lunes, julio 28, 2008

El gesto de la semana: No se escucha la música, súbanle el volumen por favor


Mucho podría decir sobre el asunto de María Música, y de la sorda ministra que no quiere oír (pese a que se llene la boca con los eufemismos propagandísticos del diálogo).

No deja de ser simbólico que "la Música" esté desesperada por hacerse escuchar...

En estos días, entre alcaldes metiches y apoderados reaccionarios, el consejo de profesores deberá decidir si este acto (hecho en vacaciones, no mientras estaba en clases ni con el uniforme escolar), amerita la expulsión de la pequeña terrorista.

Tengo mis opiniones sobre la ministra. Básicamente no tengo idea por qué la presidenta "socialista" del "gobierno ciudadano" pone una persona así en un cargo de esta importancia.

O sea, decir que el paro de profesores era "una jornada de reflexión para estudiar los resultados del Simce" y que "ellos están trabajando JUNTO a nosotros para mejorar la calidad de la educación", me parece propio de un Goebbels...pero con severo retraso mental. Además, al referirse a la expulsión de Música, miente descaradamente.

La única explicación que se me ocurre es que puede ser que esto de "socialista" y "ciudadano" no es tan así.

Pero no creo.

La presidenta es tan sencilla y cercana que se me hace difícil pensar que sea parte de una mentira. A parte, fue torturada, así que dudo que avale la represión violenta y exagerada.

En Ministros de Educación tengo la sensación de que vamos de mal en peor...

Los dejo con Dauno Tótoro, que tiene un elocuente testimonio de la inclinación al diálogo y fortaleza valórica de nuestra ministra de propaganda-educación. Esto me llegó en una de esas escasísimas cadenas de correo electrónico que traen algo interesante. Agradezco a Paula por eso.

Estimados,

Luego de ver a la niña de ayer empapando a la Ministra de Educación, recordé mi propia experiencia con esa señora. Quiero compartirla. Si les tinca, difundir.

Saludos,
Dauno Tótoro Taulis

H2O

María Música, estudiante chilena de 14 años de edad, lanzó agua al rostro a la Ministra de Educación Mónica Jiménez cuando la Secretaria de Estado había dado unilateralmente por finalizado un "encuentro participativo en educación". La niña intentó, antes del hecho, buscar explicaciones (de boca de la Ministra) al por qué cuando ella y sus pares y profesores salen a las calles de las ciudades de Chile para demandar una ley de educación que signifique que en el futuro cercano y lejano nuestros compatriotas sean seres humanos y no alienígenas descerebrados, el Estado responda no con argumentos sino con bombas lacrimógenas, aguas urticantes, golpes de palo en las cabezas y patadas de energúmenos contra niños, niñas y maestros de escuela. La Ministra que presidía el eufemístico "encuentro participativo" no contestó. Sus guardaespaldas suspendieron la cita. Lo de la niña, abrumada por el silencio y la indiferencia a modo de única y bastarda respuesta, es un argumento. Simbólico, pero tremendo argumento. "Era como hablarle a la pared", dijo María Música horas más tarde al explicar su acción. La Presidenta de Chile destacó el hecho como un "acto antidemocrático". El vocero del Gobierno y otras autoridades describieron el suceso como "magnífica demostración de la incapacidad de diálogo de los estudiantes de Chile". Otras personalidades públicas sugirieron de inmediato la expulsión de la alumna de su escuela, el traslado del caso a tribunales de justicia. La quieren castigar. Uno que otro estará pensando en colgarla del palo mayor o en lanzarla cerro abajo, para escarmiento y ejemplo. Antes abusaron de ella (ha estado cuatro veces detenida y ha quedado registro de sus hematomas en brazos y piernas) como han abusado de sus adolescentes pares con el guanaco, el zorrillo, la luma, el bototo, el silencio, la indiferencia, la sorna… pero, por encima de todo, con la tonta y vana convicción de que por ser chicos son nada y que están solos. Somos todos chicos y estamos todos solos. Tengo una hija de la misma edad que la estudiante del jarro de agua, y un hijo de quince años. Hay otra de dos años que aún no ha sido bautizada por el lanza aguas. Sería el colmo. El de 15 ha llegado a casa mojado y asustado luego de cada manifestación pingüina. Y al día siguiente parte otra vez. Claro, cada vez que va, en casa quedamos con los dientes apretados. Debe ser porque algunos padres de mi generación tenemos experiencia respecto de lo que se arriesga. De eso quiero hablar: conocí a la Ministra Jiménez. Sé de lo que estoy hablando. Mucho antes de que la niña del jarro de agua naciera, en aquel ahora lejano 1986, fui expulsado de la Universidad Católica de Chile por participar activamente en el movimiento estudiantil que se agitaba en busca de democratizar la Universidad y el país. A sólo un semestre de terminar mi carrera, el Consejo de Rectores, por recomendación del por entonces mandamás de la PUC, Juan de Dios Vial Correa, decretó mi alejamiento de las aulas universitarias… las de la PUC y las de cualquier otra universidad del país… para siempre. Se armó tremendo escándalo pues este "peligro para la convivencia académica" era dirigente de la FEUC, Consejero Estudiantil en el Consejo Superior de la Universidad y Presidente del Centro de Alumnos de su carrera. Fue entonces que entró al baile la señora Mónica Jiménez, en aquella época Presidenta de la Asociación de Académicos de la PUC y miembro del Consejo Superior de esa casa de estudios, sitio en el que coincidía regularmente conmigo, para su desgracia y la de las demás autoridades pontificias. Haciendo demostración de su "espíritu democrático y profundas convicciones católicas", propuso al rector solucionar el entuerto mediante el diálogo. Fui citado a la oficina de Vial Correa, donde Mónica Jiménez, nuestra actual Ministra de Educación, me brindó una clase magistral de conceptos democráticos y del significado profundo del arrepentimiento cristiano. Dijo la señora Jiménez que le recordaba enormemente a su padre cuando este tenía mi edad, "igual de vehemente, de apasionado, de arriesgado en la defensa de sus erróneos principios políticos –su padre, me explicó ella, era militante de la ultraderecha de sus días". Luego se extendió en una larga arenga en torno a un único concepto: a la Universidad se va a estudiar, no a hacer política. Para rematar, me hizo la propuesta que había convenido con el rector: que firmara un documento que habían preparado para tales efectos, mediante el cuál me comprometía a renunciar a mis convicciones políticas de izquierda; a renunciar a mis responsabilidades como dirigente estudiantil; a declarar públicamente ante la comunidad universitaria que me había equivocado al suponer que los recintos universitarios eran un campo de batalla más en la lucha contra la dictadura. "Firma este documento", me sugirió, "y de inmediato la sentencia de expulsión quedará sin efecto". Soborno, incitación a la traición, cohecho, amedrentamiento. Esos son los principios profundamente democráticos que barajaba la señora Jiménez, la misma que hoy se reúne con los estudiantes secundarios y los profesores en jornadas de ""encuentros participativos en educación". Aquella tarde de 1986 no encontré en esa oficina ningún jarro de agua a la mano. Sólo pude mirarla con lástima y desprecio, lanzarle una carcajada al rostro y salir de ahí con un portazo, cerrando para siempre cualquier posibilidad de convertirme en un profesional universitario, pero más convencido que nunca de todos aquellos principios de los que la señora Jiménez me intentó hacer abjurar. María Música, por mí y por todos mis compañeros.


Quiero agregar una pequeña reflexión: pienso en un absurdo que da el mismo Zalaquett. Él cree que la cobertura que ha tenido María Música transformándose en "una nueva figura política", amerita su expulsión. Creo que no hace más que darnos una "profecía autocumplida". O sea, si quiere una figura política, una "mártir" de los "pingüinos", échenla.
Ahí si que se va a poner mediática la cosa...

Y entretenida.


Por Favor, reAcciones

miércoles, julio 23, 2008

El femicida del mes: Ed Kemper "El gigante asesino"


Mientras Laura Albornoz y sus abogados no encuentren esta sección y me cierren el blog, la seguiré escribiendo para difundir la "violencia de género", "reforzar estereotipos" y justificar a "femicidas".

El 15 de Septiembre de 1972 Edmund Emil Kemper III iba a su audiencia obligatoria con los psiquiatras que monitoreaban su libertad condicional. Salió sin problemas. Para ellos Ed no era un peligro ni para sí mismo ni para la sociedad.
El día anterior había estrangulado y violado (en ese orden) a Aiko Koo. La desmembró, fue a tomarse unos tragos con amigos, y al otro día, con la cabeza de la joven Aiko -quién le había pedido un aventón- en la maleta, contestó lúcidamente las preguntas de los psiquiatras.

Ed Kemper evidentemente no había empezado ahí. Si tenía una audiencia de libertad condicional es porque ya había sido condenado: cuando tenía 16 le disparó a su abuela con un rifle calibre 22. No contento con eso, la acuchilló varias veces, y le disparó a su abuelo en el jardín. No quería que él supiera que su nieto había matado a su esposa. Llamó a su madre para informarle, y cuando llegaron los policías les explicó que quería “saber como se sentía” matar a su severa y autoritaria abuela.

Nacido en California un 18 de diciembre de 1948 en una familia disfuncional –era que no- de padres que peleaban todo el tiempo hasta el divorcio, este gigante que llegó a medir 2, 05 metros y pesar 135 kilos, tenía un genial coeficiente intelectual de 145.

Ya a los 10 años poseía una talla descomunal para su edad, razón por la cual su descentrada madre creyó que abusaría de su hermana y lo encerró a vivir en el sótano. Aislado, acumulando una gran tranca culposa para relacionarse con las mujeres, comenzó a incubar un canceroso rencor hacia su siniestra madre. Su relación con los niños de su edad tampoco era feliz: el aislamiento se traducía en incapacidad para comunicarse y relacionarse. En esta infancia su resentimiento se vuelca dos veces contra los gatos de la familia. Al primero lo entierra vivo y le corta la cabeza, su nuevo trofeo en la pieza. Al segundo, lo mata a machetazos y le corta el cráneo para exponer su cerebro.

Dos años más tarde su madre lo manda a vivir a la granja de sus abuelos, -tras haber sido rechazado por su padre que había formado una nueva familia, y por su propia madre que se había casado nuevamente- quienes al año siguiente se transformarían en sus primeras víctimas humanas.

Frente a su explicación del hecho, es internado en un hospital psiquiátrico de alta seguridad en Atascadero. Cuando cumplió 21, pese a la contraindicación de los psiquiatras que le diagnostican una esquizofrenia paranoide, es liberado.

Una vez libre y tras probar con algunos empleos, trata de entrar a la policía de caminos. Su estatura lo inhabilita. Tal como me decía Ideasingracia (no sé si fue Herman o José. Discúlpenme pero no me pusieron el nombre) en los comentarios de hace un tiempo, al igual que muchos asesinos en serie, Kemper tiene anhelos con los "unif-armados" (policías o militares). Pese a ser rechazado, siempre compartió con los policías, quienes le llamaban “Big Ed”, llegando a enterarse de los pormenores de las investigaciones de los asesinatos que él había cometido en conversaciones coloquiales.

En 1972, y tras haber dado aventones a varias mujeres, recoge a Mary Anne Pesce y Anita Luchese. Ambas chicas de 18 años le habían hecho dedo. Era el 7 de mayo.

Ed las llevó a un sitio apartado y las mató a puñaladas. Llevó los cuerpos a la casa de su madre, las fotografió con una Polaroid, descuartizó, y les cortó la cabeza.

Enterró los cuerpos en las montañas y lanzó las cabezas a un barranco.

En septiembre fue el turno de la mencionada Koo.

Enero de 1973: a punta de pistola obliga a Cindy Schall, de 18 años a meterse a la maleta. La asesina, viola su cadáver, y al más puro estilo Hans Pozo, la desmebra y días después comienzan a aparecer brazos en una colina, torso y piernas en la playa, traídos por la marea. Cindy estaba haciendo dedo para irse a su escuela.

Al mes siguiente, el día 5, Rosalind Thorpe y Allison Liu –sí, haciendo dedo- reciben balazos en sus cabezas, son puestas en el maletero de Ed, quien tras comer con completa normalidad en casa de su madre, las decapita y desmebra.

Pero faltaba su gran clausura.

Finalmente una noche mata a su madre a martillazos mientras dormía. La decapita y viola su cadáver. Pone su cabeza sobre la chimenea y le lanza dardos.

Como si este desquiciamiento fuera poco, llama a una amiga de su madre, Sally Hallet, y la invita a comer. La golpea, estrangula, y decapita.
Luego, se arranca en el auto de ella y escucha la radio para que anuncien el hallazgo de ambos cuerpos. Impaciente porque esto no ocurría, decide entregarse y llama a la policía.

Sus amigos creen que es una broma pesada de “Big Ed”, sin embargo deben ir a chequear. Ahí se encuentran con los cadáveres, más algunos que estaban enterrados en el jardín, y objetos personales de las víctimas.

Cuando le preguntaron porqué decidió entregarse, Kemper dijo que con la muerte de su madre, su "objetivo principal había desaparecido".


Kemper entendía el asesinato como un triunfo personal sobre la muerte. El vivía mientras sus víctimas morían, y la sensación que eso le provocaba, ese poder, le era tremendamente adictivo.


Culpable de 8 asesinatos en primer grado, cuando era pequeño solía decapitar las muñecas de sus hermanas y jugar a que ellas lo electrocutaran en la silla eléctrica. Sólo pudo realizar el primero de estos juegos: a pesar de que Kemper pide para sí mismo la pena de muerte, es condenado justo en un período en que la pena de muerte había sido suspendida en California.

Preso ejemplar, amable, y colaborador, se ha rehusado a la libertad condicional, y cumple sus cadenas perpetuas


Esquizofrenia paranoide, rechazo de sus padres, madre dominadora, policía frustrado...


Por Favor, reAcciones


Bonus Track: en 1978, el psicólogo y criminólogo del FBI Robert Ressler, conocido por abrir el campo de estudio del asesino serial, comienza una serie de tres entrevistas al entusiasmado y colaborador Kemper. Cuando la tercera entrevista culmina, toca el timbre para que el guardia lo vaya a buscar.

- “mal momento” dice Kemper, “es la hora del cambio de turno y de la comida de los condenados a muerte. Tienes por lo menos otros 15 minutos más conmigo sin que nadie nos moleste. ¿Y si me bajara la locura ahora, y te arranco la cabeza? La pondría sobre la mesa, para darle un linda bienvenida al guardia cuando llegue”

- “eso no haría nada fácil tu estadía en la cárcel” contesta un nerviosísimo Ressler.

- “todo lo contrario, un acto así me haría ganar gran prestigio entre los reos” contesta con mucha razón el gigante.

- “tengo con qué defenderme” recurre en una movida desesperada Ressler

- “tú y yo sabemos que te quitan todas las armas antes de entrar aquí” contesta el criminal-genio

Al poco rato de una tensa conversación, el guardia llega y saca a Ressler. Antes de irse, Kemper le palmotea el hombro y con un guiño le dice:

- “supongo que sabías que todo era broma ¿no?”

Lamentablemente para siete mujeres y su abuelo, no lo fue.

viernes, julio 11, 2008

El gesto de la semana: "La señora de la tontera" o "hacemos lo que vemos en la tele"


Estoy considerando seriamente la opción de dedicarle una sección solamente a Laura Albornoz. Pero como sus apariciones son esporádicas -hace tiempo que echábamos de menos su agudeza mental y asertividad- no me queda claro que tanto se puede sostener la periodicidad de una sección así.
En fin, es un tema que quedará por resolver en conjunto con mi editor (yo mismo).

Por mientras, no podía dejar pasar en lo que se ha traducido el constante ansia de aparecer en la tele -en algo que parece obligado para una ministra del Sernam, en el gobierno de la primera presidente/a mujer- del último vestigio de "colorines" que queda en el gobierno.

La bien intencionada Laura está muy preocupada por una teleserie nocturna muy vista llamada "El señor de la Querencia". Resulta que el señor este es tremendamente violento, le da por insultar y tratar mal a las mujeres, las viola, e incluso intenta matarlas. De hecho, hace unos días, una se salvó por poco del asado al palo, dejándonos con esa misma sensación de aquella escena en "Perros de la Calle" de Tarantino.

Laura con su equipo de abogados -y atiborrados por reclamos- analizan la teleserie para estudiar el "tomar medidas", las que mínimo pasarían por el Consejo Nacional de Televisión.

Según los argumentos de la ministra -siempre correspondientes a un "razonamiento" extraño, por decir lo menos- :
"Basta analizar la publicidad que existe al mediodía que está especialmente dirigida a la dueña de casa, donde se refuerza el rol doméstico.(...) Lo mismo pasa cuando uno ve series de televisión que con el argumento de buscar antecedentes históricos, refuerzan ciertos conceptos de abusos hacia la mujer."
(Negritas son mías, y la entrevista pueden leerla acá)

El tema de "reforzar" implica automáticamente un efecto perlocucionario en el mensaje televisivo. En otras palabras, la tele se presenta como un "validador" automático, y un generador de acciones. El punto de partida es que lo que vemos en la tele nos hace actuar de esa forma.

En el caso de la publicidad, creo que -para variar- Laura evidencia en sí misma la paradoja: si la publicidad está dirigida a la dueña de casa, es evidente que lo que se muestre es un rol doméstico. Si no, sería como venderle televisores de alta definición a un ciego.
A lo que voy, es que partiendo del simple supuesto de que la publicidad quiere venderle algo a alguien, efectivamente busca generar una conducta: que ese "alguien" compre.
Ahora, me quedan hartas dudas si la publicidad está interesada en "crear" un "alguien". Toda la ciencia social que se pone al servicio del marketing describe a los tipos de consumidores, sus tendencias y preferencias. Uno de esos consumidores es la dueña de casa. Hay productos para ese consumidor. La publicidad busca vender productos para dueñas de casa a las dueñas de casa.

En otras palabras, apuestan más -y esto es lógico en el caso de un rol arraigado en el tiempo como el de "dueña de casa"- a dar cuenta de un tipo de consumidor, que "crear" un tipo de consumidor.

En ese sentido, me parece extraño que el solo hecho de mostrar una dueña de casa, refuerce ese rol. Pero aún más extraño me parece que ese rol sea considerado automáticamente "menor", como algo que no debe valorarse. En ese sentido, la "lógica machista" se mantiene intacta. El modo de valorar machista -dueña de casa como un rol menor- es reproducido por nuestra paradójica ministra.

La frase siguiente no se queda atrás: Laura desconfía de las series (como la que está en cuestión), ya que el "argumento" de buscar antecedentes históricos esconde el refuerzo (nuevamente) de "conceptos" (y esto sí es extraño, porque el abuso comienza a abstraerse en concepto) de abusos hacia "la" mujer. Con esto último la abstracción es completa.
Cada mujer violada o golpeada en la teleserie nocturna es "la mujer". Como si todas las mujeres se encarnaran automáticamente en el rol, y el abuso puntual de "El señor de la querencia" se transformara en cada abuso de un hombre hacia una mujer.
Algo desmesurado, por no decir histérico. Ya que si dijera "histérico", el feminismo se me tira encima.

Pero Laura va un poco más lejos:

"A mí me preocupa que hayan producciones que induzcan a la violencia, me preocupa que hayan investigaciones periodísticas en las que se coloca una cámara al interior de un hogar para mostrar cómo le pegan a una mujer, me preocupa que los canales que cubren casos de femicidio muestren a los vecinos comentando que el agresor era tranquilo y buen papá alegando que lo que pasó fue un arranque de celos y de perturbación."
(Nuevamente, las negritas las puse yo)

Nuestra pre-ocupada ministra está convencida que hay una inducción a la violencia en la teleserie, nuevamente, por el sólo hecho de mostrarla. Pero no se queda ahí, su mente también destina tiempo a preocuparse de que se muestre una escena -real- de violencia contra una mujer.
¿Qué hacer?
¿Ocultarla para que no exista?
¿Qué no es el mismo Sernam el que llama a denunciar y a hacer pública la violencia?
¿Si prohibimos las noticias de asaltos o de guerras, se acabarán la delincuencia y las muertes por conflictos bélicos?

Y la guinda para el final: resulta que a Laura le preocupa que los vecinos comenten como veían al asesino de su mujer. Más allá de que en estos casos (y otros similares) siempre "aparecen" familiares y vecinos "fantasmas" declarando, me sorprende la tozudez de insistir en que un asesinato no pueda entenderse en un contexto pasional.
Calma. Dije "entenderse", nunca "justificarse".

Para la ministra, todo asesino de su mujer es un tipo que calculadoramente, con la mente bien fría, decide asesinarla producto de la "violencia de género". Es decir, el tipo la asesina porque valora inferiormente a "la" mujer.
No hay tipos alterados por el alcohol.
No hay psicópatas.
No hay tipos con falta de irrigación al lóbulo frontal, que después de un mal día en la pega (donde son maltratados), dificultades económicas, gritos, pierdan el control.
Los arranque de celos no existen. Los de perturbación tampoco. Por lo tanto no hay que mostrarlo para que los calculadores y perfectamente racionales machistas no se escuden en ellos.

¿Qué puede mostrar la televisión entonces?
La licenciada Albornoz responde:
"alguien podría decir '¿sabe? Estamos mostrando algo que pasaba en 1920', pero en la medida que no esté acompañado de una explicación y no se señale que esto pasó y haya una lección de por medio, podría pasar que esta serie no esté cumpliendo con el rol que le corresponde y el rol que le corresponde a la televisión que es principalmente educar, en especial la televisión estatal."
(Yo puse la negritas)

O sea, deberíamos ver "El señor de la Querencia" con subtítulos que digan: "por si ud. no se ha dado cuenta, la gente se viste así de raro y anda a caballo porque esta serie está ambientada varios años atrás. En esos años la gente era muy machista. En especial este señor, el señor de la Querencia. Si ud. no se ha percatado, él es el malo de la serie. A la gente mala no hay que imitarla, sino despreciarla."

Con respecto al rol educador de la tele, poco queda por decir que no sea lo obvio: un par de documentales los fines de semana, y sería.

Tiendo a pensar más cerca de lo que la psicóloga del mismo Sernam manifiesta:
"Pueden observar que hay un antes y un después en este aspecto. Al comparar estos roles, a ellas les sirve para valorizar la época que estamos viviendo, en la que no hay tanto machismo, pero en la que todavía queda mucho por superar".
(Sí, también son mías las negritas)

Así como insisto en poner -a propósito- cuatro veces la aclaración de que las negritas son mías, es como creo que Laura entiende a los chilenos: como si fuéramos estúpidos. Como si no pudiéramos distinguir una acción buena de una mala, como si no pudiéramos distinguir al "malo" de la serie, como si no pudiéramos darnos cuenta de que es una teleserie de época.

Esto es tan absurdo que el mismo actor en cuestión ha tenido que decir lo obvio: "Estamos haciendo ficción".

No sé Laura, yo por más que veo "Girls at the playboy mansion" no me hago millonario ni tengo tres conejitas playboy de pololas.

Por más que veo "Lost", sigo teniendo que ir a la pega 5 días a la semana en esta contaminada ciudad.

Por más que veo "Apocalypse Now", sigo pensando que vivo en el 2008 en Chile, y no en los 60' en Camboya, en plena guerra de Vietnam.

Pero si creen, estimada ministra, que hay que orientar toda las políticas públicas (y la televisión) en base a los que no pueden distinguir la realidad de la ficción, yo les diría que asuman que lamentablemente no todos son racionales y sanos. Que hay instituciones para los que no lo están. Y que somos muchos "justos" para tan pocos "pecadores".


Por Favor, reAcciones

viernes, julio 04, 2008

El lugar de la corrupción


"Carlito's Way" (Brian de Palma, 1993), bajo las notables actuaciones de Al Pacino y Sean Penn, muestra la historia de Carlito Brigante, un narco puertorriqueño que tras 5 años de prisión, logra salir en libertad condicional (de una condena de muchos más) gracias a las movidas de su abogado cocainómano David Kleinfeld (Sean Penn). El tema es que pese a su emotivo discurso frente a un juez que no le cree una palabra de sus intenciones de reformarse, Carlitos de verdad quiere dejar su vida criminal.
De verdad quiere juntar su plata -honestamente- y mandarse a cambiar lejos con su pareja dejando toda la turbiedad atrás.
Pero no puede.
Por más que lo intenta, por más que quiere dejarlo atrás, la ilegalidad lo vuelve a succionar y se ve atrapado -cual tragedia griega- en el mismo destino del cual quiere huir. "Las malas juntas" diría una madre o una abuelita que no se reconoce en su hijo delincuente.
Y así es.
Paradójicamente, su abogado. Al que le enseñaron la ley.
Le película se desenvuelve tal cual como una tragedia, y uno se queda con la sensación del nombre con el que fue traducido al castellano esta película en algunos países: "Atrapado por su pasado".
Si no la ha visto, hágalo. Altamente recomendable.

Acá no sé si es el pasado el que nos atrapa, o simplemente una incapacidad para lidiar con el doble estándar arraigadísmo y casi endémico en estos temas: la ahora-más-que-nunca-electoral CORRUPCIÓN.

Ahora resuenan con más fuerza que nunca aquellas sabias palabras que emanaban de una boca para nada sabia diciendo: “La corrupción no es exclusividad de la Alianza o del gobierno”.

Y claro pues, le tocó a la UDI ahora. Huechuraba, Recoleta, Viña del Mar, y Estación Central, municipalidades controladas por el partido de ultra derecha (no me vengan con lo de "centro derecha") han caído bajo la estigmatizante investigación de la Contraloría General de la República. Esa institución que cada vez que funciona, hace rodar cabezas y credibilidades.

¿Qué sucedió?

En términos simples tenemos un personaje clave: el empresario y operador político de la UDI Iñaki Busto. Ahora, todos intuimos algo la oscura figura del operador político: mueve influencias, actúa envuelto por el chantaje y favores que se deben, asegura que ciertas cosas sucedan, coordina los actos de apoyo, realiza nexos estratégicos, y, por sobre todo, se mueve en un segundo plano.

Un operador político jamás será visto en la mesa de un partido, candidato a un cargo, o encabezando una repartición pública. No. El operador político se encarga de que cierta gente llegue a esos lugares, y luego cobra esos favores. Esa gestión.

Pues bien, Busto recibió entre 2005 y 2006 62 millones de pesos de parte de la municipalidad de Recoleta para realizar funciones propias del municipio bajo la figura de “diversas labores”. El tema es que Busto operaba también en la empresa Gestión Municipal Avanzada (GMA), de la cual fue dueño durante el 2007. Sin embargo, Contraloría informa que al menos durante el 2006 Busto se desempeñó tanto para la Municipalidad como para GMA, las que tenían relaciones contractuales entre sí.

Ahora, GMA, en febrero de este año fue denunciada por el yerno de Lavín (Isaac Givovich) en la cual dicha empresa y la municipalidad de Huechuraba habrían estado involucradas en turbiedades. Esto ya se probó en contra de Carolina Plaza, la alcaldesa: firmas irregulares de contratos, sobreprecios, nula utilidad de las asesorías y servicios para la Municipalidad, y doble rol de funcionarios municipales ligados a GMA.

En simple: GMA recibe millones de pesos de Municipalidades de miembros del mismo partido que su dueño –operador político- por hacer nada. O trabajos que quedan en nada.

Con dos dedos de frente y algo de desconfianza, podríamos especular que GMA es una empresa creada para que se paguen los servicios y favores de operador político.

En el caso del alcalde Cornejo, fue una ex funcionaria de su alcaldía, Jenny Acevedo, la que se pasó a GMA. De hecho, como representante legal de la empresa. El tema, nuevamente, es que hubo un período de tiempo clave en el que Acevedo se desempeñaba tanto en la municipalidad como en GMA, con la agravante que se firmaron contratos millonarios entre ambas.

Cornejo básicamente se hizo el loco, y defendido legalmente por Carlos Cortés (conocido abogado defensor de causas tan nobles como Aero Continente cuando fue acusado de lavado de dinero y narcotráfico por el CDE, uno de los militares ligados a las platas del Riggs, y la secretaria de Pinochet, Mónica Ananías), adoptó la estrategia de presentar la denuncia en el sistema antiguo contra Acevedo.

En el 23º Juzgado del Crimen de Santiago.


Esto hace que se mueva la causa por el sistema antiguo y evita que el Ministerio Público la lleve en el nuevo. O sea, ganar tiempo de manera descarada, dada las inminentes (re)elecciones municipales y la clásica lentitud de la penalidad pre-reforma.

En Viña, hasta el momento, la Contraloría ha encontrado irregularidades administrativas en el trato con la empresa GMA.

¿Recuerdan ese concepto?

¿Qué no fue un “desorden administrativo” el que hizo caer a Sor Yasna Provoste?


¿Qué no fue la misma UDI la que alegó como la concertación tenía un gobierno absolutamente corrupto y que se estaban robando la “plata de todos los chilenos”?

¿Qué no era la UDI la que prometió una mano dura contra la corrupción?

Pues parece que no. Hasta el momento la mesa de la UDI ha dado un respaldo cerrado (y ciego, sin conocer los informes de contraloría) a sus alcaldes.

Corrijo, hace un par de días la directiva de la UDI decidió pasar a Cornejo al tribunal supremo. Al parecer el control de daños electoral operó.

La pregunta que bien valdría la pena hacerse es ¿Cuál es el lugar de la corrupción en nuestro país?

La encuesta de Adimark dada a conocer en Mayo, mostró que el tema peor evaluado por los encuestados era la corrupción en los organismos del Estado, superando la delincuencia, y al Transantiago.

Ahora, según Chile Transparente –sucursal nacional de Transparencia Internacional-, en el último informe (septiembre de 2007) Chile se había ubicado en el lugar 22 de 180 países en el índice de percepción de la corrupción.

Este índice se elabora en base a preguntas a personajes claves en instituciones financieras, empresarios, académicos, y analistas. Chile cae dos lugares con respecto al anterior año, y baja tres décimas en el índice (de 7,3 a 7 con un ideal de 10 y un mínimo de 0). Habrá que esperar hasta septiembre para ver cuanto bajamos este año.

Nuevamente seguimos siendo el país con menor percepción de la corrupción en América Latina. Pero con esa vocación histérica que tenemos, al igual que como somos el país más seguro de Latinoamérica y somos el más temeroso a la delincuencia, pensamos que la corrupción es nuestro peor problema. Para mi gusto, una falta de respeto a desempleados, trabajadores en condiciones precarias, pobres, y gente que no tiene –literalmente- dónde caerse muerta.

Piñera está dentro de esos histéricos. En un oportunismo –que no puede sino ser electoral- declaró “tenemos un grave problema de corrupción en nuestro país, no son hechos aislados, hay que enfrentarlo con toda la voluntad del mundo, y con todo el rigor de la ley”, y desmarcándose de sus anti-socios gremialistas: “no puede haber ningún doble estándar para enfrentar la corrupción”.

Vuelvo a preguntar, ¿Cuál es el lugar de la corrupción en el país?

No podemos quedarnos solamente en lo que alimentan los medios como lo hacen con la “inseguridad ciudadana”, porque esto sólo nos explica el desmesurado lugar que ocupa en los problemas del país para la “opinión pública”.

¿Es tan distinto que un funcionario municipal pase a formar de una empresa que realiza asesorías para la municipalidad en la que trabajaba, con el hecho de que un ex ministro ocupe directorios de empresas, o se dedique al Lobby?

¿Es tan distinto que una ministra no tenga control sobre las platas que maneja su Seremi, con un alcalde que no controla los tratos que hacen sus subalternos con empresas chantas?

¿Es la sola permanencia de una coalición en el poder la que explica que surja la corrupción? Y si dijéramos que sí, ¿Por qué no extenderlo a alcaldes reelectos (indefinidamente) de la coalición de oposición?

¿Nos escandaliza la corrupción por principio, o sólo cuando son platas públicas?

Si fuera algo así de tajante, el tema Provoste se hubiera centrado en cómo los sostenedores de colegios se dedican a robarle plata al Estado. “Plata de todos los chilenos”, y no en cómo la ministra no fue capaz de fiscalizarlo.

Si la responsabilidad es sólo política, asumimos que es esperable que habiendo la posibilidad de robar, se robe. Y si aceptamos eso, pues deberíamos quitar el lucro de la educación (una fiscalización total y permanente es imposible), y no nos deberíamos horrorizar pensando que la corrupción es peor que la delincuencia o el Transantiago.

Aquí caen de antología las declaraciones de Evelyn Matthei: "(en la UDI) No hay corrupción como en la concertación".
¿Hay tipos de corrupción?
¿Hay unas más que otras?
¿Se puede relativizar según la cantidad defraudada?
¿O se le hace frente a cualquiera que sea por principio?

A mi parecer la actitud es la misma. Sea la cantidad que sea, venga de donde venga. Y relativizarla a sus cantidades y no sujetarla a principios, es mantenerla viva y darle la oportunidad.
Y es eso, el mismo argumento de la Matthei, así de cínico como se oye, el que nos tranquiliza para comprar un disco o una película pirata, y nos escandaliza frente a los fraudes y robos.

El lugar de la corrupción es el lugar de la oportunidad.

La oportunidad de obtener un poco más de lo debido.
La oportunidad de obtener las cosas más rápido que lo normal.
La oportunidad de asegurar un cargo de influencia o de poder.
La oportunidad de un operador político de obtener réditos por las redes que movió.
La oportunidad de hacer la de “los vivos” y saltarse la de “los giles”.
La oportunidad de una alcaldesa de pagar los favores que aseguraron su campaña.
La oportunidad de un sostenedor de ganar un poco más con alumnos truchos.
La oportunidad de un periodista de “golpear” con noticias que son menos de lo que parecen.

Por último, un dato de la CERC, que le viene como anillo al dedo a los alcaldes que ruegan a tribunales (supremos del partido, Contraloría, y penales) por su re-eleción: las campañas electorales se llevan el 69% de las menciones (el más alto) entre los lugares en que hay mayor corrupción.

¿Y usted estimada lectora, estimado lector, exige siempre su boleta? ¿O es cómplice del robo de “plata de todos los chilenos?

Por más que no queramos, ¿la turbiedad nos sigue?

Por Favor, reAcciones

P.S.: en honor a la falta de tiempo y a un mal canalizado/entendido espíritu ecologista, gran parte de esta columna es un reciclaje de otra que escribí para revista "la página". Los más puristas pueden leer la original acá.