domingo, octubre 21, 2012

El gesto de la semana: Lo añejo y lo trasnochado

Creo que su candidatura es más hipócrita que la de Parisi. De verdad.

Hay disputas que también hay que darlas en un plano lingüístico. Estoy consciente de que suena al mismo tiempo trivial y obvio, pero la mayoría de las veces la lucha política olvida que el lenguaje es y puede ser muy político también. Otro frente de batalla.

Y la verdad es desde hace un tiempo, quienes estamos en la vereda política que pierde la mayoría de las veces, hemos dejado que los conceptos "añejo", "viejo", "trasnochado" sean formas de adjetivar nuestras ideas. No importando que tan nuevas, actualizadas o - lo que es realmente lo más importante -, pertinentes sean.

Y hace unos días el ex-ministro de Hacienda de Bachelet utilizó la expresión "vuelve a una receta de los años 60' que en Chile ya fracasó" para referirse al pacto de concejales "por un Chile justo" (PRSD-PPD-PC-IC).  La alusión a los 60' opera en ese mismo sentido de ser algo viejo (50 años atrás) y a eso se suma que los 60' en sí cargan con ser un "fetiche" de una época de "soñadores" (hippies, mayo del 68', izquierda revolucionaria, etc.). Sueños que por supuesto, fracasaron. 
Velasco, vale la pena decirlo, nació a comienzos de los 60', por lo que su primera década -la de la infancia, digamos- la vivió en dicha época del fracaso. Podemos especular que por muy profesor de Harvard que sea, es dudoso que él haya participado en alguno de esos movimientos o que siquiera los haya comprendido realmente en su momento. Pero bueno, está claro que no es necesario vivir una época para tener juicios sobre ella.

Todas estas fórmulas son análogas a lo que Aristóteles llamaba topoi (según mi amigo griego se pronuncia "topi"), que son los "lugares comunes" en la argumentación. Estos lugares comunes no serían más que puntos de vista y opiniones extendidas que son generalmente aceptados. Se los puede aplicar a distintos argumentos, en distintos campos del saber. La "gracia" está en que no necesitan ser demostrados en sí mismos, sólo basta que sean aceptados. Normalmente se los "grafica" en términos de proposiciones - el caso del que hablamos ahora sería Todo lo viejo es inferior/malo, todo lo nuevo es superior/bueno -, pero lo cierto es que operan en un nivel más implícito. Como bien lo ilustra Velasco. 
[Valga la divagación aquí: es efectivamente una inversión de la expresión "Todo tiempo pasado fue mejor"]

El líder de la oposición laborista Ed Miliband hablando en la concentración convocada por la TUC (algo así como la CUT en Inglaterra) en el Hyde Park de Londres

Hace unos meses comentamos aquí acerca del uso peyorativo que se le da a la expresión "los mismos discursos de siempre" y cómo había - en mi opinión - una oportunidad para esperanzarse en los discursos recurrentes. La ocasión que suscitaba aquella columna era la movilización nacional convocada el 30 de Noviembre del año pasado en todo el Reino Unido para defender el sector público y oponerse a los recortes fiscales. Ayer, una movilización semejante por las calles de los centros de Londres, Glasgow y Belfast volvía a poner estos discursos contra los recortes, pro-desarrollo y pro-empleo en el aire libre. La queja contra el 1%, los salvatajes a los bancos y la baja de impuesto a los más ricos.

Yo nací a principios de los 80', y al igual que Velasco, viví mi niñez en una década que critico. Desde prácticamente todo punto de vista me es imposible encontrar algún elemento en que los 80' no sean una década perdida. Pero por sobre todo en la política y la economía mundial. Es la época del triunfo y consolidación del neo-liberalismo a la Hayek-Friedman. Dictaduras en Latino América, Margaret Thatcher en el Reino Unido y Ronald Reagan en EEUU reproducían (e imponían) la ideología de la des-regulación y baja de impuestos a los ricos. Para algunos, incubando la crisis financiera del 2008
Por otro lado, un nuevo conservadurismo moral acompañaba a esta verdadera lucha contra el Estado intentando disminuirlo al mínimo por una supuesta "libertad de las personas". Es elocuente la expresión de la Thatcher por esos años: "no existe tal cosa como la sociedad, sólo individuos y sus familias".

Yo creo que quienes reprochamos las ideas de esa época y sus consecuencias aún en el día de hoy, tenemos que dar esa pelea conceptual. Esas ideas, las de los 80' son las añejas y trasnochadas para nosotros. Ese proyecto, el de un neoliberalismo egoísta que desconoce a la sociedad como comunidad, que pretende reducir el Estado para dejar todo en manos de privados, que le allana la cancha a los que más tienen para que más ganen, que deja tirados a los que no han tenido acceso, que cede la democracia al poder financiero; ese proyecto demostró que fracasó. La promesa de libertad no se cumplió. La prosperidad fue sólo para la minoría y las desigualdades se agigantaron.

Y no se trata solamente de que sean añejas y trasnochadas, lo importante es que esas ideas no nos gustan porque son malas y no sirvieron.

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martes, octubre 09, 2012

El gesto de la semana: La que da miedo

 Con chaqueta roja y casco de empresa estatatal

Trato de explicarme el por qué me produjo desilusión cuando me enteré que el ex-diputado/subsecretario/ministro Álvarez asumía la presidencia de Copsa. En rigor, no tiene nada de raro. Y ya estamos grandecitos para andarnos ilusionando con los políticos.

Y sin embargo, me produjo desilusión igual. Debe ser que todavía lo veo como aquél intachable presidente de la Cámara de Diputados que provocaba un respeto transversal, que daba la impresión de estar jugando limpio siempre y de mantener una especie de "inocencia".

Esa era la imagen que yo tenía en ese entonces al menos. La que amigos que lo habían tenido como profesor refrendaban. Y de hecho, hace un par de años, cuando me enteré que había perdido su escaño en la circunscripción en la que votaba (voto en el extranjero ¡ya!) a manos de Marcela Sabat, le escribí manifestándole que aunque nunca iba a votar por la Alianza (y que votaba por la izquierda y sólo un par de veces lo había hecho por la Concertación), me parecía lamentable que él se hubiera "perdido". El contestó agradecido mi mail diciéndome - entre otras cosas - que de las muchas manifestaciones de apoyo que había recibido, las que más iba a atesorar eran aquellas que precisamente venían de la vereda opuesta del espectro político. 
[Valga la divagación: al final Sabat jr. no ha resultado tan desastrosa como me lo imaginaba.]

Varias veces hemos conversado en este sitio de lo que los gringos llaman "puerta giratoria": el enroque constante entre trabajar para el Estado y para el mundo privado. Lamentablemente, Lavín (que se educó en Estados Unidos, por lo demás) popularizó la versión transmutada de la expresión, reduciéndola a la supuesta facilidad con la que delincuentes entran y salen de la cárcel.

Pero la verdad es que esta otra puerta giratoria, si bien puede ser menos sensacionalista, es mucho más peligrosa. Básicamente porque lo que tiende a pasar es que es el sector privado el que se beneficia en detrimento del Estado, y por una razón muy simple: los privados siempre van a querer maximizar ganancias, mientras que el Estado puede (y debe, si no ¿quién?) tomar decisiones no rentables.

El sector privado entonces pone sus "embajadores" dentro del Estado, logrando que sus intereses se protejan en detrimento de la igualdad de derechos, por ejemplo. Opera también aprovechando las redes de quienes por ahí han pasado para tener un mayor poder de negociación y accesos privilegiados a información y otros insumos que puedan beneficiar sus inversiones. Con esto, la famosa "institucionalidad" se debilita y expone a la corrupción.

Y el desplazamiento de Álvarez fue inesperadamente en esa dirección. Álvarez (otro "Guzmán boy") había sido sólo derecho hasta entonces. Sus postgrados habían sido en derecho y su desempeño profesional y académico era exclusivamente en la abogacía. Sin embargo, tras perder su reelección a la cámara (donde era miembro de la comisión de Hacienda), Piñera le dio la subsecretaría de Hacienda como premio de consuelo (en esta absurda tendencia del gobierno de poner a los políticos en las subsecretarías y a los "técnicos" en los ministerios). Luego lo vimos saltar al ministerio de Energía donde el gobierno lo desautorizó en su rol de hacerse cargo del movimiento en Aysén, lo que lo llevó a renunciar.

Después de eso, vino el ser miembro del directorio del Canal 13 (en esa política rarísima de Luksic de imitar el binominalismo del directorio de TVN) y ahora, nada más ni nada menos que la presidencia de la entidad que agrupa a los Concesionarios de Obras de Infraestructura Pública (Copsa), reemplazando a otro habitual de la puerta giratoria: Clemente Pérez. En su nuevo cargo, Álvarez tendrá que lidiar con el estado Chileno en nada más ni nada menos que intentar enriquecer más a quienes reciben las concesiones. Es decir, la expresión misma del Estado dándole negocios a privados.

Insisto con lo del comienzo, probablemente pequé de ingenuo. Aunque tampoco puedo descartar el que, siendo parte de este gobierno (el gobierno de los conflictos de intereses), Álvarez se haya "desviado" de lo que parecía ser una carrera de servicio público. Del de verdad.

Y supongo que si intento contestar de verdad la pregunta inicial, el desilusionarme por algo tan "normal", es producto de lo que queda de querer creer que dentro de la política haya quienes decidan servir intereses de la sociedad en general y no sólo los de unos pocos (y los propios, de pasada).

Al final, tal como asertivamente dice un comentarista abajo de la noticia, "esta es la puerta giratoria que da miedo..."

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