lunes, diciembre 27, 2010

El Rock&Roll del momento: "You are the best" (Tratando de comprender a los gringos II)

Ni el maestro pasto seco Ozzy es capaz de hacer prender a los gringos

Siendo un amante de la música (sobre todo en vivo) y un pesimista-incrédulo, siempre me causaba algo de risa cuando las bandas extranjeras decían "gracias, ustedes son lo mejor, son un gran público, son increíbles, etc.". Nos reíamos con amigos de lo que nos parecía solamente frases prefabricadas y de buena crianza. Nos imaginábamos a la misma banda diciéndole exactamente lo mismo a todos sus públicos, y si bien en mis primeros conciertos llegaba a creerme el cuento y elevar el ego un poco porque un artista que admiraba me hacía sentir parte de un público especial para él, con el tiempo se me fue pasando.
Y la verdad es que no tenía muchas formas de comprobar si acaso eso de que los sudamericanos somos un público que le vuela la cabeza a los artistas de Europa o EEUU es un mito urbano o realidad.
Hasta ahora.

La primera pista creíble la tuve al ver un par de documentales de Sam Dunn -un director que le hace harto al buen documental de metal, se los recomiendo- : "Flight 666" (de la gira "Somewhere back in time" de Iron Maiden y "Beyond the Lighted Stage" (sobre la banda Rush).
En el primero, Bruce Dickinson (vocalista de Iron Maiden) decía que mientras más al sur (de América) iban, más caliente era el público (con sus puntos más altos en Chile y Argentina).
En el segundo, Geddy Lee (vocalista-bajista de Rush) hablaba de lo impresionante que era para ellos la primera vez que tocaban en sudamérica: La energía de la gente (fue Brasil el 2002 y una bandera chilena es de las primeras cosas que se ven cuando llegan al aeropuerto carioca), que se supieran las canciones y que batieran los records de audiencia que la banda tenía en sus presentaciones en vivo, eran elementos que no se imaginaban los miembros de la banda.

La pista más clara -lo acotado me impide hacer una generalización absoluta- la tuve aquí, en dos conciertos.
Si les interesa la ficha técnica del experimento, les puedo decir que se trató de dos recitales de músicos que ya había visto antes en Chile (lo que ayuda a tener un parámetro de comparación). Les puedo decir también que uno fue en Baltimore, Maryland y el otro en Philadelphia, Pennsylvania. Ambos lugares de estados fronterizos son parte de la costa este-meso atlántica de EEUU. Ambos sucedieron en estadios de básquetbol-hockey lo que da un aforo de 14.000 personas para el primero y poco más de 20.000 para el segundo.
Vamos al detalle.

El 11 de noviembre emprendimos un tortuoso viaje (uno de los peores de mi vida) en un incómodo y sucio bus de una empresa china rumbo a Philadelphia. Recorrimos la ciudad durante el día y cuando se vino la tarde encima nos fuimos al estadio para ver a Roger Waters. Esta vez presentaba todo el show del "The Wall" tocando el album doble completo con un despliegue bien impresionante de imágenes, muñecos, pirotecnia y -por supuesto- armando el mismo muro entre artistas y público. El entraba por el público como si fuera un mendigo, arrastrando un carrito con todo tipo de cachivaches que iba regalando.
El show es espectacular (en el sentido etimológico de la palabra) y tiene bastantes explosiones y fuegos, elementos que por alguna razón le gustan harto al gringo medio. Sin embargo, pese a que esta fecha era la tercera tras dos llenos el mismo día que salieron a la venta las entradas, dicho fervor no era visible en la recepción del público. Ocasionalmente un "¡wuuuuuu!" o un "¡¡¡yeeeaaaahh!!" de esos bien gringos, pero nada más. Pese a estar en su idioma, pocos cantaban las canciones. Y en mi entorno yo era el único. Como si fuera poco, varios se dan el lujo de llegar tarde e incluso salir en medio de canciones como "Mother" para ir a comprar más cerveza o cosas para comer. Y eso que había un intermedio entre disco 1 y 2 de más de 20 minutos.
La gente se comportaba como si estuvieran viendo un dvd en sus casas y ese contagioso fervor del público de música en vivo estaba lejos de aparecer.

El 29 de noviembre tomamos un metrotren a Baltimore (como a 45 minutos de Washington) para ver al maestro: Ozzy Osbourne. Mostraba su disco nuevo y estrenaba guitarrista y baterista en esta gira. Ozzy, lo hemos dicho en estas páginas, es el mismo de siempre. Su show ha variado muy poco en los años que lleva arriba del escenario y su modo de relacionarse con el público está básicamente intacto. Dice las mismas cosas y hace lo mismo. Sin embargo, esto lejos de ser monótono o poco original, es uno de los conciertos más animados a los que se puede ir. Ozzy es un motivador por excelencia y es imposible mantenerse quieto en sus conciertos. Simplemente no te deja. Sin embargo, la gente cabeceando era poca. Sólo quienes estaban ubicados muy cerca. Y la gente saltando, menos. Uno se siente haciendo el loco saltando solo. Nuevamente, al igual que con Roger Waters, la gente que canta escasea. Ni para "War Pigs" de Black Sabbath era posible escuchar al público como una voz uniforme. Otra vez me veía cantando la letra, rodeado de gente -que hablaba el idioma en que está escrita y vestida con poleras de Ozzy o de Sabbath- que prefería quedarse callada. Aún cuando el mismo Ozzy ofrecía el micrófono para que el público terminara las frases de la canción.

Los gringos, al menos estos gringos con los que me tocó ver ambos conciertos, son muy fomes. No lo sé si es porque están más acostumbrados a ver estos shows o si es porque tienen una manera muy "televisiva" de asumir todos los espectáculos y las esferas de la vida en general. Me inclino más por lo segundo.
Los latinos somos lejos más calientes en ese sentido. Pero no me convence que sólo sea un tema de escasez. La gente se comporta de manera tanto o más eufórica cuando ve artistas nacionales o que van a Chile todos los años.
Tiendo a pensar que hay un explicación que está mucho más ligada a la cutura que a la frecuencia de ver los shows, y que esta última sólo potencia la primera...

Por ahora, cuando dicen que el público latinoamericano es el mejor, les creo que lo dicen de forma honesta y no solamente como una forma de halagar a nuevos consumidores.

Por Favor, reAcciones


P.S.: Agradezco públicamente a Gus por haberme presentado a Sam Dunn.

viernes, diciembre 03, 2010

El gesto de la semana: Que le vaya mal al gobierno/que le vaya mal al país

"Parece que no bastó pasearme con él a todos lados y tenerlo sentado cerquita"

Ayer conversaba con uno de mis nuevos amigos por acá. Él es cubano, aunque a los 11 años se fue a Chile (me parece que su madre es chilena) y está en Washington desde comienzos de año en una situación bastante similar a la mía. Hablábamos de BecasChile y luego de "la nueva forma de gobernar", y en un momento me dijo:
"Igual yo soy de izquierda y todo, pero es complicado desearle que a estos hueones (la derecha) les vaya mal, porque quiere decir que a Chile le va a ir mal. Además, mal que mal, yo pienso que si la mayoría votó por ellos habrá que bancárselos nomás...".
¿Le suena conocido este argumento, estimada lectora, estimado lector?
Lo más probable es que sí, porque es de esas opiniones "políticamente correctas" que están bastante extendidas. Una "receta" la llamaría Shutz. Receta que tiene como función -en este caso- congeniar el deseo de venganza de un derrotado con la culpa que la moral judeo-cristiana le imprime a todo quien le desee mal a otro. El resultado, entonces, es una "muletilla argu-mental" que nos mantiene relativamente tranquilos y sin ponernos muy odiosos.

Pero es una receta. Una opinión "prestada": mucho más una frase que incorporamos y repetimos que una opinión personal y sincera. Es justamente por eso que está extendida, pues las recetas tienen una función que sólo se entiende socialmente. Por lo mismo es una "opinión" más social que personal.
Esto no quiere decir que tenga menos valor por ser más "mecánica" que reflexiva. Tiene valor, sólo que no hay que buscarlo ni en la retórica ni en la forma en que se evalúan los argumentos. Su valor está en cómo contribuye o no a la cohesión social, al adaptarse y al lidiar con situaciones que son desfavorables.

Tampoco quiere decir que uno pueda escapar de ellas incólume. Reconocerlas es un paso y ayuda a formar la propia opinión, pero lo cierto es que necesitamos tanto de tipificaciones (incorporar la realidad a primera vista a punta de estereotipos) como de recetas. Si no nos volveríamos locos. No podemos estar siempre abiertos a todo(s) y reflexionando cada una de nuestras reacciones y respuestas antes de ejecutarlas. Sobre todo cuando nos encontramos con las cosas por primera vez.

Bueno, la cosa es que la trampa que tiene esta receta (además de la representatividad electoral) es que el éxito del gobierno no implica el éxito del país. Principalmente porque el gobierno es solamente la administración política del Estado, lo que es una fracción pequeña (cada vez más) y que pareciera que cada vez se distanciara más de la realidad del país.

Un ejemplo clásico (y además reciente) de este abuso tiene que ver con las tasas de desempleo y crecimiento económico. Todo gobierno intentará hacer pasar como éxitos propios los éxitos económicos y de empleo, y como causales externas cuando esas cifras están malitas. Y tal vez sea esto último lo que realmente esté más cerca de la realidad, dado el escaso peso que tiene la economía chilena en el mundo y el nulo papel que juega el Estado en ella.
Sin embargo se insiste en ello, demostrándonos de forma majadera que la política no tiene nada que ver con la verdad y todo que ver con los triunfos y fracasos.

Y es porque tiene que ver con triunfos y fracasos que usamos esos mismos códigos para referirnos a ella ("que le vaya bien/que le vaya mal") mucho más que desear que se diga o no la verdad, o que se sea transparente con los reales intereses. Por dar un ejemplo.

La cosa es que se le puede desear mal al gobierno sin que esto implique desearle mal al país. Aunque frau Goebbels von Baer diga lo contrario. Y desearle mal al gobierno -le explicaba a mi amigo cubano/chileno- tiene que ver con desear que se desenmascare. En otras palabras, desear que algo de verdad y transparencia permee la política (toda la política).
Que la propaganda quede al descubierto.
Que el abusivo uso de los mineros quede al descubierto.
Que el boicot a Mayne-Nicholls y Bielsa quede al descubierto.
Que las promesas y retóricas de campaña se desenmascaren.

Y que ojalá todo eso se traduzca en alguna forma de fracaso. Probablemente en encuestas primero y en las urnas después. Pero es pedir mucho, lo sé. O ser demasiado optimista.
Sin embargo, la última Adimark (empresa en manos de piñeristas) me alegró. Me dio algo de esperanza dentro del pesimismo al que el neoelitismo te obliga fatalmente.

Por un lado, porque ciertas interpretaciones de los datos pueden ser elocuentes, como que Piñera cae 13 puntos desde la evaluación "post-mineros" y su rechazo aumenta 10 puntos; el gobierno cae 9 puntos y el ministro Golborne mantiene su absurda aprobación del 91% (por favor recordar que es el mismo ministro que se fue para Sudáfrica mientras se discutía el proyecto de royalty que se le cayó dos veces -hasta que apareció lo de los mineros, pudo salir el proyecto-, el mismo ministro que se reía de Lagos Weber en la comisión del Senado, el mismo ministro que los primeros días los familiares de los mineros le sacaban en cara que si él se quebraba qué le quedaba a ellos, el mismo ministro que intentó ocultar la toxicidad de los relaves de las empresas mineras) sin poder traspasársela a nadie.
Otro dato interesante es el 75% de aprobación que tiene Cruz-Coke.

Pero como les decía al comienzo, los datos no son tan elocuentes como sus interpretaciones. Y para mi gusto, la gran conclusión que se desprende es que el apoyo en las encuestas no es apoyo político ni reconocimiento de la gestión (ya lo saben los bacheletistas).
Sé que muchos sentirán ofendido su intelecto con esto, pero evidentemente las encuestas son sólo una medición de los reflejos mediáticos. Y los políticos debieran dejar de intentar sacar conclusiones tan grandilocuentes a partir de ellas. Es en ese sentido que me pone contento la baja, porque se hace evidente lo efímero (y abusivo) de los mineros, porque al parecer algo de esa mayoría que piensa que metió las manos en las elecciones de la ANFP está castigando y porque se demuestra el fracaso del burdo plan comunicacional que han hecho para intentar aumentar los peyorativamente llamados "atributos blandos" de Piñera.

Pero hay otras joyitas en las lecturas de segundo orden de estos resultados. De acuerdo a El Mostrador, uno de los analistas de La Moneda considera "buena" la aprobación del 50% de Piñera porque “está por sobre el porcentaje con que salió electo”. Para mi gusto una joyita en la honestidad política y un cortapisas a la segunda parte de la receta citada.
Hay que empezar a asumir que llevamos un buen rato eligiendo autoridades sin que voten todos los que podrían hacerlo (pensando sólo en la edad).

Otra lectura que se agradece es que su caída se explicaría porque Piñera es una persona en la que no se puede confiar y no se le siente cercana. Que hay que leer entre líneas lo que dice.
Ojalá esto les haga concluir que tanta sonrisa, galería con gente atrás cuando habla y esta actitud de estar permanentemente en campaña, no sirve de nada y que es mejor dejar el circo.
Ojalá. Pero me puedo estar pasando de optimista por una simple encuesta...

Por el momento, vale la pena contentarse con desear que al menos se caigan las máscaras y los maquillajes...
...Y que eso sirva de algo. Y si eso significa desearle mal al gobierno, pues qué más da.

No tiene nada que ver con desearle mal al país, sino que justamente todo lo contrario.

Por Favor, reAcciones

P.S.: Me tomé vacaciones bloguísticas por un mes sin avisarles. Ruego que me excusen. Estuve monopólicamente absorbido preparando mi postulación a una universidad por acá. Resulta que me di cuenta muy encima que esto cerraba pronto, así que he estado apurado con todo. Espero -porque ya no quiero prometer más- poder retomar el ritmo prometido.