lunes, enero 31, 2011

País en deuda (tratando de entender a los gringos III)

Ponga su mejor cara de psicópata y diga "¡Whiskyyy!"

"Not guilty" se declaró Jared Loughner, el único sospechoso por el tiroteo en Arizona que dejó herida a la diputada demócrata Gabrielle Giffords en la cabeza y asesinó a 6 personas, entre ellas un juez de distrito y una niña de 9 años.
Todo esto ocurría el 8 de enero en un "meet and greet" de la congresista con sus adherentes afuera de un supermercado (algo así como una reunión en público para saludarse, tirarse buena onda de forma coloquial y contarles algunos de sus problemas de la comunidad).

"Not guilty" acostumbramos a traducirlo como "inocente". Sin embargo el inglés tiene la palabra "innocent" para decirlo literalmente. En estricto rigor, "Not guilty" significa "no culpable". Esta distinción -que parece sutil, no lo niego- devela que desde el punto de vista judicial se trata de probar la culpabilidad de un acusado, no su inocencia.
Desde el punto de vista judicial.
Poco queda en el sentido común -y mucho menos en la cobertura que los medios hacen de materias judiciales- del espíritu de pensar que todos son inocentes hasta que se pruebe lo contrario. Lo cierto es que parecemos ser más acusadores y tendemos a dictar sentencias desde el momento en que alguien es detenido o acusado. Es lo que a los políticos les gusta llamar "asesinato de imagen": acusas a alguien de algo feo (corrupción, acoso sexual, abuso de menores) y no importa que la acusación sea falsa, la culpabilidad se instalará en el imaginario público.
Si no pregúntenle al coimero de Tombolini o al pedófilo de Jovino Novoa.

Estados Unidos no es muy distinto en lo que refiere a la independencia de su prensa o como sucumbe a la presión de los lobbystas. La primera narración que se encuentra disponible (cuyos ecos se multiplican dificultando una búsqueda más profunda y compleja) es la que se centra en el individuo.
El procedimiento, utilizado en todos los casos similares de atentados "domésticos" (es decir, perpetrados por ciudadanos blancos estadounidenses en contra de otros ciudadanos estadounidenses), busca alejar lo más posible cualquier atisbo de racionalidad -tanto en el hecho mismo como en su perpetrador. Esto implica que no puede haber ninguna lógica en sus acciones y que éstas sólo fueron fruto de la locura. Lo ideal -y muchas veces funciona así- es que esto haya sido la obra de una sola persona.
Ahora, como es difícil asumir en el imaginario gringo el peligro que implica estar conviviendo con psicópatas "sueltos", se deben incorporar otros dos elementos: una vida relativamente "normal" (la que efectivamente compartía con los demás) y un "gatillante" de esta locura. Para lo primero, son esenciales las declaraciones de los padres, compañeros y profesores del susodicho. Sin embargo los tres cumplen funciones distintas.

Los padres -que rara vez harán otra cosa que afirmar sorpresa frente a los hechos- cumplen la función de sacar al concepto de "familia" de la cuestión. Como el padre (y/o madre) está sorprendido, se refuerza la imagen de una locura que ha sido gatillada por elementos bajo el control del individuo, pero no de sus padres.
Listo, no es culpa de los padres.

Los compañeros -y es importante que sean compañeros y no amigos- cumplen la falaz función de los pares. Los pares marcan un contraste fundamental, pues hacen aparecer al acusado como una excepción y no como la regla. Para eso es clave marcar un perfil de aislamiento. Por eso es que siempre sus compañeros dirán que se trataba de jóvenes retraídos, de pocas palabras y que vestían de oscuro. Es importante instalar la idea de que ni la juventud ni sus valores están en crisis, sino que son casos aislados. La declaración siempre será desde la distancia, por lo que el perfil de par nunca (o rara vez) es delineado por un amigo. Los amigos (normalmente son pocos) no se prestan para esto.
Listo, no es culpa de "la juventud".

Los profesores aportan al perfil la perspectiva que actúa como "nexo" entre los aspectos personales del sujeto y la sociedad y sus instituciones. Es la voz de la institución.
Sean estos de la escuela o la universidad, tenderán a dejar en claro que había elementos oscuros y radicales en sus ideas y trabajos, pero ninguno lo suficientemente explícito como para despertar una preocupación real. De esta manera, se refuerza la fundamental tesis del "gatillo" y queda libre el profesor y la institución de una "negligencia". En algunos casos, cuando se está frente a "psicópatas", los profesores reforzarán una inteligencia muy superior a lo común. Mal que mal, todos sabemos que los psicópatas son muy inteligentes.
Listo, no es culpa de la educación, que por extensión actúa como representante de las instituciones de la sociedad.

A estas alturas, el "gatillo" se transforma en una consecuencia lógica y no en una tesis para someterse a prueba. Es por ello que no se requiere mayor refinería en la construcción del elemento que desencadenó la acción. Mal que mal, toda racionalidad ya ha sido desprendida.
Es así como emergen algunos gatillos fetiches como el Heavy Metal (alguna canción con alguna letra lo suficientemente acomodable a los hechos), la pornografía (aquí la hipocresía conservadora pretende vincular el gusto por la pornografía con el asesinato), los juegos de video violentos, el uso de drogas (incluido el alcohol) o algún acto donde la víctima rechaza a un perturbado e hipersensible victimario.

En el caso de Loughner, en un comienzo se dijo que su furia contra la senadora Giffords se debió a que ella no le había contestado unas cartas. Paralelamente -aunque de forma vaga- se intentó buscar una razón ideológica para los asesinatos. Arizona tiene de las legislaciones más duras contra los inmigrantes en Estados Unidos. Ser indocumentado es un delito penal y el estado declaró el Inglés como idioma oficial.
El juez de distrito John Roll, había acogido una demanda al estado por parte de inmigrantes ilegales afectados por la nueva normativa.
La diputada Giffords estaba por flexibilizar las leyes para inmigrantes.
Se supone que ambos habían recibido amenazas de muerte...

Cabe destacar que Arizona tiene otros récords paradójicos: tiene una de las normativas más amplias sobre salud mental (cualquiera puede denunciar a cualquiera y se le debe hacer una evaluación siquiátrica) y una de las legislaciones más permisivas (o menos reguladas, si usted prefiere) en el control de armas.

La chimuchina barata también está a la orden. Sarah Palin, el payaso número uno de la política gringa, fue metida en todo este embrollo porque tenía un mapa con los estados claves donde se les podía ganar a los demócratas. Arizona era uno de ellos. El tema es que estaban marcados con una mira y gente con sofisticados niveles de interpretación dijo que eso habría incitado a Loughner.

Obama intentó en su discurso hacer un llamado para calmar los ánimos del enfrentamiento entre los dos grandes partidos. Es lo más cercano dentro del discurso público a vincular los hechos con el resto de la sociedad. Pero como prácticamente todo lo de Obama, es un bonito discurso que llega hasta ahí nomás.

El tema de las armas no tiene fin. Más del 75% no quiere mayor control sobre las armas.
Pese al tiroteo. Hay que reconocer aquí que tanto el lobby como las comunicaciones de fabricantes de armas son efectivos.

Pero no se trata solamente de que alguien desequilibrado pueda acceder fácilmente a un arma y municiones.
Se trata de que alguien sienta que puede ir a una actividad pública y asesinar a unos cuantos.
Se trata de sentir que la violencia es legítima.
Que a través de la agresión puedo moldear lo que no me gusta.
Que la vida de otro es algo dispensable si se me interpone.
Se trata, en muchos casos, de que el sólo acto de asesinar sea liberador y significativo en sí mismo.

Y, para mi gusto, hay culpas que hay que buscar un poco más allá de las personalidades enfermas de los individuos y ver hasta que punto hay una sociedad que le da sentido a estos actos e ideas. Y con qué ejemplos predica...

Nietzsche escribía en el segundo tratado de "La Genealogía de la Moral" acerca de la culpa. Rastreaba el origen común que tiene la palabra "culpa" con "deuda". De hecho, en alemán se usa la misma palabra: Schuld.
Bien valdría la pena aprovechar el giro etimológico-filológico y preguntarse por las deudas más que por el culpable.
¿Cuáles son las deudas pendientes que tiene esta sociedad con sus miembros?
Las promesas incumplidas, las letras chicas, los dobles discursos y el ensalsamiento de la competencia descarnada hasta la agresión. Transformar las armas en objetos de deseo y las guerras en un orgullo nacional, donde hay que aplaudir de pie a los veteranos antes de cada espectáculo deportivo.

Por lo demás, prácticamente de lo único que se habla es de la deuda de los estados y de la deuda del país, y cómo tomar medidas para subsanarlas. Podrían aprovechar el vuelito.

Pero puede ser pedirles demasiado. Y el rudimentario procedimiento descrito (también de forma muy rudimentaria) más arriba funciona a la perfección: el 58% de los gringos cree que lo de Arizona fue otro acto aislado de un individuo alterado.
Si esto pasa con cierta frecuencia (sean políticos o alumnos y profesores en una escuela), me parece que están estirando mucho el concepto de aislado.

Por Favor, reAcciones

domingo, enero 09, 2011

El Rock & Roll del momento: Balance musical de un 2010 intensivo

Rush: lejos lo más esperado del año. Y tal vez lo mejor...

Como padezco algunos rasgos obsesivo-compulsivos, hay ciertos rituales que tiendo a repetir. En el caso de este blog, uno de ellos es el acostumbrado balance anual de los espectáculos musicales que me tocó presenciar. Por lo demás, ha sido un año tan desastroso en política, desastres naturales, pueblos originarios, cárceles, anfp, prensa, que pocas ganas dan de reseñar esos elementos. Hace mucho rato que varios ya lo hicieron y mucho mejor que lo que yo podría ofrecerles, estimados lectores y lectoras.
Y bueno, también me da lata. Lo admito.
Por otro lado -que es tal vez lo más importante- el 2010 fue generosísimo para los amantes de la música en general y del rock en particular.

Pues bien, helo aquí:

Metallica, 26 de enero, club Hípico. Empezamos el año de forma bien potente. No soy fanático de Metallica, pero tenía ganas de verlos y le tengo un gran respeto al trabajo de sus primeros 4 discos (sobre todo a "Ride the Lightning") y una profunda admiración a Robert Trujillo, el actual bajista. El lugar estaba lleno, pero la famosa "cancha vip" hacía que los que fuimos a "cancha" -y eso que pagamos más de 30.000- más que ver a Metallica, veíamos a gente viendo a Metallica. Hubo pifias imperdonables en el sonido y para mí el club Hípico se consagró como uno de los peores lugares para ver un concierto en Chile.

Tony Levin StickMen, 5 de marzo, Nescafé de las Artes. Pese a que sólo había pasado una semana del terremoto, Levin y compañía encontraron que con mayor razón no se podía suspender el concierto. El concierto estuvo excelente y fue todo un deleite para quienes amamos a King Crimson. Como por respeto a ustedes no quiero repetir lo que ya escribí en su momento, si les interesa pueden leerlo aquí.

Megadeth (Rust in Peace), 30 de abril, Arena.
Juanafé (lanzamiento La Makinita), 1º de mayo, Teletón.
Al igual que el anterior, en su momento publicamos aquí palabras para hablar de estos conciertos y también del de Metallica. Así que aguante la economía del lenguaje y la anti-redundancia.

ZZ Top, 18 de mayo, Arena. Uno de mis grandes amigos y mecenas de concierto volvió a hacerme el acostumbrado favor de conseguirme entradas a un concierto que quiero ir -pero no me muero de ganas por hacerlo-, pero del que desisto pagar por el alto precio de las entradas. La productora fue una vergüenza: cobraron tan caro que tuvieron que "subir de nivel" a todos en sus entradas. Esto quiere decir que quienes tenían entradas a los lugares más altos de la galería los bajaron a los más bajos, a éstos últimos los pasaron a cancha y los de cancha a cancha vip. La ineficiente y mal calculada segmentación de precios de la entrada culminó con un Arena que tenía la mitad superior de sus galerías y tribunas vacías. Una estupidez.
Por otro lado, significó que pudimos verlos desde muy cerca. ZZ TOP tiene el récord no menor de llevar más de 40 años tocando con la formación original intacta. La música, rock duro tejano a la vena, es parte de esas bandas sonoras indispensables en todo rockero, y parte de esa escuela de letras sin mucho contenido que ensalzan la fiesta, las mujeres, los autos e historias irrelevantes. No hay que pedirle lo que no son: es una banda sin mucha densidad, pero con mucho sentimiento. Un show afiatado y de gran energía. Rock inyectado. Y se agradece.
Como nota al margen, hay que decir que nunca había visto tantos "coco legrand" en un concierto. Incluido al original...

Chick Corea Trio (Eddie Gomez, Antonio Sanchez), 31 de mayo, Caupolicán. Hacía mucho que quería ver al que es considerado (junto a Herbie Hancock y Keith Jarrett) como uno de los mejores pianistas de Jazz vivos. Hace 10 años había visto a Hancock con Wayne Shorter y me voló la cabeza...Y ahora Corea lo hizo nuevamente. Con una actitud (y vestimenta) que no podía denotar más relajo y comodidad (cualquiera diría que estaba en un domingo en el living de su casa) y acompañado del legendario Eddie Gomez en contrabajo y el eximio Antonio Sánchez en batería, el trio encantó con buena música, impecablemente bien ejecutada, excelente conexión con el público y más de tres horas (aunque con intermedio) sobre el escenario. Fue un lujo.

Adrian Belew Power Trio (Julie Slick, Marco Minnemann), 6 de agosto, Nescafé de las artes. Segundo miembro de King Crimson que visita en el año avivando aún más el ansia que la legendaria banda inglesa toque en Chile. Belew, uno de los guitarristas más innovadores que existen y con un currículum no menor a su haber (ha tocado con Frank Zappa, David Bowie, Talking Heads, Nine Inch Nails, entre otros), traía el disco "E" bajo el brazo, la última producción de su power trío. Si bien en los discos Side One y Side Three contó con la colaboración de Danny Carey (Tool) en batería y Les Claypool (Primus) en bajo en varios temas, solía ir de gira con los hermanos Slick. Esta vez vino con la potente y carismática Julie en bajo y con el gran Marco Minneman reemplazando a Eric Slick en batería. Otro lujo musical.
El trío tocó -como era de esperarse- canciones del disco nuevo, discos anteriores del trío, de los discos de solista de Belew y los correspondientes temazos de King Crimson. A eso hay que sumarle los correspondientes solos de cada uno de los músicos. Estuve a punto de quedarme fuera de este concierto porque a última hora me falló el mecenas, pero finalmente encontré entrada en un Teatro Providencia completamente lleno.

Suicidal Tendencies, The Mars Volta, Rage Against The Machine, 11 de octubre, La Florida. Ver a Rage Against The Machine en vivo claramente era una aspiración generacional que repletó el estadio de La Florida. Y pese a que los acompañantes tal vez no eran los grupos más afines (o el orden no fue el mejor: podría haber tocado Mars Volta antes de Suicidal Tendencies y no al revés), yo tenía muchas ganas de verlos a ellos también hace tiempo. Como era de esperarse, el público estaba mucho más politizado que en otros conciertos y las banderas alusivas a la causa mapuche (estaban en huelga de hambre) abundaban. De cuando en cuando los gritos y consignas también.
Suicidal Tendencies, la banda con más trayectoria de las tres, abrió el show con un concierto potente y lleno de energía. Para varios fue la primera vez que escuchaban a la banda de hardcore californiano que ya van a cumplir 29 años. La estética es la del skater de california por excelencia, solo que aquí todos son guatones. Como nota al margen el impresionante bajista Steve Brunner (que llena a cabalidad el espacio dejado por Robert Trujillo) regaló su bajo a alguien en el público. Yo nunca había visto algo semejante, sólo uñetas, baquetas o a lo más los parches de la batería. Y al parecer en el público tampoco porque el bajo volvió al escenario, sin embargo volvió a salir un roadie con la instrucción expresa de pasárselo en la mano a quien se lo habían regalado inicialmente.

Mars Volta recibió un público sobreexitado por Suicidal Tendencies y con ansiedad por ver a Rage Against The Machine. A eso hay que sumarle que tanto su música (para muchos una versión contemporánea de lo que fue Pink Floyd en su momento) como el espectáculo de luces que la acompaña invitan más a una contemplación que al estar saltando en todo momento. Si a eso le agregamos que nunca apagaron las luces del estadio, la sensación era extraña. Como si estuvieran fuera de lugar. De hecho mucha gente se distraía con los intentos de algunos de pasarse de cancha a tribuna y de ahí a cancha vip. Esto culminó con la presión de parte del público de cancha por pasarse a cancha vip, debiendo ser retiradas las barreras de esa absurda división. Ya le hemos dado como caja a la tontera de la cancha vip. Lo cierto es que para las productoras es un excelente negocio por lo que se ve difícil que la institución desaparezca, pero hay conciertos en los que simplemente no tiene sentido tener esta segmentación. Este era uno de ellos y las productoras debieran tener un poco más de sentido común en estos casos...pero parece que el deseo de hacerse millonarios en cada concierto los ciega demasiado. Chilean way, como dijo el payaso.

Rage Against The Machine simplemente voló la cabeza. El show fue un misil y creo que nunca había estado con tanta gente saltando tanto rato y al mismo tiempo. Era el estadio completo. Impresionante. Y bien cansador, hay que decirlo.
Lamentablemente en todo ese menjunje humano perdí mi celular y otro que no era mío. O tal vez los "compañeros" espectadores me lo robaron...
La banda no tiene un especial carisma y no buscan mucha conexión con el público. En ese sentido son muy "profesionales" (no en el buen sentido de la palabra). Para colmo, pese a recitar "El Minero" de Víctor Jara, Zach de la Rocha dijo mal el nombre de la mina donde estaban atrapados los 33 y no hizo NINGUNA mención a la huelga de hambre mapuche, algo que imagino todos los que estábamos ahí dábamos por sentado que se iba a hacer. Por lo demás, voceros de los mapuches habían pedido comunicarse con la banda, por lo que no es como que no supieran.
Fue bastante extraño y hasta el momento no me queda claro si fue un tema de quien les manejó la prensa, de la productora o qué, pero no se condecía para nada con esa gran estrella roja detrás del escenario ni con poner fragmentos de "la internacional", aunque sí con hacer un show casi 10 años después de separarse y con un olor a ganemos-plata-como-faith-no-more-ahora-que-la-mayoría-de-nuestro-público-tiene-poder-adquisitivo bastante evidente.
Lo otro, es que el concierto fue demasiado corto. Si no me traiciona la memoria, no alcanzó a durar 1 hora y media. Poquísimo para un grupo que viene por primera vez y que está en gira después de un buen tiempo separado. En todo caso, igual se agradece la regresión directa a la adolescencia que nos brindaron en un show que estuvo impecable.

Rush, 17 de octubre, Estadio Nacional. Probablemente todos los 40.000 que estuvimos en el Nacional éramos quienes esperábamos a la banda hacía muchos años, nos desilusionábamos con los rumores de venidas que resultaban ser falsos y nos costaba creer lo que veíamos cuando empezó el concierto. Lo digo porque el altísimo precio de las entradas impidió que a quienes les gusta la banda -pero sin ser fanáticos acérrimos- acudieran y el estadio estuviera lleno.
La música estuvo ejecutada a la altura de lo que pueden ofrecer 3 de los mejores músicos del rock actual. Si bien Geddy Lee se demoró algunos temas en "calentar" las cuerdas vocales, de ahí en adelante todo fue mejor que como si uno escuchara los discos. El show acompañado por videos y esa honesta capacidad que tienen para reírse de sí mismos fue bastante entretenido y -aunque con intermedio incluido- pasó las dos horas tres cuartos, teniendo como centro la ejecución completa del que es tal vez su mejor disco de estudio -al menos para mi gusto- el "Moving Pictures", lanzado a comienzos de 1981.
La euforia que se sentía en cancha era bastante y abundaban los gritos del tipo "¡no puedo creer que esto esté pasando!" o "¡la cagó esta hueaaá!". Fue definitivamente -parafraseando el título de la última parte del documental "Beyond the Lighted Stage"- la venganza de los nerds.

Roger Waters The Wall, 11 de noviembre, Wells Fargo Center, Philadelphia. Pese a que en la columna anterior se hizo referencias a este concierto y el de Ozzy, vale la pena dejar consignado brevemente algunas impresiones que no fueron explicitadas ahí.
Roger Waters es una figura que puede generar tensiones o "desencuentros", si se prefiere. Por un lado, tiene una indiscutible creatividad musical y es un gran bajista. Sumado a eso está un sólido discurso político-crítico que es muy bien apreciado por quienes creemos que la música puede ser más que sonidos y sentimientos. Su álbum "The Wall" (ya que el resto de Pink Floyd prácticamente sólo le siguió la corriente en éste) condensa bastante bien lo anterior.
Pero, por otro lado, tiende a dar la impresión de tener una personalidad complicada y una mezcla de ego y maña que pueden transformarlo en un insoportable. Evidentemente de esto último uno sólo lo sabe por trascendidos, pero lo cierto es que en este show tiene un protagonismo casi absoluto, relegando la banda muchas veces a la oscuridad (o a estar tras del muro mientras Waters está al frente), como si sólo fuera él. Es cierto, uno va a un concierto de Roger Waters, pero hay que decir que el soporte que le entrega la banda es fundamental.
La producción musical y del show en términos visuales fue impecable. Es más, puede que se le pasara la mano cuando hay ratos en que uno no sabe si es la voz de Waters o es que se está ayudando por grabaciones (cosa que hace). El discurso crítico se mantiene intacto en su espíritu a la vez que se actualiza en sus contenidos, invitando -para los que quieran leer u oir- a darle una segunda vuelta a las cosas que uno cree, compra, defiende y da por sentadas.
El The Wall en su integridad. Ni una canción más, ni una canción menos.
Ojalá lleve el show a Chile, mi consejo sería que junten la plata, porque vale la pena.

Ozzy, 29 de noviembre, 1st Mariner Arena, Baltimore. El maestro anda presentando su último disco "Scream" y fue teloneado por el vocalista de Judas Priest, Rob Halford. El show que hizo Halford fue breve (creo que a penas rozó la hora), potente, bien ejecutado, pero faltaron algunos indispensables de Judas Priest que acostumbraba a tocar en otras giras de solista.
Ozzy, como ya les dije, sigue siendo el mismo de siempre. Aunque se le salen algunos gallitos, pero uno se lo perdona.
En este disco y gira estrena guitarrista nuevo -Gus G- luego de despedir al legendario Zakk Wylde y también baterista -Tommy Clufetos-. Ambos, como es de esperarse, entregan un sonido impecable y potente, sumados a Blasko en el bajo y a Adam Wakeman (hijo del gran Rick Wakeman de Yes) en teclados. Como nota al margen, el maestro Rob Zombie no está muy contento con esto de perder músicos (Blasko y Clufetos) cada vez que un miembro de la banda de Ozzy abandona (Trujillo al irse a Metallica y Mike Bordin para reunirse con Faith no More).
El show estuvo buenísimo, incluidos 4 canciones de Black Sabbath, solos de los músicos y los videos al inicio en donde Ozzy se incluye en escenas de series y películas actuales riéndose de él mismo, aportándole una cuota de humor que "aliviana" al personaje. Tengo entendido que esta gira lo llevará a Chile, dense por recomendados.

Bonus track 1.
El rey fotografiado por quien les escribe

El año no podría haber comenzado mejor, luego de que nos dejara con las entradas en mano durante el 2010, pude ir a ver a BB King el mismo 1º de Enero de este año que comienza en el Birchmere de Alexandria, Virginia. Con 85 años, BB King estuvo nada menos que 2 horas sentado con Lucille en el escenario, acompañado por su banda cuyos años de circo hacen que todo lo que suceda en el escenario, por más improvisado que sea, suene impecable.
Él, es de perogrullo decirlo, es un bluesman por excelencia. Habla bastante entre cada canción, incluso en medio de las canciones. Intercala anécdotas y se ríe de su edad y de su propensión a beber y al viagra. Hay que decir que el local ayuda mucho a eso. El Birchmere -que se jacta de haber visto pasar prácticamente toda la historia musical de EEUU- es un restorán mediano en el cuál uno está sentado en mesas viendo al artista. No hay rejas ni nada. De hecho, al final pudimos ir a fotografiarlo y a pedirle un autógrafo mientras la banda seguía tocando.
Este carácter "íntimo" del show, sumado a la calidad y el tiempo en el escenario lo transformaron automáticamente en una de esas experiencias musicales inolvidables.

Bonus track 2: Hace casi exactamente un año hacía aquí un ejercicio de recuento similar, culminando con deseos musicales para el año que se venía. De esos deseos, agradezco que se haya concretado Rush, Megadeth y Roger Waters. Reedito los restantes para este año:
  • Alice in Chains
  • Soundgarden
  • King Crimson (en pedir no hay engaño)
  • Slayer
  • Tool
  • Motörhead (supe que van a Chile, estoy tratando de ver dónde es lo más cerca que tocan de DC para poder ir)
Y ya estamos con entradas en mano para U2, Rush (sí, me voy a repetir el plato) y Buckcherry con Hellyeah.

¿Aportes? ¿Deseos? ¿Su mejor concierto del 2010?

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