En 1995 David Fincher (El club de la pelea, Alien 3, Zodiaco) entrega "Los siete pecados capitales" (Se7en). Para mi gusto una película excelente: guión, actuaciones, música, fotografía... todas notables.
La historia -que seguro conocerán- trata de Sommerset (Morgan Freeman), un detective a punto de retirarse al que le encomiendan "aclimatar" por una semana al joven David Mills (Brad Pitt) quien será su reemplazo. Como el retiro de un policía en una película gringa nunca va a ser tranquilo y normal, les aparece como último caso a resolver por ambos el de un asesino en serie cuyo patrón de asesinato son los siete pecados capitales (Gula, Pereza, Avaricia, Orgullo, Lujuria, Envidia, e Ira).
A través de diálogos que son la síntesis de un choque de generaciones y estilos de vida, ambos detectives van tratando de dar con "John Doe" (podríamos traducirlo como Juanito Pérez, Anónimo, Fulano de tal), el psicópata cuya inteligencia y agudo diagnóstico de la sociedad contemporánea hacen que el espectador desarrolle una extraña mezcla entre empatía y admiración por él, junto a lo que supuestamente todo "villano" debiera provocar.
Doe cree que ya nadie respeta los pecados capitales, y que se cometen con una soltura propia de quienes ya no les interesa ser tan santos como San José María Escrivá de Balaguer, o que no han leído "La Divina Comedia" de
Dante Alighieri. Él, un tipo culto y tranquilo, pretende aleccionar y reivindicar la importancia de éstos -denunciando la decadencia de la vida (pos)moderna- asesinando a casos arquetípicos de este tipo de pecadores, haciéndolos morir en su pecado.
Les dejo la historia hasta acá, por si alguno/a de ustedes aún no la ha visto. En todo caso, la Iglesia parece asumir esta "obsolescencia" de los pecados capitales, y se ha pegado una
"actualización", a lo que han llamado "pecados sociales".
Me interesa la excusa para dar pie a lo que podríamos llamar una suerte de "ciclo" de este blog cuyo eje sean los pecados, las mentiras más bien, capitales.
Del Capital.
Del capitalismo.
La idea será ir desmenuzando algunas de las mentiras -para mi sesgado criterio- que siempre se
nos cuentan de esta maravilla de sistema económico, que le dan
teóricamente su sustento, pero que en la práctica brillan por su ausencia. Generando las tantas promesas sin cumplir, los absurdos, y los vicios del capitalismo (pos)moderno. Neoliberalismo. Sociedad de consumo. Economía social de mercado...da igual el nombre. El corazón es el mismo.
Y ahí está el objeto de este ciclo, ir al corazón del asunto, con el para nada académico formato de la columna (aunque algunos insistan en pedirles peras al olmo).
Pero en fin, hace tiempo que tenía ganas de escribir sobre esto. Así que ¿qué le voy a hacer?
Esta columna inaugural se la dedico al
Mercado.
Al concepto mismo de "Mercado", como nombre propio.
Siempre me ha molestado.
Y no solamente por mi visión político-ideológica, sino porque tengo una tremenda desconfianza cuando se empieza a "endiosar" y paradójicamente "personificar" un concepto que es mucho más abstracto que real.
Un fetichismo, finalmente.
Evidentemente no estoy diciendo que el Mercado no exista como sistema económico. Pero creo que el Mercado no es nada más que una suma de efectos cuya causa está dada por personas.
Y no TODAS las personas, como la economía (neo)clásica nos quería hacer creer. Hay personas, y pocas, que son las que generan impactos fuertes en el Mercado del petróleo, trabajo, minería, e incluso los alimentos.
Esos efectos -eso sí- los sufrimos todos.
Bueno, los ermitaños no.
Por eso me da una sensación de que están pasando gato por liebre cuando empiezan los discursitos del tipo "El Mercado asigna", "El Mercado decide", "El Mercado premia", "El Mercado castiga", "El Mercado está inquieto", "El Mercado regula", "El Mercado tiene menopausia" etcétera.
Como si "El" Mercado fuera un ente, con capacidad de razonar, decidir, regular, premiar o castigar, y distribuir. Como si "El Mercado" viniera a reemplazar -supuestamente de manera más "eficiente"- el rol que tenía el Estado.
En "
la superación de la metafísica", Heidegger narra con gran maestría esa rienda suelta que se le ha dado a la metafísica occidental por "entificar" todo.
Hemos extraviado el Ser. Se ha olvidado el Ser y sólo quedan los entes (las "cosas" que "son"), es la sentencia del filósofo (que sí,
militó en el partido nazi y todo).
Todo esto que suena muy abstracto (y que puede ser una insolencia irresponsable resumirlo así) , no es más que la sistematización filosófica de poner un sujeto-objeto en todo lo que observa el occidental moderno. Y de esa ansia de control, en lo cual todo parece como dispuesto, hoy por hoy, para ser recurso.
Todo es
para algo. O para alguien, más bien.
Pues bien, el mercado es un ente más que juega el juego del "sujeto fundador" que jugamos en occidente. Vale decir, que hay un "sentido" para cada cosa. La historia, el mundo, la vida, todo tiene un "sujeto". Y como si fuera un "gran hermano", "El Mercado" aparece tomando decisiones, cuando se supone que es solamente la gran sumatoria de decisiones individuales -lo que economistas ya demostraron que es imposible de hacer (sumar las preferencias y decisiones individuales)-.
Claro, si fuera como dicen, no se entiende porqué
Estados Unidos presiona a la Opep para que aumente la producción de petróleo y bajen los precios. O sea, si la economía que patrocina EEUU fuera como nos dicen en el colegio (y los
mentirosos de los neoliberales) que debe ser, los precios y la oferta se fijarían solitos.
Sin embargo algo sucede con el tema del petróleo que nadie nos explica muy bien. O sea, por un lado está todo el tema geopolítico que no amerita ser tratado aquí, pero que es evidente (justifica invasiones y guerras, o hace que Chávez importe y se sepa lo que hace y dice). Pero por otro lado está el tema de como la economía (neo)clásica ha asumido el principal insumo energético del mundo, ergo de la economía.
La realidad es que es una
dependencia absoluta (energía, combustibles, plásticos, remedios, pesticidas), con el gran absurdo de que es un recurso
no renovable (se calcula su techo de producción en alrededor de 7 años más, lo que dependerá de China si acaso es antes) y
contaminante.
Y lo raro de todo esto no es que las recomendaciones de economistas neoliberales (o el mismo FMI o Banco Mundial) jamás las aplique EEUU (país proteccionista, con un gasto público -militar más bien- que lleva sus años con déficit fiscal). Lo raro de todo esto es que la Universidad de Chicago, cuna de la economía monetarista-neoliberal, cuna de los genios que nos tienen con esta economía desde la dictadura, fue fundada por el magnate petrolero Rockefeller. Y los intereses petroleros siguen ligados a esta universidad.
Y a varias de las más importantes de EEUU.
¿Tecnologías alternativas y limpias? Las patentes son rápidamente compradas por las petroleras (nexos internos en las universidades), y vale decir que toda investigación en fuentes energéticas debe ser aprobada por el gobierno en EE.UU. Hoy en manos de un petrolero.
¿Raro no?
El supuesto de la economía descansa en un crecimiento potencialmente ilimitado, un lucro potencialmente ilimitado (en el absurdo de vivir en un planeta finito con recursos ídem.), sin embargo el motor está pronto a acabarse.
Y se piensa al petróleo (y la energía) solamente como otro Mercado más.
No como un problema.
Evidentemente, si nos ponemos mal pensados, no es tan raro. Al contrario, absolutamente funcional a los intereses petroleros. Sustentándose así un edificio ideológico en torno a la supuestamente "ciencia" económica.
Una ciencia cuyos supuestos pese a
probarse como falsos por economistas Nobel, sigue operando en base a falsedades.
"El Mercado" no existe.
Y creo que hay que leer con atención la letra chica cada vez que se le invoca como causa, solución o explicación de algún absurdo económico. "El Mercado" hace rato que está secuestrado por quienes concentran el poder económico, y cada vez que se le invoca es como desligar la responsabilidad humana en un ente "suprahumano", que en palabras del golpista Pato Aylwin "
es cruel".
Prácticamente todos los premios Nobel recientes han sido otorgados a investigadores que se han dedicado a las fallas del mercado. Fallas que son tantas, que no hay
ningún supuesto para el funcionamiento óptimo de los mercados que exista.
Basta con mirar la institucionalidad: ¿porqué existen entidades destinadas a que "El Mercado" funcione, paradojalmente estatales, como el Sernac, el tribunal de la libre competencia, o las superintendencias?
Gran paradoja que sea el Estado quien vele por la existencia del mercado, mas es sólo una paradoja aparente: el mercado no puede sustituir al Estado, porque el mercado no es un ente. Por lo tanto, no tiene una Nación que proteger, un sistema político que lo sustente, un pueblo que alimentar, ni un "bien común" al cual resguardar.
Aunque lamentablemente, si tiene ejércitos que lo defienden...
"El Mercado" como concepto, satisface esa mediocridad de el hombre moderno que ha matado a Dios, pero que no ha sido capaz de hacerse cargo de ello, y que en su ingenua inmadurez ("culpable incapacidad" diría Kant) levanta nuevas creaciones suyas como dioses.
Ninguno de los supuestos funciona.
Y la podredumbre es evidente: en Estados Unidos ya estalló la burbuja, quebraron dos bancos, y la reserva federal tuvo que salvar con miles de millones de dólares la aseguradora AIG. Las bolsas en el mundo se han desplomado estos lunes y martes "negros", y lo que en su momento fue una salida a una de las constantes crisis del capitalismo (las bolsas), ahora hace crisis en sí misma.
Y para eso es esta sección, para hablar de lo evidente.
De las mentiras evidentes.
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