miércoles, febrero 08, 2017

Bravo

(No le metieron goles en ese partido. Foto de quien escribe)

Cuando anunciaron su compra, no me generó entusiasmo. Tengo que ser honesto. Como tampoco me generó entusiasmo la llegada de Guardiola. Pero ese es, hasta cierto punto, otro tema.
La cosa es que a mí me gustaba Hart. Fui a su último partido, de hecho. La clasificación a la Champions contra Steaua Bucarest, donde 1-0 ganó el City. Ha sido el único partido oficial que ha jugado para Guardiola. Y cada vez que jugaba la pelota con los pies el público, con ese sarcasmo tan inglés, hacía un ruido como de nervio. Un "eeehhh" ascendente hasta que soltaba la pelota. No se equivocó nunca.

Hart es muy querido por la hinchada. Ha estado 10 años en el club. Más que nadie de los que están ahora. Es querido por todos, de hecho. Y es un buen arquero.
Pero además es el arquero de la selección. Y eso es relevante en el frente discursivo/comunicacional que está enfrentando el capitán de la selección chilena. La prensa deportiva inglesa no es radicalmente distinta a la chilena. Tienen el mismo vicio nacionalista y el mismo fuero para dar su opinión, lujo del que carecen periodistas en otras áreas. 

Entonces, Bravo no sólo tenía que demostrar que es un buen arquero, tenía que demostrar que es mejor que el arquero de Inglaterra. 
Que justifique mandarlo a préstamo al Torino (probablemente sin posibilidad de volver, al menos según la tozuda intención inicial del DT). Perdiéndose la oportunidad de jugar Champions League (donde siempre se manda partidazos). Perdiéndose la oportunidad de jugar en alto nivel en una liga que es percibida como la más competitiva (y entretenida) del mundo. 
Pesadita la mochila.

Y más encima, en su debut, un derby en Old Trafford, se manda un condoro que costó el gol de Ibrahimovic y otro que pasó más piola, pero que perfectamente podrían haberle cobrado como penal a Rooney. "Bautizo de fuego" fue la expresión más repetida.

De ahí en adelante vinieron actuaciones que no convencían. Y luego la tarjeta roja en el Camp Nou, por una mano fuera del área que evitó un seguro gol de Suárez. Dejó al City con 10, ya estando 1-0 abajo. "Clownio" tituló un tabloide sensacionalista. Sacó varias portadas de los diarios de deporte, de hecho.
Empezaron a aparecer las estadísticas. Lapidarias. Básicamente, era un arquero que no atajaba. Los rivales del City estaban teniendo 100% de efectividad con sus tiros al arco.

En Chile, el discurso de defensa (nacionalista también) a Bravo se podía sintetizar algo así como "no es culpa de Bravo, con esa defensa a cualquiera le meten goles". Haciéndonos cargo de que es imposible tener un contrafactual para esta situación, valga mencionar dos hechos: la defensa (exceptuando a Stones, que no juega siempre) es básicamente la misma que tenía Hart el año pasado. Y por otro lado, es exactamente la misma a la que ha tenido Willy Caballero, quien lleva 4 partidos ganados contra equipos de Premier League, 3 de ellos sin recibir goles. Tampoco le ayuda a Bravo que Hart esté rindiendo mejor que él en el Torino (ver link en párrafo anterior).

Bravo no es malo. Eso se sabe. Pero está malo. Y no quedan argumentos racionales para defender su titularidad.
Las causas de este mal momento no son claras. Que tiene problemas en la casa, que ni él ni su familia se han adaptado a Manchester (una ciudad más que disfrutable, lo digo como actual habitante de ella), que no han aprendido el idioma (es obvio lo crucial que es para un arquero el poder comunicarse con su defensa), que la forma como Guardiola para el equipo lo deja más expuesto, y el efecto que todas esas críticas puedan tener en él. 

La prensa no lo quiere. Lo hinchas jamás lo van a criticar en la cancha - puedo dar fe de eso -, pero quieren un arquero que ataje. De preferencia el que han tenido de titular los últimos años. Y si no, Willy Caballero tiene el cariño de la hinchada por 3 penales tapados en la final de la copa de la liga del año pasado. Último trofeo obtenido por el City (y por Pellegrini).

Cuando anunciaron su compra, no me generó entusiasmo. Hoy por hoy, parece haber sido un pésimo negocio para todos los involucrados, incluida la selección chilena. Sinceramente, espero que Bravo recupere (y ojalá supere) su mejor nivel y que ayude al City a ganar algo esta temporada. Pero tengo que admitir que últimamente me ha generado tranquilidad saber que va a la banca. Espero que aproveche bien la próxima oportunidad que tenga. Por lo pronto, como hincha, quiero que el arquero de mi equipo ataje. No es mucho pedir ¿no?

Por favor, reAcciones 

lunes, septiembre 02, 2013

UB: al galope de la transformación

 Una vista de Ulán Bator desde el monumento soviético en el extremo norte de la ciudad

Un gran cartel publicitario anuncia el último modelo de SUV de Toyota. Junto a la imagen del elegante 4x4 negro, un Mongol vestido de forma tradicional, sentado con una rodilla arriba contempla una estepa donde corren caballos. La imagen es tan elocuente -y real- para describir los procesos que atraviesa Mongolia que ni siquiera es una metáfora.

Tras el cartel publicitario una construcción se empina hacia el cielo de Ulán Bator [O Ulaanbaatar, si transcribiéramos del alfabeto cirílico el nombre que en mongol significa “héroe rojo”, homenajeando a Damdin Sükhbaatar, quien lideró la resistencia a la invasión China a comienzos de los años veinte ayudado por el ejército rojo]. No es la única, por cierto. El boom minero de yacimientos de cobre, plata y oro que prometen ser más de un tercio del PIB, parece haber repercutido en la construcción constante y la presencia permanente de grúas en las alturas.

  
Esos nuevos edificios, residenciales o de oficinas, van haciendo un disonante contraste con los desgastados blocks soviéticos de mediados del siglo pasado. Algunas construcciones no se detienen ni siquiera los domingos y en el hostal donde me estoy quedando, pasadas las diez de la noche un grupo de obreros sigue trabajando en la ampliación del viejo edificio. Sin casco ni arnés, tratan de instalar una viga de concreto hasta que a uno le golpea directo en la cabeza. No parece ser grave, aunque debe agacharse y afirmarse un rato. Es parte de la precariedad detrás del boom.

A riesgo de caer en el cliché, es difícil tratar de expresar las impresiones que produce Mongolia, en particular su capital, sin recurrir a los contrastes. Contrastes que más parecen contradicciones, cuyas resoluciones suelen ir en contra de la tradición. 



Los mongoles son un pueblo en el cual el nomadismo es parte integral de su historia e identidad. En los distintos paisajes rurales, las viviendas que dominan  son las ger (carpas blancas circulares con techo en punta, llamadas también “yurtas” por los occidentales). Sin embargo, pese a que una ger es la expresión misma del nomadismo, todavía es posible encontrarlas en la periferia de la capital. En un pub, un joven de 21 años educado en Shanghai, me cuenta que en los extremos norte, este y oeste de la ciudad se han instalado grandes campamentos de ger. Nómades han migrado hacia la ciudad -donde vive casi la mitad de la población de Mongolia- en busca de la prosperidad prometida. Pero esa riqueza, me asegura, no chorrea todavía. Cuando llega el durísimo invierno mongol, queman lo que encuentran para poder calefaccionar las ger, generando un paradójico problema de contaminación del nomadismo en la ciudad.

El desplazamiento de las formas tradicionales (modernización para algunos) no es exclusivo de la urbe. En el país menos densamente poblado del mundo, las estepas, montañas y el desierto se extienden casi infinitamente. En todos estos paisajes es posible ver, de tanto en tanto, familias nómades. Pastorean cabras, ovejas, vacas, yaks, caballos y camellos; según lo que corresponda. Pero el pastoreo sobre un caballo, imagen que vende en las postales, está siendo reemplazado por las motos chinas. Cada vez es más frecuente la imagen de hombres (desde niños que ya alcanzan los pedales, hasta viejos cuya edad es imposible determinar) arreando los animales con los bocinazos de motos que, aunque pensadas para las calles, bien soportan el rigor de la estepa, desierto y montaña.


De vuelta en Ulaanbaatar (o “UB”, como le gusta abreviarlo a los más jóvenes), la nueva riqueza que promete la minería deja ver más contradicciones. Los ostentosos Hummers, Land Rovers, BMW, Mercedes Benz, e incluso un Lamborghini, comparten el infernal tráfico urbano con los jeep y furgones soviéticos que parecen hechos con el rigor necesario para recorrer sin problemas todo Mongolia. Es Naadam, la fiesta nacional donde carreras de caballo y competencias de lucha y tiro al arco vuelcan al país entero a sus tradiciones centenarias. El embotellamiento que parece no avanzar para llegar al estadio del evento,  es sobrepasado por un jinete que hace galopar su caballo metiéndose en sentido contrario, donde casi no hay autos. 
A veces, es la tradición la que triunfa.

Por Favor, reAcciones


P.S.1: Este texto fue publicado -con ligeros cambios- en la revista AméricaEconomía de Septiembre 2013, edición 427 y fue escrito en Ulán Bator, Mongolia. Les pido mis disculpas por la cantidad de meses que he tenido botado este espacio, así como agradezco que estén leyendo esto ahora. Tengo varias columnas a medio terminar. A penas pase el exigido momento en el que llevo mucho tiempo ya, las iré publicando. Gracias.

P.S.2: Las fotos -no muy buenas, lo sé- son de su servidor. Si quiere verlas más grandes, hágales click encima.

martes, marzo 05, 2013

El Gesto de la Semana: "Ría, no llore"

"¿Lo digo o no lo digo?"
Algunos episodios recientes de nuestro querido país me ha puesto a pensar de nuevo en un tema al que le doy vueltas de cuando en cuando: los alcances del humor más allá de la risa misma. 
A primera vista, esta puede ser la columna del tonto grave/amargado por excelencia: ¿Cómo puede algo que es para divertirse (el humor) llevarse al gris y pesado mundo del análisis ideológico? Pues intentaré, estimadas lectoras y estimados lectores, ser lo menos aburrido posible.

1er Acto: Daniel Alcaíno ("Yerko Puchento", más bien. Creo que amerita referirse al personaje aquí) realiza una rutina donde el tramo más polémico pasa a ser cuando se burla del periodista Andrés Caniulef aludiendo a su condición homosexual y a ser "indio" (mapuche).

2do Acto: En un enfrentamiento entre Chile y Perú por el sudamericano Sub-20, un twitero que parodia a Borghi - "guatón parriyero" - escribe con motivo del gol de Perú: "Grítalo si eres nana, grítalo si eres nana". Quien escribe y otros más le reprochamos el carácter xenófobo y clasista de su comentario (del cuál muchos rieron con aprobación). Su respuesta ante nuestro reproche fue "ría, no llore".

3er Acto: En un amistoso entre Chile y Senegal, numerosas tallas afloran en twitter aludiendo al mayor tamaño de los penes de los africanos (las más suaves), pasando por tratarlos de "los negros" y que son "hambrientos", hasta de "monos", las más duras.

Podría agregar más. Seguro hay y los humoristas del festival de Viña dieron recientemente más material todavía. Con lo de los soldados bolivianos salieron muchas "tallas" de este tipo también. Pero quedémonos con estas por el momento. El punto no son los ejemplos en sí mismos, si no lo que significan.

Una de las cosas que más agradezco de mi año en gringolandia fue haber tomado un curso de oyente en la Universidad de Georgetown que se llamaba algo así cómo "Pragmática del Humor y Control Social". La pragmática es una entretenida (para mi gusto) rama de la Lingüística que trata de cómo se generan significados en las interacciones. Es decir, todo lo que comunicamos que va más allá de lo literal y depende de elementos propios de la interacción. Por lo mismo, elementos como la cortesía, el humor, la ironía, los malos entendidos son algunos de los objetos de estudio de la pragmática.
Pero la parte que más me atraía del curso era el apellido: El Humor y el Control Social. ¿Cómo puede el humor contribuir a reproducir ideologías, formas de dominación y de discriminación.

Un poco de ciencia.

Antes que todo, el humor no ocurre en un "lugar" del cerebro (sé que hablar de "lugares" en el cerebro es más bien metafórico) donde se haga el ejercicio reflexivo-racional. No es un fenómeno analítico, si no al contrario: ponemos "en suspenso" nuestra reflexión racional. Es tal vez por eso que existe el dicho "la risa abunda en la boca de los tontos". Es tal vez por eso que no importa lo bajo que sea el CI de una persona, la capacidad para reírse siempre existe.

Además, cuando nos reímos, el cerebro libera oxitocina, la hormona conocida como "del amor" o del placer. Esta hormona - que se libera también en el orgasmo, en partos y en la lactancia- está muy asociada a las relaciones sociales de vínculo. A la confianza y generosidad. Por ello es que no hay mayor sello de confianza y relajo que ser capaz de reírse con otra persona. En otras palabras, nos sentimos cercanos con quienes nos reímos juntos. Nada más piense cómo se distiende una charla, una reunión o una entrevista de pega cuando alguien tira una talla y todos ríen.
De hecho, dicen los estudiosos que el reírse viene a reemplazar el acicalarse unos a otros de nuestros parientes los simios: una actividad social que fortalece el vínculo con el grupo y produce un placer. Por lo tanto, es una buena forma de marcar pertenencia a un grupo.

Sumemos entonces: tome usted un chiste discriminatorio (exitoso), súmele oyentes que pondrán en suspenso la crítica y la racionalidad frente a éste (el fin es reírse), agréguele oyentes que se ríen y que no forman parte del grupo objetivo del chiste (extranjeros, homosexuales, negros, etc.), y a eso lo recubre con una dosis de oxitocina. El resultado será un fortalecimiento del sentimiento de pertenencia del grupo que se ríe, justamente a costo de excluir a quién se discrimina en el chiste. En otras palabras, el chiste discriminatorio refuerza la exclusión del discriminado.

"Chile no reconoce su racismo", decía acertadamente Teun Van Dijk hace cinco años en una de sus numerosas visitas. 
Piñera, inversamente, comentaba hace un par de años que "No tenemos conflictos raciales" y se hacía famoso felicitando al diputado UDI Joel Rosales por "mejorar la raza" ya que su hijo era rubio y de tez clara.
Las anécdotas de Piñera lamentablemente no pasan este vez por una mera "piñericosa". Lo cierto es que ambas (la frase-talla "mejorar la raza" y pensar que Chile no tiene conflictos raciales) están bastante arraigadas en nuestra idiosincrasia. Es cierto: no tenemos los conflictos étnicos armados de algunos países de África. Sin embargo, ser "indio" sigue siendo un defecto (noten la frase "se le salió el indio") y varios análisis críticos de discurso han demostrado el trato desigual y principalmente negativo que reciben los mapuche en nuestra prensa. 
Van Dijk tiene razón: no nos gusta admitir que somos racistas. Pensamos que ese es tema de otros países, ya que en Chile - creemos - no hay distintas razas (o etnias). Nada más lejos de la verdad. Y el lingüista holandés ejemplifica con un detalle no menor: prácticamente toda nuestra publicidad presenta personas caucásicas-europeas de aspecto, fenotipo que sólo responde a una minoría relativamente pequeña. Nada que ver con cómo se ven la mayoría de nuestros futbolistas, por dar un ejemplo.

No sólo somos racistas. Somos xenófobicos (con Peruanos, Bolivianos y cualquier inmigrante de Latinoamérica), homofóbicos y clasistas. Discriminamos, en definitiva.
Y el error consiste en pensar que en cuando nos reímos de grupos discriminados no estamos haciéndolo en serio, no estamos discriminando. Nos estamos divirtiendo.

Ni reírse de Caniulef, de africanos, de peruanos es humor sin consecuencias. En todas esas situaciones quienes se ríen fortalecen el sentido de pertenencia por exclusión de quienes son objeto de burla.

¿Por qué no mejor reírse de los poderosos?

Creo que por eso me gusta tanto Kramer...

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