Ni el maestro pasto seco Ozzy es capaz de hacer prender a los gringos
Siendo un amante de la música (sobre todo en vivo) y un pesimista-incrédulo, siempre me causaba algo de risa cuando las bandas extranjeras decían "gracias, ustedes son lo mejor, son un gran público, son increíbles, etc.". Nos reíamos con amigos de lo que nos parecía solamente frases prefabricadas y de buena crianza. Nos imaginábamos a la misma banda diciéndole exactamente lo mismo a todos sus públicos, y si bien en mis primeros conciertos llegaba a creerme el cuento y elevar el ego un poco porque un artista que admiraba me hacía sentir parte de un público especial para él, con el tiempo se me fue pasando.
Y la verdad es que no tenía muchas formas de comprobar si acaso eso de que los sudamericanos somos un público que le vuela la cabeza a los artistas de Europa o EEUU es un mito urbano o realidad.
Hasta ahora.
La primera pista creíble la tuve al ver un par de documentales de Sam Dunn -un director que le hace harto al buen documental de metal, se los recomiendo- : "Flight 666" (de la gira "Somewhere back in time" de Iron Maiden y "Beyond the Lighted Stage" (sobre la banda Rush).
En el primero, Bruce Dickinson (vocalista de Iron Maiden) decía que mientras más al sur (de América) iban, más caliente era el público (con sus puntos más altos en Chile y Argentina).
En el segundo, Geddy Lee (vocalista-bajista de Rush) hablaba de lo impresionante que era para ellos la primera vez que tocaban en sudamérica: La energía de la gente (fue Brasil el 2002 y una bandera chilena es de las primeras cosas que se ven cuando llegan al aeropuerto carioca), que se supieran las canciones y que batieran los records de audiencia que la banda tenía en sus presentaciones en vivo, eran elementos que no se imaginaban los miembros de la banda.
La pista más clara -lo acotado me impide hacer una generalización absoluta- la tuve aquí, en dos conciertos.
Si les interesa la ficha técnica del experimento, les puedo decir que se trató de dos recitales de músicos que ya había visto antes en Chile (lo que ayuda a tener un parámetro de comparación). Les puedo decir también que uno fue en Baltimore, Maryland y el otro en Philadelphia, Pennsylvania. Ambos lugares de estados fronterizos son parte de la costa este-meso atlántica de EEUU. Ambos sucedieron en estadios de básquetbol-hockey lo que da un aforo de 14.000 personas para el primero y poco más de 20.000 para el segundo.
Vamos al detalle.
El 11 de noviembre emprendimos un tortuoso viaje (uno de los peores de mi vida) en un incómodo y sucio bus de una empresa china rumbo a Philadelphia. Recorrimos la ciudad durante el día y cuando se vino la tarde encima nos fuimos al estadio para ver a Roger Waters. Esta vez presentaba todo el show del "The Wall" tocando el album doble completo con un despliegue bien impresionante de imágenes, muñecos, pirotecnia y -por supuesto- armando el mismo muro entre artistas y público. El entraba por el público como si fuera un mendigo, arrastrando un carrito con todo tipo de cachivaches que iba regalando.
El show es espectacular (en el sentido etimológico de la palabra) y tiene bastantes explosiones y fuegos, elementos que por alguna razón le gustan harto al gringo medio. Sin embargo, pese a que esta fecha era la tercera tras dos llenos el mismo día que salieron a la venta las entradas, dicho fervor no era visible en la recepción del público. Ocasionalmente un "¡wuuuuuu!" o un "¡¡¡yeeeaaaahh!!" de esos bien gringos, pero nada más. Pese a estar en su idioma, pocos cantaban las canciones. Y en mi entorno yo era el único. Como si fuera poco, varios se dan el lujo de llegar tarde e incluso salir en medio de canciones como "Mother" para ir a comprar más cerveza o cosas para comer. Y eso que había un intermedio entre disco 1 y 2 de más de 20 minutos.
La gente se comportaba como si estuvieran viendo un dvd en sus casas y ese contagioso fervor del público de música en vivo estaba lejos de aparecer.
El 29 de noviembre tomamos un metrotren a Baltimore (como a 45 minutos de Washington) para ver al maestro: Ozzy Osbourne. Mostraba su disco nuevo y estrenaba guitarrista y baterista en esta gira. Ozzy, lo hemos dicho en estas páginas, es el mismo de siempre. Su show ha variado muy poco en los años que lleva arriba del escenario y su modo de relacionarse con el público está básicamente intacto. Dice las mismas cosas y hace lo mismo. Sin embargo, esto lejos de ser monótono o poco original, es uno de los conciertos más animados a los que se puede ir. Ozzy es un motivador por excelencia y es imposible mantenerse quieto en sus conciertos. Simplemente no te deja. Sin embargo, la gente cabeceando era poca. Sólo quienes estaban ubicados muy cerca. Y la gente saltando, menos. Uno se siente haciendo el loco saltando solo. Nuevamente, al igual que con Roger Waters, la gente que canta escasea. Ni para "War Pigs" de Black Sabbath era posible escuchar al público como una voz uniforme. Otra vez me veía cantando la letra, rodeado de gente -que hablaba el idioma en que está escrita y vestida con poleras de Ozzy o de Sabbath- que prefería quedarse callada. Aún cuando el mismo Ozzy ofrecía el micrófono para que el público terminara las frases de la canción.
Los gringos, al menos estos gringos con los que me tocó ver ambos conciertos, son muy fomes. No lo sé si es porque están más acostumbrados a ver estos shows o si es porque tienen una manera muy "televisiva" de asumir todos los espectáculos y las esferas de la vida en general. Me inclino más por lo segundo.
Los latinos somos lejos más calientes en ese sentido. Pero no me convence que sólo sea un tema de escasez. La gente se comporta de manera tanto o más eufórica cuando ve artistas nacionales o que van a Chile todos los años.
Tiendo a pensar que hay un explicación que está mucho más ligada a la cutura que a la frecuencia de ver los shows, y que esta última sólo potencia la primera...
Por ahora, cuando dicen que el público latinoamericano es el mejor, les creo que lo dicen de forma honesta y no solamente como una forma de halagar a nuevos consumidores.
Por Favor, reAcciones
P.S.: Agradezco públicamente a Gus por haberme presentado a Sam Dunn.
Y la verdad es que no tenía muchas formas de comprobar si acaso eso de que los sudamericanos somos un público que le vuela la cabeza a los artistas de Europa o EEUU es un mito urbano o realidad.
Hasta ahora.
La primera pista creíble la tuve al ver un par de documentales de Sam Dunn -un director que le hace harto al buen documental de metal, se los recomiendo- : "Flight 666" (de la gira "Somewhere back in time" de Iron Maiden y "Beyond the Lighted Stage" (sobre la banda Rush).
En el primero, Bruce Dickinson (vocalista de Iron Maiden) decía que mientras más al sur (de América) iban, más caliente era el público (con sus puntos más altos en Chile y Argentina).
En el segundo, Geddy Lee (vocalista-bajista de Rush) hablaba de lo impresionante que era para ellos la primera vez que tocaban en sudamérica: La energía de la gente (fue Brasil el 2002 y una bandera chilena es de las primeras cosas que se ven cuando llegan al aeropuerto carioca), que se supieran las canciones y que batieran los records de audiencia que la banda tenía en sus presentaciones en vivo, eran elementos que no se imaginaban los miembros de la banda.
La pista más clara -lo acotado me impide hacer una generalización absoluta- la tuve aquí, en dos conciertos.
Si les interesa la ficha técnica del experimento, les puedo decir que se trató de dos recitales de músicos que ya había visto antes en Chile (lo que ayuda a tener un parámetro de comparación). Les puedo decir también que uno fue en Baltimore, Maryland y el otro en Philadelphia, Pennsylvania. Ambos lugares de estados fronterizos son parte de la costa este-meso atlántica de EEUU. Ambos sucedieron en estadios de básquetbol-hockey lo que da un aforo de 14.000 personas para el primero y poco más de 20.000 para el segundo.
Vamos al detalle.
El 11 de noviembre emprendimos un tortuoso viaje (uno de los peores de mi vida) en un incómodo y sucio bus de una empresa china rumbo a Philadelphia. Recorrimos la ciudad durante el día y cuando se vino la tarde encima nos fuimos al estadio para ver a Roger Waters. Esta vez presentaba todo el show del "The Wall" tocando el album doble completo con un despliegue bien impresionante de imágenes, muñecos, pirotecnia y -por supuesto- armando el mismo muro entre artistas y público. El entraba por el público como si fuera un mendigo, arrastrando un carrito con todo tipo de cachivaches que iba regalando.
El show es espectacular (en el sentido etimológico de la palabra) y tiene bastantes explosiones y fuegos, elementos que por alguna razón le gustan harto al gringo medio. Sin embargo, pese a que esta fecha era la tercera tras dos llenos el mismo día que salieron a la venta las entradas, dicho fervor no era visible en la recepción del público. Ocasionalmente un "¡wuuuuuu!" o un "¡¡¡yeeeaaaahh!!" de esos bien gringos, pero nada más. Pese a estar en su idioma, pocos cantaban las canciones. Y en mi entorno yo era el único. Como si fuera poco, varios se dan el lujo de llegar tarde e incluso salir en medio de canciones como "Mother" para ir a comprar más cerveza o cosas para comer. Y eso que había un intermedio entre disco 1 y 2 de más de 20 minutos.
La gente se comportaba como si estuvieran viendo un dvd en sus casas y ese contagioso fervor del público de música en vivo estaba lejos de aparecer.
El 29 de noviembre tomamos un metrotren a Baltimore (como a 45 minutos de Washington) para ver al maestro: Ozzy Osbourne. Mostraba su disco nuevo y estrenaba guitarrista y baterista en esta gira. Ozzy, lo hemos dicho en estas páginas, es el mismo de siempre. Su show ha variado muy poco en los años que lleva arriba del escenario y su modo de relacionarse con el público está básicamente intacto. Dice las mismas cosas y hace lo mismo. Sin embargo, esto lejos de ser monótono o poco original, es uno de los conciertos más animados a los que se puede ir. Ozzy es un motivador por excelencia y es imposible mantenerse quieto en sus conciertos. Simplemente no te deja. Sin embargo, la gente cabeceando era poca. Sólo quienes estaban ubicados muy cerca. Y la gente saltando, menos. Uno se siente haciendo el loco saltando solo. Nuevamente, al igual que con Roger Waters, la gente que canta escasea. Ni para "War Pigs" de Black Sabbath era posible escuchar al público como una voz uniforme. Otra vez me veía cantando la letra, rodeado de gente -que hablaba el idioma en que está escrita y vestida con poleras de Ozzy o de Sabbath- que prefería quedarse callada. Aún cuando el mismo Ozzy ofrecía el micrófono para que el público terminara las frases de la canción.
Los gringos, al menos estos gringos con los que me tocó ver ambos conciertos, son muy fomes. No lo sé si es porque están más acostumbrados a ver estos shows o si es porque tienen una manera muy "televisiva" de asumir todos los espectáculos y las esferas de la vida en general. Me inclino más por lo segundo.
Los latinos somos lejos más calientes en ese sentido. Pero no me convence que sólo sea un tema de escasez. La gente se comporta de manera tanto o más eufórica cuando ve artistas nacionales o que van a Chile todos los años.
Tiendo a pensar que hay un explicación que está mucho más ligada a la cutura que a la frecuencia de ver los shows, y que esta última sólo potencia la primera...
Por ahora, cuando dicen que el público latinoamericano es el mejor, les creo que lo dicen de forma honesta y no solamente como una forma de halagar a nuevos consumidores.
Por Favor, reAcciones
P.S.: Agradezco públicamente a Gus por haberme presentado a Sam Dunn.