentirse orgulloso de Chile porque es Chile no significa nada. Y como toda significación vacía termina rellenándose silenciosamente de otros contenidos, con el patriotismo sucede exactamente lo mismo.
Mal que mal, lo que más oficialmente define a "Chile" son sus fronteras geo-políticas.

Resulta interesante constatar que este es un terremoto que ocurrió "en Chile", a diferencia del de Noviembre del 2007 que afectó a Tocopilla y María Elena. Aquél era nombrado por sus localidades, o a lo más como "el terremoto del norte". Este terremoto parece extenderse a todo el territorio, pese a que ocupó una franja de 500 kilómetros aproximadamente.
Uno podría decir que su intensidad y efectos ameritan tratarlo como un fenómeno nacional, pero si eso fuera cierto, no hablaríamos del "terremoto de Chillán" o el "de Valdivia".
Este terremoto evidenció algo que para todo quien vive en provincia es obvio: este país tiene un centralismo (ojalá hubieran sido la respuesta a la catástrofe y la coordinación de la ayuda las centralizadas) que se reduce a la frase "Santiago es Chile". Como este terremoto se sintió en la capital, echó abajo algunas edificaciones e incluso hubo saqueos (y rumores de), pues el terremoto fue "en Chile".

Ahora, si todo esto fuera meramente simbólico, sería prácticamente un abuso pequeño burgués el preocuparse por detalles.
Pero no lo es.
Lo cierto es que pese a los desmentidos de la Bachelet, inicialmente (cuando menos se supo qué hacer), la ayuda internacional se rechazó.
El argumento, dicen, pasaba por evaluar bien las dimensiones de la catástrofe y saber bien qué se necesitaba, para canalizar los pedidos y ordenar la llegada de ayuda. Puede ser, pero lo cierto es que Chile sigue rechazando ayuda, pero esta vez por los cálculos políticos.
Gente del Ministerio de Salud me ha transmitido que la ONU ofreció un "pack" de ayuda para catástrofes orientado a las mujeres y a la salud reproductiva. Esto incluía equipamientos de esterilización y para atender partos en este tipo de situaciones (hasta ayer una nota en la televisión contabilizaba 12 nacimientos en la zona desde el terremoto), así como píldoras de emergencia (del día después). La experiencia les indicaba que en estos casos algunos partos se adelantan, sumados a los propios de la fecha, y que las condiciones para atenderlos escasean. Además, así como hubo saqueos, hay experiencia de aumento de violaciones en estas situaciones. Tema que aún no ha sido cubierto o denunciado.
Pero aparentemente el gobierno pensó que iba a ser muy costoso (políticamente) "andar repartiendo" la polémica píldora del día después, y optó por rechazar toda esta ayuda. Incluidos los insumos médicos.

No es el único cálculo político que está deteniendo ayuda en la catástrofe.
Varios conocidos que han ido a catastrar las comunas afectadas me han dicho lo mismo: en aquellas donde el alcalde es de derecha, muchas cajas de alimentos, botellas de agua y otros tipos de ayuda, no han sido repartidas (o se han demorado mucho en hacerlo), esperando el cambio de mando. Tratando de hacer coincidir un aumento del flujo de la ayuda con la llegada de Piñera. Impresentable.
Me gustaría saber si es una estúpida iniciativa personal en la que han coincidido algunos alcaldes, o si es una maquiavélica orden "de arriba".

Pero volvamos a otras implicancias de la bandera.

Los peruanos residentes en nuestro país han sido un grupo especialmente afectado. La mayoría vive en conventillos o piezas de casas antiguas, de adobe. Por lo que muchos se quedaron sin lugar donde vivir. La cosa es que han denunciado "discriminación" y lentitud en la entrega de ayuda y solución de los problemas ligados al terremoto. Lo que, por supuesto, el gobierno ha desmentido.

La ayuda, a mi criterio, no debiera contemplar nacionalidades en quienes la dan ni en quienes la reciben. Sólo necesidades. Sin embargo, la instrumentalización política del patriotismo (tan vieja como las primeras naciones) es muy tentadora. Piñera estará feliz de recibir "un Chile unido", que es lo que "la gente quiere" según la futura vocera.
Quien critique o se oponga, será fácilmente tratado de "antipatriota". En el año del bicentenario, más encima. Algo de esto hablamos la columna pasada.
De hecho, ha pasado piola el nombramiento de intendentes de Piñera: Galilea, en la región del Maule, es socio la constructora Galilea S.A.. La misma que hizo la "Villa Galilea" en Curicó, la cuál se desplomó con el terremoto. Razón para que los pobladores protestaran en contra de este nombramiento. Protesta que, evidentemente, tuvo escasa cobertura.
En la región de la Araucanía, fue nombrado Andrés Molina, ligado a las empresas forestales.
En la Metropolitana, Fernando Echeverría, de la constructora Echeverría y Izquierdo.

Parece que para esto del "gobierno de la reconstrucción" se echó mano al gremio de la construcción. Confío en que seremos lo suficientemente antipatriotas para estar atentos a los conflictos de intereses...

Y en el Bío-Bío, la guinda de la torta: la invulnerable a la crítica alcaldesa/dueña de Concepción, Jacqueline Van Rysselberghe. Sus destempladas declaraciones hablando de "Sodoma y Gomorra" o llamando veladamente a los vecinos a armarse, propia de una autoridad que pretende conservar la calma de la población, no evitaron su nombramiento. Con esto no me queda claro si Piñera carece de tino, sensibilidad, valentía frente a las presiones UDI, o simplemente de gente para nombrar.
Hasta el penca de Pérez-Yoma ha cuestionado este nombramiento. Y eso es mucho decir.

No me gusta este patriotismo oportunista. Me genera mucha desconfianza y se me hace ajeno.
Más encima, nada se demoraron las empresas, bancos y casas comerciales en embanderarse, invertir en publicidad sentimentalera (en vez de gastar esa plata en ayuda), y encontrar como hacer negocio con la solidaridad y la bandera chilena. Solidaridad, que como bien dice la columna recién linkeada, necesita hacerse pública para ser rentable.

Por Favor, reAcciones

P.S.: (No sabía muy bien donde poner este párrafo)
A propósito de la foto, la Teletón no sólo operó como show mediático y de "solidaridad" pública para las empresas. Su efecto más importante fue el normalizador. Se tuvo 27 horas a los televidentes pendientes de una meta y avivando sentimientos optimistas de solidaridad. Una vez terminada, queda la falsa sensación que se concluyó la necesidad de ayudar.
Ahora, gracias a la Teletón, los canales puede volver a dar sus teleseries y realities sin tanta culpa. La televisión la necesitaba para normalizarse, por eso la televisión la gestó.

miércoles, marzo 03, 2010

Cuidado con las réplicas


"Cegados" ("Blidness", 2008), dirigida por Fernando Meirelles, es la adaptación al cine del "Ensayo sobre la ceguera" de Saramago. Una extraña epidemia de ceguera empieza a expandirse y los enfermos son puestos en cuarentena. Cada día aumentan y la mujer de un oculista se hace pasar por ciega para acompañarlo al hospital donde los aislan. Ella parece inmune al contagio. Pronto, en el hospital abandonado a su suerte, comienza a cundir la desesperación por la carencia de servicios y comida y la banda que tiene las pocas armas, pasa a controlar todas las raciones con criterios abusivos.
Afuera, una vez que logran escapar de esta situación, la cosa no es mejor. En las calles sólo hay caos y saqueos. En la oscuridad total, la de los ciegos.
La película vale la pena y puede ser inspiradora en estos días. Aunque me dicen que -como siempre- el libro es mejor. Me avergüenza admitir que no lo he leído, pero pretendo saldar pronto esta deuda frente a una lectura que hoy, me insisten, es obligatoria.

Frente al ridículo que muchos periodistas han hecho estos días, afortunadamente existen plumas lúcidas aportando una mirada más serena, crítica e integral de lo que ha sucedido y está sucediendo.
Es cierto, uno tiene la suerte de no haber perdido nada y tener a toda su gente viva. Por mi parte -y es casi una anécdota- la única pérdida de alguien de mi familia fue un primo de chillán cuyo restorán fue incendiado por los presos en fuga.
La cosa es que el hecho de que a la gran mayoría de este país no le pasó nada, privilegia la posibilidad de pensar esto con tranquilidad.

Tal vez es por lo mismo que resulta tan extraño que acá en Santiago hayan habido saqueos, y peor aún, que se hayan difundido muchos rumores en torno a lo mismo. Esas colas para comprar bencina o para acaparar en los supermercados son inexplicables, y exageradas.
La Naturaleza ha demostrado su incompatibilidad y contradicción con la ciudad. No hay bosques en el piso, sólo aquello que ha construido el ser urbano. En la ciudad, el terremoto es mucho más cruel, y lo primero en caer es aquello que le da sentido y le permite funcionar: energía eléctrica, sistema de agua potable, vialidad y transportes, grandes edificios hechos con bajos costos.
En las comunidades rurales las redes son visibles, la ayuda y la organización fluye rápidamente, la energía eléctrica no genera tanta dependencia y el sistema de agua potable puede sustituirse por pozos y ríos.
En la ciudad la desesperación cunde más fácil. Los individualismos también. Y cuando se corta la luz, ya nada funciona.

Muchos se han portado mal. No sólo los saqueadores.
También quienes han preferido cerrar sus negocios en vez de distribuir.
Las constructoras que han llamado a vecinos a habitar edificios que se están desplomando, argumentando que los van a arreglar.
Las que ni siquiera han dado la cara y se han declarado en quiebra.
Los periodistas, que han caído en un sensacionalismo absurdo metiendo cámaras y micrófonos en el lugar donde debiera haber un bombero rescatando heridos. Aparentemente, el martes les llegó un "tirón de orejas" y los noticiarios nocturnos mostraban mucho más la solidaridad que el saqueo y las portadas del miércoles auguraban tranquilidad y orden. Sabido es el efecto multiplicador de histeria que tiene este tipo de informaciones.
El gobierno, donde la "madame 80% de popularidad" ha demostrado su desconfianza crónica, lo que ha traído una nefasta consecuencia: demora en el decretar medidas de excepción y en el envío de ayuda.
Hay también un tema de previsión que cuesta entender: somos un país sísmico y hacía poco más de 2 años que un terremoto 7,7 Richter echó abajo Tocopilla y María Elena. En ese momento, los sismólogos ("ciencia" que se ha probado como buena para describir, pero negada para predecir) advertían que no era el terremoto "que estaban esperando", de acuerdo a la tautológica teoría de las placas y sus movimientos tectónicos. Es cierto, no se puede preveer un terremoto ni menos ponerlo en un programa de gobierno (absurda declaración de Piñera, otro que se ha portado mal en este evento), pero en un país con estos antecedentes históricos y recientes es de perogrullo tener bien diseñado un plan de contingencia. Ordenar las prioridades, canalizar las comunicaciones, simplificar los protocolos, contar con medios de telecomunicación de emergencia, coordinarse con quienes tienen el acopio y distribución de alimentos. Entre otras cosas.

En medio de toda esta incertidumbre, está el saqueo. La férrea defensa prioritaria a la propiedad privada y los llamados a la mano dura y a los fusilamientos públicos. Una intensa ola de fascismo -en la que incluso uno mismo cae en momentos de debilidad, pidiendo castigos de siglos pasados- ha azotado muchas conciencias con las imágenes de saqueadores dejando incendios tras su paso.

Pero no han faltado los análisis más integrales y comprensivos. Aquellos en los que el saqueo es visto no como el desvío del "otro", sino como la consecuencia de un modelo que genera desigualdad, injusticia y aspiraciones de consumo que son asfixiadas por las cuotas. La mirada que nos devuelve el saqueo hacia los pilares de nuestra economía y hacia las décadas de desintegración de las redes sociales. Redes que en algún momento fueron ocupadas por movimientos de pobladores y partidos políticos, pero que han sido reemplazados por el narcotráfico y el crimen organizado. Las redes que se dejan botadas no desaparecen, las ocupan otros.
Lo paradojal, nos recuerdan los historiadores y economistas críticos con el concepto de "acumulación originaria", es que el capitalismo mismo se inicia con una apropiación violenta y monopólica de medios de producción. El capitalismo partió con un gran saqueo...

Frente a todo esto, siento que no me queda mucho que agregar. Creo que el debate serio y crítico ha sido desplegado en diversos frentes y que el circuito bloguístico se ha mostrado como una real alternativa a la perplejidad impulsiva-fascistoide-sensacionalista de la prensa tradicional y a los especiales con música de fondo de la televisión.

Pero sí hay algo que me preocupa: esas réplicas, que como tal, son menos visibles que el terremoto. Esas réplicas de las que -nos aseguran los sismólogos- percibimos menos de un 5%.
Naomi Klein está advirtiendo desde hace unos pocos años sobre la "Doctrina del Shock". Nos dice que los grandes cambios que hacen avanzar el capitalismo desregulado y los Estados que restringen los derechos civiles ocurren en situaciones de desastre, catástrofe, excepción. Cuando la gente está demasiado aturdida, shockeada, como para preocuparse de ellos. Las vulnerabilidad es alta y frente a eso no hay muchos oídos para la crítica.
Agréguese a esto el tema nada menor del cambio de mando. No me cabe ninguna duda que esto es un gran cacho para Piñera. Recibirá un país en estado de excepción, lleno de daños y con una reconstrucción que durará muchos años más. Deberá endeudarse y ampliar el gasto público (cosas que aborrecen en la derecha), y sobre todo, deberá demostrar que puede hacer las cosas mejor que el gobierno saliente. La decisión de mantener a la gente de la Onemi y los Intendentes de las regiones afectadas demuestran que el costo de hacer un cambio de mando en medio de esta situación es demasiado alto y que no es factible que las nuevas autoridades puedan "enchufarse" tan rápidamente en un aparato que desconocen y que no tiene más tiempo para perder.

Habrá que tener ojo.

Será tentador privatizar aún más la educación pública trasladando a los niños de las escuelas destruidas hacia las subvencionadas.
Será tentador privatizar aún más la salud pública frente al colapso de los hospitales, mediante bonos para atenderse en clínicas privadas (medida que anunció durante su campaña).
Será tentador reconstruir alterando planos reguladores, alentando la especulación sobre los suelos y avivando el negocio de constructoras.
Será tentador gastarse los ahorros cuyos intereses financian la pensión básica solidaria o vender las empresas públicas que quedan (incluida Codelco) para "hacer caja".
Será tentador cambiar la constitución para poder reelegirse como héroe de la reconstrucción.
Será tentador legislar "en caliente" restringiendo aún más las legítimas manifestaciones públicas y criminalizando en exceso a quien muestre descontento en las calles (y aquí ya no estamos hablando de los saqueos).
Es entendible tomar ciertas medidas en caso de excepción, pero es absolutamente necesario exigir que esto no se transforme en un nuevo saqueo al Estado por negocios que privados aprovecharán como buitres; ni en la legitimación de un Estado policial autoritario, que seguramente se escudará tras la bandera, el bicentenario trágico y la "unidad nacional".

Este será de esos días que quedan marcados con mucho detalle, esos días que podremos relatar qué estábamos haciendo en el momento del terremoto (y horas después), con quién y dónde con mucha claridad.
Temo por esas réplicas difíciles de percibir. Ojalá tengamos esa misma claridad para estar atentos a lo que se hace y lo que se desmantela. Con el mismo detalle.

Por Favor, reAcciones

P.S.: Junto con agredecer a quienes han demostrado su preocupación y alegrarme porque hasta el momento todos los conocidos (reales y virtuales) están bien, quiero recomendar la lectura de columnas en blogs que han sido inspiradoras para escribir lo que acaban de leer.

Bonus Track: tal vez una de las columnas más fascistas de Fernando Villegas, pese a que pareciera que fuera a argumentar la complejidad del fenómeno, cae en los lugares comunes del momierío y el pinochetismo milicofílico. Un discurso preocupante y vergonzoso que ha levantado comentarios de apoyo tanto o más preocupantes. Nada que envidiarle a la alcaldesa de Concepción.