El que está de frente a la cámara, mirando hacia abajo, es Eduardo Cadima.
Algunos compatriotas y algunos vecinos peruanos lo recordarán -lamentablemente- por rayar un "graffitti" en un muro patrimonial incaico en Diciembre del 2004. Por eso ambos fueron detenidos y presos en Perú. Cadima sólo estuvo 52 días en la cárcel, mientras que Tamburrino un poco más.
En ese entonces, se desató harta parafernalia para salvarlos de la prisión peruana: el canciller de ese entonces (Ignacio Walker), "presionó" para que los soltaran luego, la fundación Ideas -ligada a concertacionistas- hizo hartas gestiones y juntó harta plata para traerlos de vuelta, y el cardenal Errázuriz intervino para que el arzobispado de allá los pudiera acoger y avalar que podían quedar en libertad condicional.
Todo un despliegue.
Allá se levantaron las viscerales ideas antichilenas, y un patriotismo absurdo hacía que acá se les tuviera una cierta empatía.
Recuerdo que incluso llegó a hablarse del "Graffitti" como forma de arte (creo que en muchos casos lo es, pero el de ellos era sólo un rayado autorreferente) , y toda una serie de derivados del caso.
Me parece insuficiente el acercamiento desde la "acción racional" para explicar y enfrentar "la delincuencia". Esta corriente, que hace eco sobre todo en las tendencias derchistas-conservadoras, cree que todo delincuente actúa racionalmente, y que cómo tal, al subirle los costos del delito (sanciones), su cálculo racional le dirá que es mejor trabajar.
Creo que el punto de partida es errado: no todo delincuente actúa racionalmente, y todo delincuente delinque pensando en que no va a ser sorprendido. Ergo, el cálculo de los costos no tiene un rol preponderante. Evidentemente hay excepciones, pero creo que la generalización economicista deja demasiado sin explicar y no resuelve el problema de fondo.
Pero en fin, para mí el tema no es si Cadima "ES" o no delincuente. De hecho, podríamos tener una interesante discusión en torno a como se define la desviación socialmente, y cómo está siempre contextualizada y reinterpretada. Nada de eso quita el hecho de que existan leyes y un Estado armado que las defiende.
El tema es que Cadima es un imbécil.
Fundamento a continuación:
1) Hay que ser muy idiota para andar rayando en un país donde tu nacionalidad no genera simpatías.
2) Hay que ser más idiota aún, para hacerlo en un lugar patrimonial.
3) Después de transformarte en enemigo público del Perú, lo menos que puedes hacer es salir "sonriente y triunfalista" de la cárcel porque te obtuvieron un beneficio convenciendo a medio mundo de que eres un santo y tan sólo un artista.
4) Después de tranformarte en el ají en el ..... de Perú (y vaya que pica el ají allá), hay que tener el intelecto muy trastocado para ir al año siguiente a Tacna a traficar marihuana, y que te detengan con un kilo. Es decir, me parece cosa básica para cualquier traficante el (man)tener un bajo perfil, algo difícil de lograr después de ser el símbolo de la insolencia chilena en Perú.
5) Tu estupidez se transforma en un peligro para la sociedad, cuando a pesar de todo lo anterior, te pillan con 12 kilos de Coca. Con la agravante de que un mes antes, toman presa a tu hermana por sorprenderla traficando pasta base.
Si crees que pese a todo eso, puedes ser el líder de una organización para traficar Cocaína, y que la policía no te va a estar vigilando desde hace rato, no eres un delincuente, eres un obstinado de la idiotez.
Frente a la tontera gratuita se me sale todo el pequeño dictador que llevamos dentro, y en este caso espero que lo encierren un buen rato. Pero no porque crea que se va a reformar o algo, sino para que su estupidez esté recluida.
Creo que puede ser peligrosa...
Y a estas alturas, no hay cálculo racional que valga.
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